Isabel II se declara neutral en un “asunto del pueblo escocés”
Que una decisión sea nefasta, no siempre impide que se adopte.
La gente se divorcia o pleitea, indiferente al coste que eso entraña.
Y eso, tan común en el ámbito doméstico, ocurre también en política.
Queda poco más de una semana para el referéndum escocés y todo lo llena el sondeo de YouGov, que coloca ligeramente por delante a los independentistas.
El pánico que el domingo se apoderó del Parlamento y de Downing Street, se ha contagiado a los mercados.
La libra cae, los tipos de interés suben, las acciones de las grandes empresas británicas se desploman y los bancos lanzan mensajes apocalípticos.
Poco efecto tendrá eso en los convencidos, en la ‘troupe’ con faldas y a lo loco que sueña con una Escocia independiente.
Para los partidarios de irse, el asunto es emocional y trasciende de sus costes materiales.
Distinto es para los que estaban tentados a quedarse en casa el 18 de septiembre, que daban por descontada la victoria del no y ahora se movilizarán.
En cualquier caso, soy de los convencidos de que lo que inclinará al final la balanza contra los independentistas es la decisión de Cameron, Miliband y Clegg, líderes de los tres grandes partidos británicos, de viajar hoy a Escocia con un mensaje común:
«Hay muchas cosas que nos dividen, pero hay una cosa en la que estamos apasionadamente de acuerdo: el Reino Unido es mejor si estamos todos juntos».