LOS AÑOS PERDIDOS

La herencia desastrosa de Echenique en TVE amenaza estallarle a Rajoy

No tiene sencillo su nuevo presidente poner rumbo a la televisión y radio públicas

La herencia desastrosa de Echenique en TVE amenaza estallarle a Rajoy

Desde luego, nadie tiene la menor duda ya de que la política de este Gobierno con los medios de comunicación ha sido un galimatías. Con los medios públicos y con los privados. Con los «afines» y con los «adversarios».

Pero, no se crean, las cosas todavía pueden ir a peor. TVE y RNE, por ejemplo, son bombas de relojería programadas para estallarle en la cara a La Moncloa cuando más daño puedan hacer al PP. El intento de retomar las riendas de la Corporación RTVE, con el desembarco de un periodista tan hábil y avezado como José Antonio Sánchez y su equipo, ha llegado tarde. Tan tarde que nadie cree posible reconducir el declive en el que viven la televisión y la radio pública, al menos en esta legislatura.

Tres años perdidos. Peor aún: un tiempo en el que –y ya es decir– se ha empeorado el paso del zapaterismo por Prado del Rey. A la hora de echar la vista atrás, hay que destacar que la designación de Leopoldo González Echenique por Soraya Sáenz de Santamaría abrió la puerta al infantilismo descarado a la hora de tomar decisiones. La cosa llegó a tal punto que se decidió arrinconar paulatinamente todo aquello que oliese a Partido Popular dentro de la casa.

Mención especial merecen los nombramientos del director de Informativos de TVE, el recién depuesto Julio Somoano, y del director de RNE, Alfonso Nasarre. Baste decir que a día de hoy nadie, ni en La Moncloa ni en Génova 13, se responsabiliza de haberlos propuesto para esos cargos. Siendo muy benevolentes, puede afirmarse que el paso de Somoano por los informativos no ha dejado a nadie de confianza a quien pueda agarrarse su sucesor, José Antonio Álvarez Gundín, en los próximos meses.

La herencia que González Echenique ha dejado en manos de Sánchez pasa por un adverso estado de las cuentas de la Corporación. Su ansia fue contentar a los sindicatos.

Para ello blindó por convenio a una plantilla de 6.400 personas hasta finales de 2015, y recortó en mantenimiento y programación. Es decir, en partidas claves que han llevado a la televisión y la radio públicas a la intrascendencia. Situado el Ente en vía muerta, José Antonio Sánchez ha tropezado a su llegada con unos sindicatos crecidos y radicalizados y cuya capacidad para desestabilizar al más pintado está fuera de toda duda.

Otros presidentes ya los sufrieron en sus propias carnes. La tensión ahora se nota. Y lógicamente, con la que ha caído, se relajan las fidelidades. Se cuestiona la obediencia. Y ello promete ir in crescendo a pocos meses de las elecciones municipales y autonómicas. El ruido del batallón sindical en zafarrancho de combate ha llegado hasta el despacho de Mariano Rajoy.

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