Primero fueron los terratenientes, joder qué tíos, luego los Botejara, guión y dirección de Alfredo Amestoy en pleno franquismo, y hoy las historias se repiten, paupérrimos y desclazaos y una leche, mamandurrias por doquier, treinta y tantos años después y por siempre, viva er Beti manque pierda.
El PSOE, en fin, mantiene su fortín en Andalucía porque los andaluces prefieren dos tetas -al decir de algunos socialistas de Susanita- a dos carretas que siempre es cansino llevar la vara de medir los bueyes. Luego el régimen continúa.
Y vamos hacia la cuarta década. Campeones del paro, mamoneo y corrupción sin límites.
Todavía recuerdo cuando en las Cortes la región andaluza alcanzó la vía para acceder a la máxima autonomía competencial. Concretamente, los senadores andaluces hicieron el payaso con motivo de su vía para el acceso autonómico.
Lo escenificaron saliendo como futbolistas por el pasadizo o túnel del tiempo de la Alta Cámara. Y hay siguen. Otros, claro.
Desde que en 1978 Plácido Fernández Viagas accedió a la presidencia de la Junta, por cierto, un paisano con bastante mala leche y aspecto cetrino, por bien decir, verde oliva, han pasado seis jerifaltes andaluces con un mismo denominador común: el sectarismo.
A saber -por orden de aparición- Rafael Escuredo, José Rodríguez de la Borbolla, Manuel Chaves, Gaspar Zarrías, José Antonio Griñán y Susanita tiene un ratón que es bastón de mando en plaza. Amistad, lo que se dice amistad, la tuve con Rafa Escuredo (no confundir con Escobedo), que salió por pies de Andalucía ante los callos que Alfonso Guerra le infringía.
Me lo contó en una inolvidable noche matritense por las tascas de los austrias confundiéndose con los borbones. También tuve el honor de compartir relación amistosa con Pepote Rodríguez de la Borbolla, que era bético hasta la muerte y me laceraba por un solo gol verdiblanco contra el blanco de Lepanto, blanquísimo, o sea, Real Madrid.
Andalucía, tras este exordio, sigue estando donde estaba. Es decir, en primera posición de la mamandurria, el paro, el mamoneo, el choriceo -presuntamente, el adverbio más desgastado de los últimos tiempos por una Justicia injusta y garantista-, la cutrez, los Eres míos, nuestros y del vecino. Juanma, como le llaman en el PP llegó tarde y con asas.
Tiene artes de buen político. Se vio en los debates. Pero a su escasa presencia en Andalucía se juntaba el desdén de Canal Sur que sólo tiene ojos para el socialismo imperante.
Javier Arenas, sí, venció en los anteriores comicios pero el frente popular verdiblanco le dejó apartado, en el rinchi, haciendo valer únicamente la verborrea andaluza, más esa ensoñación por Ana Mato. Por cierto, ¿qué se hizo, señor Rajoy, de hacer alcalde o presidente autonómico a la lista más votada? Y es que ahora
vienen los comicios municipales y regionales. Con el PSOE dejándose querer por Podemos, y querer es poder.
Alucino -en expresión de los modernos- con los que se corren de gusto electoral con El Coleta y sus cuates. La casta bolivariana avanza y agudiza el analfabetismo político español. Felipe, ¡vuelve!