La ventana discreta

Analfabetismo Político

Analfabetismo Político
El líder del PSOE, Pedro Sánchez. PD

Los comicios municipales y autonómicos han servido para evidenciar el analfabetismo político de nuestra ciudadanía, sálvese el que pueda. Aquí no se vota el progreso, aquí se vota el interés particular, nunca el general -ese sólo va en las octavillas electorales-, los derechos inmensos, inacabables, pero ninguna obligación, no joda, y sin joder. Se elige, en fin, una papeleta contra el enemigo y a ser posible a muerte (qué gran propagandista de la fe es el tal Pedrito Sánchez, ríase usted de Goebbels, no en balde es un cum laude del zapaterismo), que para eso está la izquierda, con la 5ª, la 6ª y la novena no de Beethoven, más los canales de derecha que les da eco y vocerío a los radicales, incluido TVE supuestamente regentada por el PP.

No ha mucho, al día siguiente del 24 M, escribía usted en estas páginas un artículo titulado «Tótum revolútum». Estamos en ello. Resulta patético y hasta antidemocrático la compra y venta de cromos de los radicales de izquierda. No se respeta la lista más votada porque la finalidad es arrojar al PP a las tinieblas, Pacto del Tinell en versión 2. Crucial referencia la tenemos en la II República que nos llevó adonde nos llevó. Sin embargo, esta izquierda casposa no cesa de pavonearse de que la derecha es el autoritarismo, lo antisocial, bla, bla, bla. Y luego va Rajoy, el Fraile Motilón, como yo le llamo, e invita al Guapo a la Moncloa y después éste le abofetea y agita a sus huestes con el consabido leña al mono que es de goma.

Cualquier españolito de a pie, con mediano sentido común, veía venir la que se está montando. La parda. El marxismo-leninismo en estado puro, bolivariano, populista, al que se suma el Papa Paco en su permanente politiqueo internacional. Y, lógico, el mundo empresarial se está palpando los bolsillos y los inversores y los emprendedores y… que son los que crean empleo, mon Dieu. La permisividad, por otro lado, debe ser rechazada si no va en la dirección correcta de la justicia social, no la demagógica, sí la de la Iglesia, en la que se cobijaban los viejos comunistas aún siendo ateos y, como mal menor, agnósticos. ¿Alguien se acuerda de las encíclicas Mater et Magistra (Juan XXIII), Pacem in Terris (Juan XXIII), o Quadragesimo Anno (Pío XI), sobre el mundo salarial o el mundo del proletariado…?

El panorama, en fin, resulta inquietante. Y si a ello se suma la politización de la Justicia, en marcada inclinación contra el Partido Popular y en plenas elecciones facultativas (que si «Jueces para la Democracia», «Fiscales para el Progreso», etc.), es fácil colegir que el sistema se va a pique. Las fuerzas emergentes, con más que sospechosas formaciones de corrupción, aupados en dinosaurios partidos, mismamente el PP, ¿por qué no?, están abogando por la destrucción de España. El objetivo está claro. ¿Te das cuen…? Ríase usted de Chiquito de la Calzada.

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