La ventana discreta

El Niño de la Bola

El Niño de la Bola
Albert Rivera. PD

Sosiégate, chaval, guapito de cara. Resulta cansino escuchar permanentemente lo ético que eres, chico del arrabal. Que se lava y se ducha todos los días y se cambia de gayumbos cada dos por tres. Tiene bien aprendida la lección: una mentira repetida cien veces es una verdad incuestionable. Pero concedámosle su honorabilidad. O como se subraya en el decir de lo políticamente correcto: imputado no significa estar implicado o sospechoso del delito. Albert Rivera, podríamos llamarle Alberto (de Mónaco, o de tul ilusión), resulta cansino con su cansina transparencia. Siempre dando lecciones a los demás cuando la Logse ha hecho estragos de comprensión, ciencia y literatura, comillas donde corresponda.

Rivera, el pulcro, se pasa este país analfabeto por el forro de sus caprichos. Y reprende por tanta corrupción hasta que le estalle la traca en sus propios ojos. Después, en ese permanente chantaje de los votos y los cromos implanta normas en los partidos contrarios al suyo. Que si primarias o últimas, exige expulsiones a tutiplén, siempre en aras de la honradez, dime de qué presumes y te diré quién eres. Se convierte en juez y parte, qué se hizo, pues, de la división de poderes, la respuesta nos la podría dar un tal Alfonso Guerra, etc., etc. Este chico, en fin, es uno más del desfile de políticos que cobran una pasta gansa, y luego, con la boca pequeña, nos dicen que es para las misiones o para una oenegé succionadora de los presupuestos del Estado. La pasarela Cibeles no descansa y ya se está convirtiendo en un reality show que bien lo podría presentar Jorge Javier Vázquez, apellido que va de casa en casa, amigo Jesús, y tiro porque me toca. A pelo o a pluma.

Por cierto: la triste noticia de la defunción de Zerolo me recordó -por la profusión y excelencia dedicada por los medios- el fallecimiento del Viejo Profesor, tirado el féretro por decenas de caballos engalanados con sus penachos de luto. Tierno Galván fue un gran humanista pero el peor alcalde de Madrid. (Si Carlos III levantara la cabeza…). Rodríguez Sahagún, después, llegó al consistorio madrileño de rebote con UCD, y abonó con su pinacoteca los pufos de Unión de Centro Democrático. Eso se llama arte. Hasta palmarla. Y ahora, para más inri, nos llega la ultra izquierdista Carmena con su partenaire Carmona, el socialista que dijo que nunca pactaría con Podemos pero como Pedrito Sánchez está loco por la música pues pacta hasta con el diablo. Antes se coge a un embustero que a un cojo.

O al Niño de la Bola, que exigió a Susanita tiene un ratón que echara a los corruptos (presuntos) Cháves y Griñán. Ni se inmutan. Juegan al mus. Ahora más en serio: entre mi decoración de arte religioso tengo sobre una peana el Niño de la Bola que adquirí en Viena. Pero éste no mete bolas, o sea, trolas.

Lo he puesto en conocimiento de Pedro Antonio de Alarcón, a ver si publica una novela como aquélla pero adaptada a los tiempos de hoy, mas me salta el coñazo del contestador. No sabe, no contesta.

PD.- Mi más sincera felicitación a Felipe González que se muestra como verdadero hombre de Estado. Es como el buen vino con el paso del tiempo…

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