Los independentistas parten de una base jurídica inexistente

Cataluña bajo el imperio de la Ley

Cataluña bajo el imperio de la Ley
La bandera de España y la de Cataluña, juntas. PD

El tiempo no todo lo arregla, aunque la Ley siempre se termina imponiendo.

La expresión laissez faire, laissez passer aplicada a la política conlleva una completa libertad en las cosas de la gobernanza con una mínima intervención de los gobiernos.

«Dejen hacer, dejen pasar, España va sola», podríamos decir con lo que aseguraríamos la despolitización del Estado, para asegurar al mismo tiempo la libertad política más absoluta, desvaneciéndose el imperio de la ley. Por ahora, es lo que A. Mas se ha creído que le deja hacer Rajoy.

Cualquier gobernante que así lo piense, puede que se dé de bruces con la realidad de lo que se le puede avecinar.
En política, se maniobra en demasía, se sacan de contexto las frases, se tergiversan las palabras, se miente con descaro, se ocultan intereses y en general, falsariamente, se juega con los sentimientos.

Ahora en Cataluña se van a celebrar unas elecciones autonómicas que ya se consideran, antes de celebrarse, como plesbicitarias para una posible independencia porque unos lo han querido así.

Los otros, han entrado al trapo y solo se habla de secesionismo, desapareciendo eclipsándose la verdadera naturaleza autonómica de estas elecciones Han sido bien calculadas y manipuladas hasta el punto de que a sabiendas de que la norma catalana divide la comunidad en cuatro circunscripciones (Barcelona, Tarragona, Gerona y Lérida) y que precisamente Barcelona es la provincia que cuenta con el 74, 7% de la población regional, sin embargo solo tiene 85 escaños y es la menos representada en el parlamento regional. Las otras tres cuentan en su conjunto con 50 escaños y un 25. 3% de población.

Quiere ello decir que Artur Mas y sus colegas de la cosa como saben que en el agro más cerril e inculto es donde pueden aprovecharse del voto bobalicón de los más rurales, no en Barcelona, más preparada, más culta, es donde disparan sus envenenados dardos para apuntalar los suficientes escaños que en teoría les pueden hacer independientes. Fijémonos que a Lérida, con un censo del 5, 8 % de población, se le dan 15 diputados. Por eso decimos lo de la torticera manipulación.

No contentos con eso, acuden a los escaños y no realmente a los votantes para conseguir su objetivo. Es decir, ¿querrán la independencia los siete millones y medios de habitantes de Cataluña? Naranjas de la china.

Que ocurra en Venezuela es algo lógico, pero que esto se dé en una democracia clásica occidental como es España nos parece aberrante, de ahí que Europa, el mundo occidental en general, tendrá que cerrarles definitivamente las puertas.

Si se admite, expresa o tácitamente, por unos y otros, que estas elecciones catalanas van a ser en realidad plebiscitarias de la posible independencia o no ¿qué ocurre si los secesionistas consiguen lo que quieren? ¿Declararán unilateralmente la independencia aun cuando cuenten solo con una cifra mínima de escaños y no tengan la mayoría reforzada que exige su propio Estatuto?

Fijémonos que ante un asunto de tal importancia tendrían que ser los votos de la inmensa mayoría de los siete millones y medio de votantes los que pudieran decidir si hay o no quieren la independencia siguiendo, eso sí, el marco constitucionalmente establecido 28 de septiembre de 2015. Elecciones autonómicas en Cataluña: Juntos por el Sí ha ganado en teoría las elecciones.

Sigamos los pasos. Primero, comienza una diabólica carrera de pactos ocultos entre la coalición ganadora y la CUP. Dichas formaciones se unirán pues por encima de todo prima su fundamentalismo contra todo lo español. No olvidemos el adoctrinamiento de sus bases que están dispuestas hasta empobrecerse con tal de desconectarse del resto de españoles que, solidaria y patrióticamente, compran y usan los productos y servicios catalanes. Habría entonces que preguntarse congruentemente: ¿No será que la que nos roba es Cataluña?

Como es una formación construida provisionalmente para un objetivo, pronto vendrán las desavenencias y seguramente Mas tendrá que salir por pies. Luego, Junqueras y el tal Romeva ni sabrán cómo acometer la desunión con el resto de España.

De todas formas, unos y otros no entrarán en razón, pues conforman un bloque fundamentalista tan radical que incluso se ha visto en la sentimental, fanática e impulsiva Diada cómo se quemaban banderas españolas, francesas y hasta de la estrellada Unión Europea, bajo la explotación sentimental lingüística de los que manipulan las masas.

Ahora bien, para un foráneo extranjero, aquellas esteladas rojigualdas equivalen, con más franjas, a una sobredimensión patriotera de nuestra bandera nacional. Es la paradoja de los colores. En el fondo, son tremendamente paletos.

Conformado el traicionero pacto, entra a continuación en acción la formación de Cataluña sí se puede. Ahora sí, el amigo Iglesias, tiene que retratarse, temeroso hasta ahora en su intencionada ambigüedad de que muchos de sus posibles votantes se están marchando a la CUP. No olvidemos que el objetivo de Podemos son las generales. Su voto a favor o no del independentismo se basa en los réditos que puede sacar para las de diciembre de 2015, pues no hay que perder de vista que una lanza a favor del secesionismo pasándose a piola la legalidad vigente, además de restarle con toda seguridad votos en las generales, no es plato de gusto del astuto dirigente de Podemos, que de ingenuo tiene lo preciso.

Finalmente, si Cataluña sí se puede, da su ok a la provisional coalición separatista, moverá ficha para que no se produzca el proceso de separación.

Obviamente, el ciudadano de a pie que vive en esas queridas tierras, sobre todo el que se ha abstenido, estúpida y desidiosamente, de votar, notará, más pronto que tarde, no solo que continua sin pinchar ni cortar sino también siente solitariamente la realidad del fraudulento engaño al que está siendo sometido. Le han tomado el pelo, por lo tontísimo que ha sido enarbolando símbolos que no le aportan absolutamente nada.
En definitiva, no olvides, querido votante catalán, que como dijera Lincoln: «Ningún estado puede de forma legal abandonar la Unión sin el consentimiento de los otros».

Hay que recordar que una declaración unilateral de independencia al margen de la legalidad vigente en una nación democrática occidental como es la nuestra se traduce, nos guste o no lo queramos ver así, en un golpe de Estado en toda regla, de la misma forma que se produjo aquel Putsch de Múnich en Alemania en noviembre de 1923. En aquel caso fue llevado a cabo por miembros del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán.

Hitler planeó utilizar Múnich como base de su lucha contra el gobierno de la República de Weimar y proclamar un Estado rebelde en Baviera, iniciando una guerra contra la República.

Así las cosas, nunca podrá haber una declaración unilateral de independencia, pues , de entrada, se produciría un manifiesto incumplimiento del propio decreto que A. Mas firmó el pasado 3 de agosto de 2015 que, siguiendo el marco legal, disolvía el Parlamento catalán y convocaba elecciones sin incluir ninguna alusión al proceso soberanista.

Se parte de una base jurídica inexistente. Naturalmente, los que intenten iniciar un proceso de separación sopesarán más de lo que pensamos cómo iniciarlo. ¿Esperarán a las elecciones generales? Seguro que sí. ¿Y?

Seguramente, después de las elecciones generales, con ese posible tándem ganador de PP-Ciudadanos o PSOE-Podemos, Cataluña continuará bajo el imperio de la Ley, osea, España quedará unida.

Y lo decimos sin reticencias, creemos que la cordura no se impondrá en muchos de los que tiene que votar en Cataluña, pero en definitiva prevalecerá la realidad frente al fanatismo, pues no en vano ya dijo el general Washington:

«La unidad del país es la columna principal de la verdadera independencia y el sostén de la tranquilidad interna…de vuestra propia seguridad y de las libertades que tanto amáis».

Antonio Sánchez

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