A la impostura política hay que sumarle las mentiras por desinformación del gremio tertuliano radiofónico
El tremendismo verde es un artilugio ideológico de la izquierda desde los tiempos de Woodstock. La contaminación no es más que una vieja coartada para quienes nos quisieran ver subidos a las bicicletas vestidos todo igual como en la China de Mao antes que circular en cuatro ruedas.
Restringir el tráfico es ingeniería social, una operación de alarmismo a la que se ha apuntado la izquierda y la derecha desde tiempos inmemoriales y que permitirá en el futuro introducir regulaciones abusivas, peajes contaminantes y más impuestos verdes que inflarán las insaciables arcas municipales. —De Botella a Carmena: ¿Y que tal si prohibimos el motor a explosión?—
Lo avisamos hace tiempo: el delegado de Economía del Ayuntamiento, Carlos Sánchez Mato, no ve la hora en que Carmena comience a aplicar tasas de congestión como las que existen en Londres, en las que cobran hasta 12 libras por entrar al centro. —Lo que más contamina Madrid es la tóxica manía de Carmena de criminalizar a los coches—
Y para generar alarmismo, los políticos saben que cuenta con la inestimable colaboración del gremio periodístico. Un titular catastrofista siempre venderá más. Arcadi Espada no se cansa de decirlo: creer es más fácil que saber. A los periodistas nos encanta la posverdad porque nos ahorra trabajo.
Los podemitas de Ahora Madrid defienden las restricciones del tráfico en las recomendaciones de un organismo corrupto y alarmista como la Organización Mundial de la Salud, sacrosanta institución que alimentó los miedos a la pandemia de la gripe A ocultando que su expertos cobraban de las farmacéuticas. —La OMS ocultó que sus expertos en gripe A cobraron de farmacéuticas—
Para que se active el nivel de preaviso, es necesario que dos estaciones de una misma zona sobrepasen los 180 microgramos de NO2 por metro cúbico durante dos horas seguidas.
El índice de calidad de aire solo encontró niveles mayores a 200 microgramos en Villaverde y Carabanchel según el boletín diario del Ayuntamiento de Madrid que informa de la calidad del aire, lo que demuestra que no son los coches los que más contaminan sino las fábricas. Pero ningún político se atreverá a multar a la industria porque eso afectaría el empleo y quitaría votos.
¿Saben cuál era el nivel de contaminación de la Gran Vía? ¡De 43 microgramos! El aire es más puro en el centro de Madrid –donde nos prohíben aparcar– que en las afueras. Según la web Air Quality, este 28 de diciembre de 2016 había más contaminación en Cádiz y en Granada que en Madrid.
¿Es Madrid una olla tóxica en la que mueren miles de personas por contaminación? La calidad del aire según el propio boletín del ayuntamiento hablaba este 28 de diciembre de 2016 de niveles ‘amarillos’, es decir, admisibles.
¿Por qué entonces Manuela Carmena hizo sonar las alarmas? Porque temen que le caiga un multazo desde Bruselas. En el año 2013 el Tribunal de Luxemburgo abrió un expediente sancionador al Consistorio por no tomar medidas para la mejora del aire. No lo hacen por nuestra salud sino por no perder dinero.
A la impostura política hay que sumarle las mentiras por desinformación del gremio tertuliano radiofónico. «Los autobuses de la EMT van a gasóleo», dice uno en la COPE. Falso. Más de la mitad de la flota funciona a Gas Natural y Diésel ecológico.
«Los aparcamientos disuasorios no han funcionado», dice otro. Falso. Madrid adolece de aparcamientos disuasorios, conectados a una red de transporte para que los conductores puedan dejar sus vehículos. «Ya en la época de Alberto Ruiz-Gallardón como presidente de la Comunidad de Madrid se planificó la construcción de hasta seis aparcamientos disuasorios que no se hicieron ni entonces ni en su época en la Alcaldía», recuerda ABC. —«Han puesto a las cobayas a dirigir el laboratorio»—
«Hay que reducir las velocidades en las carreteras para contaminar menos», dice otro ‘experto’. Falso. Circular a 70 km/h no hace que un coche contamine menos. Los motores diésel o de gasolina consumen prácticamente igual entre 60 km/h y 90 km/h.
Lo que hay que definir es el modelo de ciudad que queremos. Como ha dicho el experto medioambiental Gonzalo Melián en COPE: «Es falso que Madrid tenga altos índices de contaminación. ¿Queremos ser Londres, una ciudad en la que su casco urbano solo pueden vivir los ricos y a los jóvenes se les expulsa a la periferia?»
¿Qué queremos ser? ¿Queremos cultivar huertos en los techos de los autobuses como sueña Carmena o dar el salto de una vez a los coches eléctricos y hacia una economía menos contaminante?
Esa es la pregunta que debe estar haciéndose la delegada de Medio Ambiente, Inés Sabanés, que ha elegido estos días para descansar mientras la ciudad que le paga el sueldo se ahoga en dióxido de nitrógeno.