SEPARATISMO SINDICAL

Cataluña: el suicidio con bajada de panatlones previa de CCOO y UGT

El nacionalismo está envenenando a la izquierda española, tanto política como sindical, y haciendo que renuncie a sus señas de identidad

Cataluña: el suicidio con bajada de panatlones previa de CCOO y UGT
Cataluña, independentismo, independencia, fanatismo y mentiras. CT

EL movimiento separatista catalán está adoptando estrategias muy similares a las que impulsó el radicalismo abertzale en el País Vasco, con la política de frentes que permitió a ETA la penetración en todos los ámbitos de la sociedad vasca.

Las diferencias entre ambos escenarios siguen siendo evidentes, pero no conviene confundirse con unas coincidencias que se extienden y consolidan. Si los Comités de Defensa de la República pretenden asumir la «borrokización» del proceso separatista, el frente obrero tiene su protagonismo en la Intersindical-CSC.

Esta organización está liderada por un siniestro personaje, Carles Sastre, quien fuera terrorista de Terra Lluire y condenado a 48 años de prisión por el asesinato de José María Bultó, perpetrado en 1977.

Es el mismo Sastre al que la todavía en funcionamiento TV3 calificó como «preso político» y «gran reserva del independentismo».

El modelo de Sastre es el sindicato vasco LAB, cuyo dirigente histórico, Rafael Díez Usabiaga, fue condenado por pertenencia a ETA. En ambos casos, el movimiento sindical es una coartada para llevar al mundo laboral un estado de reivindicación política permanente.

Además, en Cataluña, el objetivo de los separatistas de hacerse con la movilización obrera se está viendo facilitado por la claudicación de los sindicatos supuestamente nacionales, UGT y CC.OO.

Su adhesión al «derecho a decidir» en 2013 marcó el inicio de una absorción nacionalista que antes o después tendría que culminar con su pérdida de identidad. La participación de ambas centrales en la manifestación separatista a favor de los «presos políticos» ha certificado una preocupante ampliación de la base social del separatismo, al menos en su capacidad de movilización.

El nacionalismo está envenenando a la izquierda española, tanto política como sindical, y haciendo que renuncie a sus señas de identidad. Es inconcebible que dos sindicatos de clase se manifiesten con grupos políticos que promueven la desigualdad entre españoles y la insolidaridad entre trabajadores.

Grupos políticos que atacan el Estado de Derecho en el que se reconocen y amparan los derechos de la clase trabajadora, ignorados por unos sindicatos que no han mostrado escrúpulo alguno en apoyar la construcción de la Cataluña del 3 por ciento y del saqueo del Palau.

La izquierda española en su conjunto tiene que hacer una reflexión urgente sobre su papel en la crisis catalana. Ha optado por el doble discurso, para estar -algunos de sus dirigentes- con el Gobierno en las declaraciones oficiales y -otros- en la calle con las manifestaciones anticonstitucionales. Por el momento, UGT y Comisiones Obreras llevan camino de ser fagocitados en Cataluña por el nacionalismo separatista.

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