LA organización terrorista ETA consumó este 3 de mayo de 2018 otra entrega de su extinción por capítulos con la difusión de un mensaje leído por el asesino Josu Ternera.
El texto abunda en los argumentos ya conocidos con los que ETA justifica ante su auditorio la decisión de «desmantelar sus estructuras», algo de lo que se habían encargado la Guardia Civil, la Policía Nacional y la Gendarmería francesa.
ETA explica en el comunicado que su decisión tiene como objetivo abrir un proceso que acabe con el reconocimiento «nacional» del pueblo vasco y la implantación de un Estado Vasco.
Los terroristas llaman a la «izquierda independentista» a liderar ese proceso, lo que implica un movimiento político de ETA que no debe desdeñarse. Los etarras siguen teniendo muy presentes los acontecimientos políticos en Cataluña.
Lo hicieron cuando acordaron una tregua unilateral y sólo para Cataluña, mientras se debatía, a instancia del gobierno presidido por el socialista Pasqual Maragall, un proyecto de Estatuto que pretendía un modelo de relación confederal entre Cataluña y el resto de España.
Este objetivo fue el que el TC dejó sin efecto en 2010. Sin embargo, pese a que el Estatuto catalán no logró -al menos formalmente- su propósito de suplantar la Constitución en Cataluña, la implicación de dirigentes proetarras, como Otegui, en el «procés» abierto con el referéndum ilegal del 9-N y continuado con el del 1-O, muestra que sigue vigente el interés de ETA por extrapolar al País Vasco el conflicto separatista catalán.
Además, aunque no la mencione expresamente, ETA pone a Navarra en su futura agenda política cuando habla de una «Euskal Herria reunificada».
Y lo hace en un momento propicio para sus objetivos, cuando el País Vasco y Navarra están gobernados por un nacionalismo panvasquista, que de una manera u otra sustituirá el conflicto violento de ETA por nuevos conflictos políticos.
El Estado ha disuelto a ETA y ahora ETA se marca los objetivos políticos que necesita para seguir viva en la sociedad vasca.
