NUEVO PARIPÉ SEPARATISTA EN BERLÍN

El prófugo Puigdemont pone pilas alemanas a al dispositivo de control remoto sobre su partido

La estabilidad es la muerte política del separatismo, como lo será para Puigdemont no ser investido president

El prófugo Puigdemont pone pilas alemanas a al dispositivo de control remoto sobre su partido
Carles Puigdemont, ex presidente autonómico de Cataluña. EF

Apesar de las medidas aplicadas por el Gobierno al amparo del artículo 155 de la Constitución, Cataluña no ha recuperado la normalidad democrática y está lejos de hacerlo porque su agenda política sigue en manos de los secesionistas.

El bloque separatista sólo propone opciones que prolongan el conflicto con el Estado y perpetúan la división en el seno de la sociedad catalana. Ese bloque no se rige más que por la directriz de que sus decisiones no deben facilitar la estabilidad de Cataluña. La estabilidad es la muerte política del separatismo, como lo será para Carles Puigdemont no ser investido president.

Por esta razón, el fugado está estirando todo lo posible su control remoto sobre su partido, JpC, a cuyos diputados reunió este 5 de mayo de 2018 en Berlín para escenificar un nuevo cierre de filas en torno a su persona.

Nuevo paripé pues saben que el huido está en un callejón sin salida y es imposible su investidura a través de un plasma. Hay que confiar en que el TC corte de raíz cualquier intento de investidura a distancia. El Gobierno de Mariano Rajoy ha anunciado que impugnará la ley aprobada por el Parlament para permitir que Puigdemont sea investido sin aparecer por la investidura. Los asistentes al teatrillo berlinés de ayer son conscientes de que será Elsa Artadi u otra persona la que habrán de proponer.

El plazo para investir presidente finaliza el 22 de mayo y todo apuntaba a que el bloque separatista no pondría en riesgo su mayoría absoluta -formada por JpC, ERC y la CUP- con unas nuevas elecciones y a que acabaría invistiendo a un candidato simbólico.

El problema del separatismo es que no quiere perder la épica del exilio. Investir presidente a un candidato fugado le garantiza no solo esa situación sino que, además, puede complicar la decisión del tribunal de Sleschwig-Holstein sobre su entrega a España.

Sin embargo, la posibilidad de celebrar nuevas elecciones se hace hueco en la opinión pública a medida que los partidarios de Puigdemont insinúan encuestas que otorgarían mayoría absoluta al tándem JpC y ERC.

Así las cosas, y ante la insensata obcecación en defender la candidatura de un forajido, no es momento de rebajar el nivel de la confrontación con el separatismo, ni de hacer gestos equívocos en aras de la «normalización».

La crisis separatista se desarrolla en varias pistas -Europa, la Sala Segunda del Tribunal Supremo, la sociedad catalana y el Parlament- y aunque cada una tiene sus propias reglas, todas tienen en común la necesidad de que el Estado, a través de sus instituciones políticas, persevere en la defensa activa de la Constitución, y de que los partidos constitucionalistas la lleven a todos los espacios públicos de una Cataluña que sigue secuestrada por el desvarío separatista y su infumable teatro.

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