ANÁLISIS

Pedro Sánchez intenta apuntarse un tanto con los inmigrantes, pero la UE le chafa la jugada

Macron habla de "iniciativa franco-maltesa" sobre el Aquarius mientras el líder del PSOE dice que él "coordinó" el acuerdo

Pedro Sánchez intenta apuntarse un tanto con los inmigrantes, pero la UE le chafa la jugada

Hay que tener cara, pero los políticos y no sólo los del PSOE, son así. Macron habla de «iniciativa franco-maltesa» sobre el Aquarius mientras Sánchez dice que fue el quien «coordinó» el acuerdo. Y en medio, el primer ministro de Malta, Joseph Muscat, deja como la chata al presidente español.

La implicación de terceros países es una buena noticia porque reduce la soledad de España ante la llegada de inmigrantes rescatados. Pero sigue siendo un parche, mientras el reparto no afecte a los miles que llegan por el Estrecho

AL final, el Aquarius no estaba tan lejos como afirmaba el Gobierno y 60 de los inmigrantes que se hallan a bordo del buque serán acogidos por España. La solución ha consistido en un acuerdo a seis bandas de España, Alemania, Portugal, Malta, Luxemburgo y Francia.

Aunque desde La Moncloa se ha atribuido la paternidad del acuerdo a Pedro Sánchez, los gobiernos de Francia y Malta han presentado el reparto como una iniciativa entre ambos países.

Si el resultado es lo que importa, también es relevante saber cómo se ha gestado el acuerdo y quién tiene la fuerza política suficiente para imponer una solución multilateral a escala europea.

La implicación de terceros países es una buena noticia, porque reduce la soledad de España ante la llegada de inmigrantes rescatados en el Mediterráneo, pero no deja de ser un hecho aislado. El acuerdo no forma parte de un protocolo único vinculante para todos los países miembros de la Unión Europea.

El reparto de los inmigrantes del Aquarius y de otros que se encuentran a la espera de un puerto seguro es coyuntural y queda a merced de la voluntad de cada Gobierno caso por caso.

Tampoco ofrece solución a la llegada masiva y continua de pateras por el Estrecho y el mar de Alborán, ni a los asaltos a las vallas de Ceuta y Melilla, cuya contención requiere de forma inexcusable el apoyo de Marruecos.

Este segundo capítulo del Aquarius irá seguido de otros muchos, porque no hay solución al problema migratorio si no se aborda en sus puntos de salida y porque las mafias del tráfico de personas toman nota de lo que está pasando. Políticamente, el reparto entre los seis Estados europeos no esconde la ausencia de estrategia migratoria en el Gobierno de Sánchez. Del entusiasmo buenista al primer Aquarius, el Ejecutivo socialista ha pasado al argumento risible y falso, de que esta vez el buque estaba demasiado lejos, para luego acabar aceptando 60 inmigrantes.

No era un problema de distancia, sino de número. Las concertinas siguen en su sitio e incluso el Gobierno socialista va a defender ante Bruselas la legalidad de las «devoluciones en caliente». Un caos.

La política migratoria del Gobierno es una oportunidad que sus socios populistas y separatistas han querido aprovechar para dejar en evidencia a Sánchez.

Al desplante afrentoso de Torra, se une la presión que ejerce en este apartado Podemos, principal apoyo parlamentario del PSOE y que promete hacerle la vida imposible, ya que el populismo nunca abandona la demagogia ni la irresponsabilidad.

A Sánchez le conviene dejar de ofrecer tantos flancos tan débiles, por su estabilidad en La Moncloa y por mantener la dignidad de la Presidencia que ostenta.

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