ANÁLISIS

El ‘okupa’ Sánchez ni sabe ni contesta

El presidente socialista está solo y no tiene más opción que disolver el Parlamento y convocar elecciones generales

El 'okupa' Sánchez ni sabe ni contesta
Pedro Sánchez y el avión Falcon oficial. EP

EL pleno monográfico del Congreso de los Diputados sobre Cataluña demostró este 12 de diciembre de 2018 lo que se sabe desde la moción de censura contra Mariano Rajoy: que Pedro Sánchez no tiene idea alguna de cómo gobernar España (La extraordinaria ristra de ‘patadas’ de Pérez Henares a Sánchez: «¡Es impostado y genuflexo con el separatismo y tiene pánico a las urnas!» ).

La bofetada electoral en Andalucía, todo un drama histórico para el PSOE, ha forzado a Sánchez a simular un mero cambio de retórica sobre Cataluña, pero nada más (Delkader le baja el pulgar a Pedro Sánchez en los morros de la directora de El País, fan incondicional del socialista).

De hecho, el presidente del Gobierno acudió a la Cámara Baja para anunciar que, si hace falta, mandará policía a Cataluña. Con el ministro del Interior habría bastado para semejante primicia (A Arcadi Espada casi ‘le da un ataque’ en directo por culpa de la demagogia de Sánchez: «¡Me da vergüenza como ciudadano!»).

El problema real es que Sánchez buscó en Cataluña su encumbramiento político -como en su día lo buscó Rodríguez Zapatero con la negociación con ETA- y Cataluña se lo ha llevado por delante (El caradura Pedro Sánchez intentará ahora envolverse en la bandera de España).

Los andaluces han avisado claramente de que no se puede ser presidente del Gobierno de España y, al mismo tiempo, ser socio de los que quieren romper España (El socialista Sánchez se gasta 120.000 € del dinero público en comprar chilabas para los ilegales que entran en Melilla).

El «giro» de Sánchez ante el desafío independentista se ha limitado a juegos de palabras, a respuestas condicionadas y, en última instancia, a sobrevivir el tiempo que pueda a su propia impotencia.

La coalición destructiva de la moción de censura ha saltado por los aires porque no se apoyaba en más objetivo que echar a Mariano Rajoy.

A Sánchez le han tomado la medida los separatistas, que se ratifican en la apología e inducción de la violencia callejera porque ven que el Estado no reacciona.

Podemos ya percibe al PSOE como un lastre electoral y quiere marcar distancias aumentando el grosor de sus propuestas contra el sistema.

Y Partido Popular y Ciudadanos se ven confirmados en su diagnóstico de que Sánchez está en caída libre y no muerden el señuelo del «sentido de Estado» que les pide el presidente del Gobierno.

Sánchez se atrevió ayer a pedir a Casado la misma lealtad que él tuvo con Rajoy, olvidando que Rajoy pactó con él la respuesta en Cataluña, lo que no ha hecho con el actual presidente del PP.

Andalucía y Cataluña, por motivos distintos pero compatibles, han echado el cierre a la legislatura de Pedro Sánchez, que nunca debió tener otro contenido que un anticipo electoral tras la moción contra Rajoy.

Sin Presupuestos Generales para el Estado, sin Andalucía, sin plan para Cataluña, sin mayoría estable en el Congreso, sin la confianza de su partido, Pedro Sánchez está solo y no tiene más opción que disolver el Parlamento y convocar elecciones generales.

Cualquier otra decisión se deberá únicamente a cálculos partidistas y a la resistencia a aceptar que ha vuelto a fracasar al frente del PSOE.

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