ANALISIS

Las cagadas de Pablo Iglesias, las mangancias de sus compinches y el hundimiento de Podemos

Las cagadas de Pablo Iglesias, las mangancias de sus compinches y el hundimiento de Podemos
Iñigo Errejón, Pablo Iglesias y Ramón Espinar (PODEMOS). EP

No han podido, ni sabían como hacerlo (Caos en Podemos por la amenaza real de Venezuela: si cae Maduro cae Pablo Iglesias).

La descomposición orgánica de Podemos es un hecho. Es un hundimiento estructural en toda regla (Iglesias decapita al especulador Espinar por no haberse olido la traición de Errejón).

La renuncia de Ramón Espinar, secretario general en Madrid, a todos sus cargos y a su escaño, unida a la cita que ayer mantuvieron diez líderes regionales en Toledo para cuestionar la estrategia de Pablo Iglesias e impulsar un acercamiento a Íñigo Errejón, y las crecientes críticas internas en IU por este desmembramiento de la izquierda, apuntan a una seria merma del poder del líder del partido.

Por eso, abrumado por la caída de cascotes en el edificio en ruinas, Iglesias ha convocado el 2 de febrero una reunión urgente del Consejo Ciudadano Estatal, la ejecutiva de su partido, para debatir cómo reaccionan a este tsunami interno.

Aún es pronto para determinar si se trata de un golpe de mano de Errejón que terminará apartando a Iglesias, o si éste será capaz de reconducir a las distintas corrientes de Podemos en torno a un liderazgo medianamente pacífico.

Pero lo cierto es que Errejón ha roto por la cuaderna al partido que contribuyó a fundar. Orgánicamente, Podemos ha dejado de tener estructura en Madrid. Muchos de los diputados en la Asamblea eran críticos con Espinar, quien en numerosas ocasiones ha humillado y purgado a distintos portavoces y parlamentarios.

Sin embargo, ni Podemos va a presentar candidatura a la Alcaldía para no competir con Carmena -que ha sido inmisericorde en su desprecio a Iglesias-, ni está claro que vaya a hacerlo a la Comunidad.

Y aunque se diese ese supuesto, el candidato nunca habría sido Espinar, un político carente de peso alguno, lastrado por su soberbia política y sin empatía con sus propios militantes.

De ahí su espantada, que no hace sino terminar de dinamitar a un partido incapaz de superar sus contradicciones, su pugna de egos, sus codazos por encontrar un hueco en las listas, su nula ejemplaridad pública y la levedad de su proyecto político.

¿Por qué se agrieta Podemos? Hay varias razones:

  • —El sarampión morado fue un fenómenos televisivo. Durante tres años largos, Iglesias, Errejón, Espinar y la exnovia Tania eran tertulianos perennes en dos cadenas de ámbito estatal. Cuando la Sexta y la Cuatro les bajaron el volumen, comenzó el declive.
  • —Podemos se vendía como un partido angelical. Pero pronto se destapó su propensión a las miserias humanas (léase la Beca Black de Errejón, o las viles cuchilladas por el poder).
  • —Iglesias se hizo el harikiri al traicionar a España lisonjeando a los separatistas. Lo de negociar los presupuestos en la cárcel con el golpista Junqueras no gusta a ningún español, por comunista que sea. Eso no se perdona (como bien le advirtió Bescansa).
  • —Tocar poder en los ayuntamientos resultó letal para un partido de utopía y demagogia, que demostró que gestionar le queda enorme.
  • —El chaletazo de Galapagar resultó una debilidad fatal, una incongruencia indigerible para quienes de buena fe creían en él.
  • —El dinero chavista que engrasó a la organización se ha evaporado tras el crack venezolano.

Los errores de Podemos son numerosos. Los resultados de Andalucía no han hecho sino acreditar que muchos votantes de la izquierda han dejado de creer.

Su defensa del régimen dictatorial venezolano casi es una anécdota tras comprobar cómo pretendían «tomar por asalto» los organismos claves del Estado en un Gobierno con Sánchez; cómo se eliminan entre ellos, sin piedad; cómo el líder ha convertido de facto en «número dos» a su propia pareja sentimental, o cómo sus dirigentes han pasado de luchar contra los desahucios a comprar viviendas de lujo con ostentación. O cómo han convertido los ayuntamientos que rigen en paraísos del enchufismo y la pésima gestión.

Si Podemos pretendía que la ciudadanía les exculpase de sus errores porque su populismo falsario lo justificaba todo, no podían estar más equivocados. Quizás sea Iglesias quien tenga que marcharse si quiere que quede algo en pie entre los escombros de Podemos.

El Lenin castizo que pretendía derribar la monarquía contempla desde su dacha de Galapagar cómo arde su nave.

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