Pocas veces habíamos leído a un Ignacio Camacho tan enfurecido por algo tan aparentemente inocuo como un debate televisivo entre candidatos a la presidencia del Gobierno.
Pero este 4-N solo le dejó un mal sabor de boca perenne al columnista del diario ABC, que en su edición de apenas unas horas después sacaba un artículo lapidario no contra uno ni contra dos de los líderes participantes, ¡sino contra los cinco! Los 5 mejores memes del ‘guarrus lapsus’ de Pablo Iglesias en pleno debate electoral.
Bajo título El voto de los tontos, así se despachaba el periodista:
Hace tiempo que las campañas electorales en España parecen dirigidas a captar el voto de los tontos. No ya de los ingenuos que aún son capaces de creer en promesas, sino de los espíritus simples, de los forofos de mentalidad estrecha que eligen su papeleta en función de zascas dialécticos, consignas ramplonas o frases hechas.
Proseguía metiendo el dedo en el ojo a los espectadores/votantes y a los líderes/protagonistas:
El debate de anoche resultó una lastimosa constatación de ese proceso trivial que ha convertido la política en un espectáculo de baja calidad para un público adocenado. Reproches cansinos, recetas de brocha gorda, sofismas, argumentos vacuos. Un enredo circular sobre el bloqueo y los pactos –como si los fuesen a desvelar, caso de que lo supieran–, la sombra retrospectiva de Franco y la habitual secuencia de interrupciones y numeritos de pretendido impacto favorecidos por la heterogeneidad del formato. Sin profundidad, sin enjundia, puro vuelo gallináceo.
Así vio Camacho el final del debate, como conclusión de este apaleo generalizado:
A todos se les echó la madrugada sin propuestas sólidas; les falta solvencia, oficio, cuajo, trapío. Oyéndolos, habría que actualizar la célebre frase de Hayek: populistas de todos los partidos.