Sus Señorías hablan búlgaro

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La riqueza de la lengua española es evidente. Su importancia en el ámbito social, cultural, mercantil, profesional, internacional, etc, obvia.

El español o castellano es una de las lenguas más habladas del mundo.

Un amigo de Zaragoza, a cuyo hermano conozco bien, me hablaba de éste recientemente:

Ya sabes que Pedro, me decía mi amigo, se casó con una chica de Bulgaria hace casi veinte años. Allí se fue a vivir y, sorprendentemente para quienes le conocíamos, se integró muy bien en ese país. Tienen ya cuatro hijos y todos –mi hermano incluido- hablan un búlgaro fluido. Y, además, español.

Me sorprendió, añadía mi amigo, que este verano, cuando nos han visitado, estábamos cenando los dos matrimonios en un restaurante madrileño y Pedro se empeñó en hablar en búlgaro.

Comenzó a hacerlo con el camarero; mi cuñada le iba traduciendo al español.

Sé bien lo mucho que ama la lengua de su esposa y de sus hijos, y cómo la ha hecho suya propia, tras tantos años, pero… pensé que era una broma y que quedaría ahí.

Sin embargo, me parecía estar soñando cuando, ya solos los cuatro, constaté que, mesa y mantel por delante, mi hermano no cambiaba de registro. Su mujer nos iba haciendo traducción simultánea… Y la mía prefirió bajarse una app de traducción que instaló en su móvil…

Pasados los primeros momentos de desconcierto, ante la absurda situación que vivíamos, le planteé a mi hermano que la broma estaba yendo demasiado lejos, que dejara de vacilarnos, y que hablásemos todos la lengua que todos conocíamos (mi cuñada estudió su carrera universitaria en nuestro país y habla castellano con absoluta fluidez). Pedro se negó.

Seguro que a ustedes esta historia les está pareciendo increíble, por carecer de sentido común, entre otras cosas: es increíble; tanto que –les confieso- me la he inventado.

Pero es menos increíble de lo que parece.

Me explico: en el Congreso de los Diputados, los 350 señores a los que pagamos, y pagamos bien, van a abordar la propuesta de incorporar el uso cotidiano de las distintas lenguas oficiales de las diversas CCAA. Y llenar la Cámara baja de pinganillos e intérpretes mientras debaten.

Si ya sus señorías no son capaces de entenderse en su única lengua común, con la que está cayendo, algunos plantean llevar a cabo este asunto tan lógico y prioritario, que comporta además un importante gasto anual (empezando por el de hacerse con traductores simultáneos, por poner solo un ejemplo).

Pero no se preocupen ustedes: barra libre, paga la casa.

O, mejor dicho, preocúpense, porque ustedes son “la casa”. Y es de sus bolsillos (esos mismos con los que intentan, mes a mes, hacer frente al recibo de la luz; esos que tienen difícil que les llegue la pensión) de donde se va a pagar la fiesta, si esto prospera. Lo cual no sería muy extraño, si el PSOE en el Congreso hace lo que ha hecho la semana pasada el PSOE en el Senado.

El asunto, además de miga económica y política, la tiene educativa. ¿A dónde pretenden llevarnos algunos? ¿No son capaces de convivir y de “parlamentar” en su única lengua común, en la oficial en toda España? ¡Vaya ejemplo!

Me decía una sobrina (que por cierto habla muy bien tres idiomas), cuando leía esa noticia: Tío, ¿algunos están tontos, o qué?

Como uno ya peina canas, le respondí: Que te contesten ellos.

Me temo (ojalá me equivoque) que la respuesta no va a ser “o qué”.

¡Vaya tropa!

José Iribas Sánchez de Boado

Exconsejero de Educación de Navarra

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