No va más. Mariano Rajoy exigió ayer en numerosas ocasiones a José Luis Rodríguez Zapatero la inmediata convocatoria de elecciones. Duro en la forma y en el fondo, el presidentedel PP enumeró uno a uno los bandazos del Ejecutivo y la total contradicción entre su política y su programa.
Al gallego le bastó echar mano del Diario de Sesiones y leer algunas declaraciones del presidente del Gobierno durante el anterior Debate sobre el Estado de la Nación, para poner en evidencia los bandazos de Zapatero y sus convicciones acerca del gasto público, el déficit, la congelación de las pensiones, el sueldo de los funcionarios o una reforma laboral sin el concurso de los agentes sociales.
Para los analistas de , el claro ganador del debate de ayer fue Mariano Rajoy. Otaola y De Diego coinciden en que en el discurso del presidente no se reconoce la España real, con cuatro de cada 10 jóvenes en paro, mientras que Martín Beaumont destaca la falta de anuncios y sorpresas. Para Quevedo, quedó clara la soledad parlamentaria del presidente.
CARLOS DÁVILA: «EL TÍTERE IRRITADO»
Decía ayer mismo el presidente de una de las más importantes compañías de España: “El problema es cómo nos deshacemos de Zapatero”. Lo mismo sentenció Rajoy. Este personaje nefasto que nos manda, ni tiene reputación, ni crédito exterior, ni autoridad moral, ni inspira confianza. Es un títere irritado del que también decía ayer mismo un enorme profesional español: “¿Cómo se le puede confiar la solución de la crisis a quien la negó y la creó?”. Ningún empresario depositaría su fe en un gerente tan extraordinariamente negativo. Ayer Rajoy le exigió la disolución del Parlamento. Zapatero no le hará caso. Él no es una anécdota, es ya a estas alturas un auténtico infortunio nacional. Un engaño trilero con el que no se puede ir a recoger una herencia: no es que se la quede como cualquier socialdemócrata más; simplemente la perdería.
RAMÓN PI. «MÁS DE LO MISMO»
El debate entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy ha sido el de siempre: Rodríguez Zapatero pide apoyo para no ir solo en las decisiones impopulares, y Rajoy le replica que en él ya no se puede confiar, que él es el problema, y que convoque elecciones. Rodríguez Zapatero le reprocha que no presente un programa alternativo, y Rajoy no se da por aludido, porque al fin y al cabo él está en la oposición, como dijo Duran i Lleida. Déjà vu. El único resquicio a la esperanza lo ha ofrecido el propio Rodríguez Zapatero: ha dicho que hará lo que convenga a España, aunque esto tenga un alto coste para él. Pero, claro, a José Luis Rodríguez Zapatero hay que traducirlo: cualquiera sabe lo que ha querido decir un hombre que al aborto lo llama “salud reproductiva”.
ENRIQUE DE DIEGO: «QUE SE VAYA»
Resulta insoportable escuchar a Zapatero reinventándose a sí mismo. La economía tiene muchos problemas, todos gravísimos, pero el peor es su continuidad en el poder sin credibilidad. Ya no gobierna con su programa sino con el marcado por Alemania . Él, en su incompetencia, intenta cuadrar el círculo: necesita ingresar más para mantener el gasto. Imposible. No atiende a ninguna doctrina económica conocida, sino al mero vivir al día mientras incrementa la deuda. Es una pérdida completa del sentido de la realidad. Un fracaso completo, un agravamiento diario. El fuerte aplauso de sus bancadas es altamente significativo: es el respaldo de los estómagos agradecidos, de quienes predican la austeridad pero sólo para los demás. Rajoy, con acierto, ha resaltado la pérdida de tiempo y la necesidad de elecciones.
CONSUELO SÁNCHEZ-VICENTE: «TIQUI-TACA DE LA NACIÓN»
Mariano Rajoy fue de bien a mejor. Tan a mejor que por dos veces el presidente del Congreso, José Bono, tuvo que pedir silencio y respeto a las bancadas socialistas en un tono totalmente inusual e insólito; cuando dijo que si José Luis Rodríguez Zapatero hubiera hecho hace un año lo que ahora dice, como pedía el Partido Popular, estaría hecho “con más justicia y menos dolor”, menos paro, menos déficit, menos pobreza, menos desconfianza en España; y también cuando le exigió que dejase de engañar a la gente con que se puede cambiar legalmente la sentencia del Estatuto catalán. Le acorraló, pero dejó al descubierto el flanco de siempre, la alternativa a lo que hay no puede ser que José
María Aznar lo hizo mejor, y por ahí respiró (¿y le ganó?) José Luis Rodríguez Zapatero.
DIEGO ARMARIO: ¿QUÉ NACIÓN?
Si Montilla, que es cordobés vale para presidente de la Generalitat, Rodríguez Zapatero, que es de León, también sirve. Está visto que no necesitamos a catalanes para hacer un roto en la España constitucional. Por eso no sé de qué nación se ha hablado en el Congreso de los diputados hace unas horas, porque el jefe del Gobierno está de acuerdo con el de Iznájar en hacer trampas para incumplir la sentencia del constitucional. Después oír a ZP he oído a Rajoy y en estos momentos no sé si cortarme las venas o dejármelas largas. Ya sabemos todos que Zapatero es un desastre, pero necesitamos a alguien capaz de hacer algo más que recordárnoslo. Me fío de Rajoy, pero aporta poco cuando se limita a decir obviedades. Menos mal que ha pedido elecciones generales anticipadas.
FEDERICO QUEVEDO: «CON ZP PERDEMOS TODOS»
El presidente llegó ayer al debate con ganas de ir a por lana y salió trasquilado a manos del líder del PP y del resto de portavoces de los grupos parlamentarios, que pusieron en evidencia su soledad parlamentaria. Rodríguez tuvo una primera intervención plana, fría y vacía de contenidos y de propuestas, y sólo sacó a relucir su genio en la réplica al líder del PP para intentar el cuerpo a cuerpo mediante la descalificación personal y la provocación. No era mala táctica, pero Rajoy no entró al trapo y puso de manifiesto lo que en la calle ya es un clamor: con ZP perdemos todos, porque no es creíble ni él ni sus políticas, y lo mejor que puede hacer es irse y convocar elecciones.
ESTHER JAÉN: «ZAPATERO SIGUE VIVO»
Ha sido un debate muy duro, quizá más duro Zapatero que Rajoy en lo personal, pero que no nos permite sacar nada nuevo en claro de ninguno de los dos partidos, ni el que está en el Gobierno ni el que aspira a estarlo. Rajoy se ha enrocado en la petición de elecciones anticipadas y no ha sabido replicar a Zapatero cuando éste le ha desafiado, una vez más, a que presente una moción de censura, un programa o una alternativa. Rajoy se ha esmerado mucho más en las formas que en el fondo mientras que Zapatero ha hecho lo contrario; ha hecho un discurso con más fondo pero le ha faltado guardas las formas en algún momento.
ANTONIO MARTÍN BEAUMONT: «OTRO DESENCUENTRO»
Otro debate para el desencuentro. Rodríguez Zapatero, con pocas sorpresas, ha dedicado su discurso a la economía sin aportar grandes novedades; ha tratado de recuperar sus apoyos catalanistas y del PSC ofreciéndose abiertamente a dar la vuelta desde el Legislativo a la sentencia del Estatuto de Cataluña. Rajoy no ha dejado espacio para la duda: no ha entrado al trapo de la cortina de humo del Estatut catalán y ha pedido con claridad el final anticipado de la legislatura. En materia económica, Rajoy ha tirado de Diario de Sesiones para recordar las promesas incumplidas y las reformas ahora aplicadas y antes negadas.
REGINA OTAOLA: «CAMBIAR AL SANTO»
¿De qué país hablaba ayer Rodríguez Zapatero? Desde luego, no del nuestro, porque la España real no se reconoce en el discurso del presidente. Una España con un 40% de paro juvenil, con recortes sociales, en déficit galopante… Una España que se siente engañada por el desaguisado constitucional que ha perpetrado quien debía velar por la cohesión nacional. Esa España real que tan bien describió Mariano Rajoy y que conduce a su pregunta: “¿De qué sirve cambiar la peana y conservar al santo?”. Señor Rodríguez Zapatero, haga caso del sentido común y convoque elecciones de inmediato para que el debate pueda comenzar.
Originalmente publicado en La Gaceta.