El PP y UPN rechazaron la medida por considerarla un disparate
Zapatero necesita a los nacionalistas, para mantenerse en La Moncloa. En el PSOE hay muchos a los que acompleja la idea de ser solo español. Y con ese telón de fondo, pasa lo que pasa.
Los socialistas permitieron este 21 de julio de 2010 que el Senado reforme su Reglamento en contra de la opinión del grupo mayoritario, el PP.
El objetivo es convertirlo en el primer parlamento español en el que se podrá hablar en cinco idiomas, todas las lenguas oficiales en alguna comunidad autónoma.
La propuesta de 34 senadores nacionalistas e independentistas salió adelante tras un bronco debate. Al final, fue enmendada a la baja por el PSOE y se convirtió en una reforma limitada, «un pequeño paso» para los nacionalistas.
El texto contó con 134 votos a favor y 115 en contra, los del PP y UPN.
Desde enero de 2011, todas las lenguas españolas se podrán utilizar en el debate de las mociones en Pleno. Para ello, la Cámara tendrá que contar con intérpretes y un sistema de traducción simultánea para que los parlamentarios de las Cortes se entiendan entre sí.
Se salvarán de usar auriculares el presidente del Gobierno y sus ministros, ya que la sesión de control y aquéllas en las que puedan intervenir serán siempre en castellano.
El debate puso de manifiesto la enorme distancia que separa a algunos portavoces nacionalistas de otros.
En un extremo se situó Miquel Bofill (ERC), que resaltó que lo aprobado es «una reforma mínima» y advirtió de que en Cataluña «crece el independentismo» y «el sentimiento de que el Estado español no acepta nuestra identidad».
«Algunos parece que quieren que nuestra lengua no exista y que nosotros no existamos como catalanes».
Bofill avanzó que volverán a proponer extender aún más el uso de las lenguas a todas las actividades y órganos de la Cámara, sin excepción, esta misma legislatura.
Desde CiU, Jordi Casas defendió la medida como un reconocimiento de «la España plural».
Y el propio Carles Bonet, portavoz de Esquerra, avaló la propuesta porque «las lenguas gallega, catalana o vasca son tan españolas como la castellana».
Casi todos reprocharon al PSOE no haber llegado más lejos y, sobre todo, que no haya permitido que Zapatero use la traducción simultánea.
Especial énfasis puso el senador del PNV Iñaki Anasagasti cuando les preguntó:
«Si Zapatero usó auriculares con un maltés, durante reuniones celebradas durante la Presidencia española de la UE, ¿por qué no puede hacerlo con un catalán?».
En el lado opuesto, el PP y UPN rechazaron la medida por considerarla «un disparate», ya que en España existe «una lengua común, el castellano, que todos tenemos el derecho a usar y el deber de conocer», en palabras de la portavoz adjunta del PP, Rosa Vindel.
La senadora calificó de «vergonzante» la reforma porque el PSOE ha excluido a Zapatero del uso de los auriculares:
«La opinión pública no sale de su asombro, de su perplejidad y de su indignación».
El senador del PSOE José Ignacio Pérez Sáenz representó la posición intermedia.
En su opinión, esta reforma «facilita la cohesión de España» porque es «integradora».