En la mañana del martes 24 de julio, ante la Subcomisión del FROB, comparecían voluntariamente el Ex Secretario de Estado José Manuel Campa Fernández y el Ex Gobernador del Banco de España Miguel Ángel Fernández Ordoñez.
Y parece que los dos no lo hacían por el mismo motivo, ya que el primero acudía al Congreso en atención a la llamada de la Subcomisión del FROB, mientras que el segundo lo hacía por la condescendencia de la Presidenta de la Comisión para permitir una comparecencia que el Ex Gobernador dijo haber pedido.
A la hora de atender las preguntas, contestó algunas (las menos), olvidó otras (las más), bordeó las respuestas de otras (algunas). Y terminó la tarea recibiendo el parabién de la Presidencia y un ruido muy especial de la concurrencia, ni aplauso ni rechazo, hecho por unas manos, las de sus señorías, que se apoyaban con fuerza y ruido sobre el tablero inclinado de las mesas corridas.
A las doce de la mañana tocaba «el turno» del Ex Gobernador del Banco de España, al que se conoce por MAFO, que es el acrónimo formado al unir las primeras letras de su nombre compuesto (Miguel Ángel) y sus dos apellidos (Fernández Ordóñez).
Con Mafo en cartel, la expectación era importante y ante la puerta de la Sala de Ernest Lluch, donde se reunía la Comisión de Economía y Competitividad, se había congregado una buena representación de la Prensa Nacional.
Y la comparecencia, que estaría llena de símiles taurinos a lo largo de la mañana, comenzó con uno de ellos: el ex Gobernador comenzó la faena con «una larga cambiada por la izquierda», ya que fue por la izquierda y no por la puerta del centro, donde le esperaban todos, por donde hizo el paseíllo.
Siguió el acto con la entrega a la prensa de un texto de 15 páginas con un par de gráficos en inglés que, esperábamos, leería y explicaría. Se inició la prueba de oratoria con la lectura del discurso por el compareciente, con una voz tranquila, bien modulada e incluso ligeramente cálida.
Iba por la mitad de la lectura, ya había introducido algunas de las que los actores conocen como «morcillas» y había suspendido la lectura de alguna frase, cuando apareció el segundo de los pases taurinos de la mañana, que alguien desde los sillones de la prensa, en la última fila de la sala, bautizó como «el Pase del Olvido».
Pues fue un olvido, un desplante o ambas cosas a la vez, las que se produjeron cuando olvidó, silenció o despreció las once líneas de la página 10 que aludían a la «situación de fragilidad» que, según él, aconsejaba que no «diera mi visión sobre cómo ha gestionado el gobierno la reestructuración bancaria durante estos meses»
No quería hacer crítica al gobierno, decía, pero con la omisión de la lectura de un texto, que antes se había hecho llegar a la prensa, justamente se hacía lo contrario y el «Pase del Olvido» se convertía así en un «Pase de Castigo» en forma de velada crítica al gobierno de Rajoy, no por omisa menos firme, agria y sibilina.
Continuó la lectura explicando las bondades de las acciones del Banco de España bajo su mando y los logros supuestamente conseguidos, citando algunos de los errores cometidos, por acción u omisión, por las autoridades españolas y colocándose en un plano, etéreo y casi angelical, ajeno a unas responsabilidades que parecían no corresponderle.
Para terminar su primera intervención, se dedicó a proponer una acción conjunta de todos que ofreció como consejo con algunas frases importantes, muy en consonancia con el tono doctoral con el que parecía impartir su solemne magisterio:
– Ahora no importa solo el «qué hacer» sino «cómo hacerlo»
– La situación española es tan delicada que no es capaz de soportar las tensiones habituales en el juego político en situaciones normales. Esta Crisis no se resolverá empujando a todos hacia el enfrentamiento partidario.
– En una situación así resulta contraproducente buscar chivos expiatorios, a los que endosar responsabilidades. Porque, como he mostrado, no los hay.
Llegado a este punto, se calló y, como en el caso de los toreros antiguos, «esperó apoyado en tablas», sentado en la mesa y tomando apuntes, a que los portavoces usaran «sus turnos» y dibujaran «sus quites» más o menos pintureros.
Entre ellos, pareció prestar una atención especial al último de los oradores: el portavoz del PP, Martínez Pujalte, que intentó evadirse de la situación que había ido componiendo el orador con alguna afirmación («Usted no viene aquí a debatir. Yo quiero saber responsabilidades. Usted tenía que supervisar, promover y vigilar desde el Banco de España»). Y con la retahíla de preguntas que formuló a continuación («¿Vd. participó en el diseño del FROB? ¿Por qué cajas con cajas y bancos con bancos? ¿Habló con Rato y Olivas cuando Bankia? ¿Cuánto va a suponer el saneamiento de la CAM?…»)
Con ellas en la libreta y conocidas, no había por qué tener otras prevenciones ni más cuidados que los exhibidos hasta entonces. Mafo ya tenía las preguntas, sabía las respuestas y había llegado el momento no solo de «torear las embestidas» conocidas que ya había sorteado. Parecía mejor «hacer la faena», contestando a modo, silenciando a voluntad y dirigiendo el Parlamento con la pretensión de satisfacer curiosidades ajenas.
Y también, ¡Ay! También con el propósito de crear arte, que también hay arte cuando la oratoria y la inteligencia se unen y se ponen al servicio de un propósito.
Y a ello se aplicó, con la muleta en la izquierda, sin ayuda de espada alguna y con los pases de castigo a punto para ser suministrados, o pasaportados, a diestro y siniestro, con una suavidad y un «temple» tales que algunos de la prensa cuando los percibieron estuvieron tentados de premiarlos con «palmas dispuestas a echar humo» y una serie de «¡Oles!»:
– Me callo por no crear desconfianza. – avisó a la audiencia; y al gobierno.
– Las cajas de ahorros no estaban preparadas para la actividad bancaria. – advirtió para conocimiento de los iniciados.
– Fue un error cesar a Rato. – certificó en crítica feroz a Guindos y al mismísimo Mariano Rajoy.
– Tengo el mayor de los respetos por Rato, que ha tenido problemas de herencias recibidas. – manifestó con un recuerdo nada cariñoso a Miguel Blesa, el amigo de Aznar que Presidió Caja Madrid antes de Rato.
– Lean lo que se dice en el Financial Times. Alguna responsabilidad tienen los sindicatos. – mirando directamente a la frente inclinada de Valeriano Gómez, que es sindicalista y fuera ministro de Trabajo con Rodríguez Zapatero.
– El Banco de España no ha sido un toro. Ha sido un cabestro tirando de la manada. – en referencia a las nada bovinas Cajas de Ahorro.
Y una reconversión final al portavoz del PP que, a pesar de su comedimiento, pareció recibir como lo que en las Ventas se hubiera entendido como una «estocada hasta la bola»:
– No eche usted leña al fuego.
… que, como en el caso del Secretario de Estado, precedió al agradecimiento final de la Presidenta de la Comisión y al rumor sonoro que producían algunos diputados que salían de la Sala entre comentarios sobre lo ocurrido en la sala, murmullos sobre las «cornadas» tiradas y rumores de contenidos diversos: la muerte en Oviedo de Gregorio Peces Barba, el tiroteo sufrido por el hijo de Ruiz Gallardón en Brasil, o el accidente cubano de un joven de las Nuevas Generaciones del PP.
Ya pasaban las tres y media de la tarde cuando Mafo, como a la entrada y parece que como suele, se marchó por la puerta de la izquierda.
José Luis Heras Celemín es corresponsal de Periodista Digital en el Congreso de Diputados.
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