Más vale prevenir, que curar o eso dice la sabiduría la popular. Una virtud de la que carece, precisamente, el PSOE. Al menos en lo que a la agenda de su secretario general se refiere.
Alfredo Pérez Rubalcaba viajó este miércoles a Bruselas para reunirse con líderes socialistas europeos y aprobar una declaración común sobre las medidas para luchar contra el paro juvenil.
Nada mejor para el líder de la Oposición que una visita a la capital comunitaria en vísperas del arranque de la vital cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea.
Cuenta Miguel Ángel Orellana en ‘ESD‘, que Rubalcaba tenía previsto antes de recalar en Bruselas pasarse por el Congreso y, a primera hora, interpelar a Mariano Rajoy en la habitual sesión de control al Ejecutivo.
Hasta ahí todo normal si no fuera porque nadie de los suyos cogió con suficiente antelación el billete de avión para el jefe.
Vamos, que Alfredo Pérez Rubalcaba se topó con la cruda realidad de la ausencia de plazas en un vuelo que le permitiese su rifirrafe parlamentario con el presidente del Gobierno.
Sólo le quedó una vía: salir de Madrid con los primeros rayos de sol. Y así lo hizo.
Solucionado el percance del transporte aéreo, quedaba en el aire otra cuestión: ¿Qué pasaba con su pregunta sobre el montante de los recortes sociales del Gobierno? Rubalcaba encontró una fácil solución.
Soraya Rodríguez, su portavoz parlamentaria, ya se encargaría de formulársela a Rajoy.
Pero, hete aquí, que el secretario de Estado para las Relaciones con las Cortes, José Luis Ayllón, por orden de la superioridad competente, rechazó esa posibilidad. Rodríguez podía interrogar al Ejecutivo, faltaría más, pero La Moncloa se encarga de asignar a un responsable para responder a la Oposición. Y, en principio, no iba a ser Mariano Rajoy sino un ministro
Lo más sorprendente de la boutade es que el PSOE buscó salirse con la suya por las buenas o por las malas.
El Semanal Digital fue testigo de un acalorado encontronazo en la tarde del martes entre el propio Ayllón y Eduardo Madina. Con todo, esta vez el jefe del Ejecutivo acabó apiadándose de los socialistas, pues el secretario general de la Presidencia, Jorge Moragas, intervinó y dio su brazo a torcer.
Y así, Soraya Rodríguez pudo dirigirse a Rajoy en la sesión de control. Pero estuvo a punto de quedarse con las ganas.