Promete, y mucho, esta undécima legislatura en el Congreso de los Diputados. El circo que los partidos de la izquierda más radical perpetraron en la Carrera de San Jerónimo hubiese hecho las delicias de los más pequeños.
Podemos, Compromís, los ecologistas de Equo y demás fuerzas minoritarias creyeron que el hemiciclo era un suerte de Puerta del Sol en tiempos del 15-M y que podían estar allí tirados como les viniese en gana, como si en vez de escaños estuviesen sobre cartones. Sólo les faltó gritar aquello del ‘¡No, no, que no nos representan!’.
El caso es que en la sesión de apertura se pudo contemplar al bebé de Bescansa tragándose varias horas de pleno constitutivo.
Pese a que la podemita se hace acompañar de una tata o niñera alla donde va y de que el propio Congreso de lso Diputados dispone de una guardería, resulta que la ‘realiza encuestas’ de Podemos prefirió exhibir a su pequeño como si fuese un diputado más, al que incluso llevó a una de las votaciones en vez de dejárselo a Pablo Iglesias o a Íñigo Errejón.
Por su parte, los de Equo, cuales personajes redivivos de ‘Verano Azul’, allá que se plantaron bicicleta en ristre. Un poco más y hubiesen sido capaces de meter ese medio de locomoción en los escaños de la Cámara Baja.
Y para que el espectáculo fuese completo, la charanga de Compromís. Más que a un pleno del Congreso, los diputados valencianos, marca blanca en esta ocasión de Podemos, se personaron en Las Cortes como quien va a asistir a una función del espectáculo más maravilloso del mundo. Pero no, el único parecido que podría haber con el circo son los leones.
Pero daba igual, ellos ya montaron su propio circo. Lo único que faltó por allí fue la cabra, aunque no se sabe si es bueno dar ideas porque igual la llevan un día al Congreso y la hacen presidenta de alguna comisión parlamentaria. Al tiempo.