Malas noticias para Pedro Sánchez, a quien ni la momia de Franco parece estar ayudando.
Correos ha admitido ya 918.455 de peticiones de voto por correo para las elecciones generales del próximo 10 de noviembre, una cifra inferior en un 30% a la registrada en el mismo periodo previo a los comicios del 28 de abril.
No es bueno, en principio para los socialistas, que maniobraron para llevarnos de nuevo a las urnas con la tesis de que irían a votar la mayor parte de los que les votaron el 28 de abril. Todo el circo en torno al Valle de los Caídos hay que analizarlo con ese telón de fondo.
El PSOE ganó las últimas elecciones con 123 escaños (frente a los 90 de 2016) y, en un contexto de una menor participación que se da por hecha, los socialistas no necesitan mirar muy lejos. Basta con apelar a aquellos que ya confiaron en el partido hace unos meses.
Pero las orientaciones de una y otra campaña son muy diferentes, como explica Daniel Basteiro en ‘El Español’ este 1 de noviembre de 2019.
Entonces se trataba de hacer frente a la extrema derecha, utilizada en ocasiones poco menos que como vivo reclamo.
Había una expectativa real de que PP, Ciudadanos y Vox pudiesen sumar. Ahora, el partido de Santiago Abascal está en muchas instituciones, el lobo es fiero, pero no tan feroz como se pensaba, y contribuye a la estabilidad institucional en pactos de derechas sin pisar los mandos de ninguna administración.
Ya no se puede proyectar en Abascal miedos desconocidos, que son los más potentes, del mismo modo que no hay en el ambiente una verdadera tensión por la victoria entre el PP y el PSOE. Los socialistas dan por hecho que ganarán y, además, casi todos los demás partidos también.
La campaña socialista gira en torno a la moderación, el no bloqueo, y la proporcional firmeza en la gestión de la crisis en Cataluña.
Preocupación en el PSOE
En el PSOE hace tiempo que hay preocupación. Oficialmente, el partido defiende la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que otorga hasta 150 escaños al PSOE y una ventaja de más de 12 puntos entre el llamado bloque de izquierdas (PSOE, Unidas Podemos y Más País) y el de derechas (PP, Ciudadanos y Vox).
Entre los argumentos de los socialistas están las 18.000 entrevistas del sondeo, más que el resto de casas de encuestas juntas, y el supuesto acierto del estudio previo a las últimas elecciones.
Y, sin embargo, el PSOE maneja sus propios sondeos y seguimientos demoscópicos (conocidos como trackings), que sitúan al partido ligeramente por debajo de los 130 escaños. Incluso ese sería un resultado que firmaría el PSOE con los ojos cerrados en este momento.
Todo reparto de escaños es, en estos momentos, un castillo en el aire, porque la participación es, como en todos los procesos electorales, un dato determinante. Un 32,3% del electorado no ha decidido a quien votar.
En ese contexto, el dato de las solicitudes del voto por correo, casa mal con las pretensiones del PSOE. Unas 918.000 personas pidieron votar por correo, a falta de contabilizar el último día (este jueves), frente a las 1.350.000 de abril. Es decir, más de un 30% de desplome.
En el PSOE no tienen claro que esa bajada vaya a perjudicarles. Argumentan que en abril los comicios coincidieron con la Semana Santa y muchos españoles decidieron pedir el voto por correo. Razonablemente, la cifra puede ser menor porque muchos de los que no han pedido el voto a Correos irán a las urnas, confían en Ferraz.
Los precedentes
Sin embargo, entre las elecciones de diciembre de 2015 y las de junio de 2016 se disparó el voto por correo. Y se trataba de una repetición electoral, como ahora. Es más, en las elecciones repetidas (2016) hubo más voto por correo que en abril de 2019, con unos datos de participación global nueve puntos más baja.
En el PSOE no las tienen todas consigo y sencillamente esperan que la última semana sirva para decantar las cosas. El debate electoral del lunes 4, el único entre cabezas de lista, es una dura prueba para un Sánchez al que no se le dan especialmente bien ese tipo de citas.
Asesores del candidato creen que basta con resistir, colocar algún mensaje clave y visibilizar después que todos están contra el presidente del Gobierno, el único que puede intentar la investidura después del 10-N. De nuevo, estabilidad o bloqueo.
En Ferraz confían en que el electorado más moderado sepa apreciar la estrategia en Cataluña, donde no se adoptaron medidas de emergencia como las que pedían PP y Ciudadanos pero se controló la situación. Y que aspectos como la exhumación de Franco aporten su granito de arena.
Aunque sea pequeño, podría decidir escaños en provincias poco pobladas. De momento, eso no son más que deseos. La caída en el número de solicitudes del voto por correo es muy desalentadora para una campaña que persigue, más que nunca, la movilización.