El líder del PP sólo tiene tiempo para atender a la rubia de Telecinco

Mariano Rajoy se ‘derrite’ con la maciza reportera de «Sálvame»

El dirigente popular se apunta a la moda del político gracioso con la prensa

Demuestrán él y su equipo de comunicación una ignorancia supina en todo lo relacionado con las nuevas tendencias del periodismo y los efectos de la información en internet

Madrid. 30 de septiembre de 2010. Mariano Rajoy, presidente del Partido Popular, acude al hotel Ritz para acompañar a Soraya Sáenz de Santamaría, portavoz de su partido en el Congreso de los Diputados, durante los desayunos del Fórum Nueva Economía.

Como es habitual en estos casos, hay una gran presencia de público, entre compañeros de partido, empresarios, y muchos medios de comunicación.

La ponencia principal corre a cargo de Sáenz de Santamaría, ya que Rajoy acudía únicamente en calidad de presentador de su compañera.

A la conclusión del acto hay interés por conocer la valoración del líder de la oposición de la huelga general que tuvo lugar justo un día antes.

Sin embargo sus colaboradores y acompañantes se esfuerzan en dejar claro que el político no va a realizar declaraciones.

Afuera espera Adriana Abenia, la conocida reportera del programa Sálvame de Telecinco, quien, por cierto, ni se ha molestado a entrar previamente a escuchar a Sáenz de Santamaría.

Su objetivo es Rajoy. El líder del PP, hombre amable, suele atender a la gente y a la bella Adriana de forma singular. Esta vez no iba a ser menos, y así sucede.

Periodista Digital hace un nuevo intento, pues no deja de sorprender el hecho de que Rajoy no fuera a conceder declaraciones y en cambio si atienda a un programa del corazón, pero los guardaespaldas y colaboradores de Rajoy nos lo impiden.

«Sólo» teníamos interés en conocer su valoración de la huelga como líder de la oposición.

Demuestrán él y su equipo de comunicación una ignorancia supina en todo lo relacionado con las nuevas tendencias del periodismo y los efectos de la información en internet.

UN CONSEJO DESINTERESADO

Quizá, buscando un hueco en sus nutridas agendas y robando un par de minutos a su frenético calendario, deberían leer algo escrito hace ya tiempo por Arturo Pérez Reverte, a quien irrita sin disimulo cierta clase de periodismo basura que se hace en televisión, a base de reporteros provocadores que se plantan en actos oficiales o en situaciones más o menos serias y, bajo pretexto de una divertida y sana informalidad, impertinencia tras impertinencia, procuran dar un tono grotesco a la información.

Eso, que en el mundo rosa tiene un pasar -quien vive de dar espectáculo, con su pan se lo coma-, se extiende también, sin escrúpulos, a asuntos más serios como la cultura, o la política.

Rara es la tele que no dispone de un programa donde sus reporteros ponen la alcachofa, no para solicitar información, sino para el intercambio de supuestas ingeniosidades o tonterías a palo seco, siendo el objetivo real ridiculizar al entrevistado.

Por supuesto, la culpa no es suya -a fin de cuentas hacen un trabajo con el que se ganan la vida-, sino de las cadenas que se lucran con esa clase de esperpentos, del público bajuno que los disfruta, y sobre todo de quienes se prestan indignamente, con tal de aparecer treinta segundos en la tele, a las más peregrinas idioteces.

Escribe Pérez Reverte:

«A uno se le cae el alma a los pies cuando ve a gente en principio respetable, políticos de fuste o personalidades de las ciencias, las artes o las letras, dar cuartel en ese tipo de emboscadas groseras, deteniéndose en mitad de un acto oficial a responder, con una sonrisilla forzada y buscando desesperadamente una palabra o frase ingeniosa, a las incongruencias que plantea un entrevistador irreverente que mira a la cámara de soslayo mientras guiña un ojo al teleespectador, como diciendo: a ver por dónde nos sale ahora este gilipollas».

CIERTO AROMA A DECEPCIÓN

Dejó Mariano Rajoy en el aire, al menos entre los periodistas que esperábamos en la puerta, cierto aroma de decepción.

Descubrir que un líder experimentado, a quien muchos siempre han considerado un personaje serio, cae en el común error de hacerse el gracioso y tartar de parecer ingenioso, respondiendo a bote pronto a las memeces que suelen plantear a los políticos los ‘bertos’, ‘chiquilicuatros’, ‘caiga quien caiga’ y otros acróbatas de la telebasura, causa cierto estupor.

Y más si se tiene en cuenta que desde «Sálvame», el programa de Telecinco para el que trabaja Adriana Abenia, viven cachondeándose del PP y de su líder–Esperanza Aguirre se merienda a Jorge Javier Vázquez–y donde su propio presentador reconoce pedir a sus tertulianos que no voten a su partido.

Quizá Mariano Rajoy o algún miembro de su numeroso y estupendamente bien pagado equipo de comunicación podría repasar estos días, antes de que se nos echen encima las elecciones, como se comportan en situaciones similares el francés Sarkozy o el norteamericano Obama.

Seguramente así aprenderían algo y mejor les iría, porque como dice la versión moderna del antiguo refrán: «Con quien con bobos se acuesta…». Porque no saber para quien se vendimia suele pasar facturas a la larga.

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Autor

Roberto Marbán Bermejo

Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y actualmente cursa el grado de Ciencias Políticas por la UNED, fichó en 2010 por Periodista Digital.

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