Francisco Álvarez Cascos ha servido en bandeja de plata una oportunidad al líder del PP, Mariano Rajoy, para exhibir su poderío y autoridad con sus furibundas críticas al partido y el anuncio de su abandono del grupo tras ser rechazado como candidato popular en Asturias.Una vez más, el líder del PP ha tirado de fino desgaste para manejar los tiempos a su antojo y dar calabazas a Cascos.
Cascos ha cometido dos errores, según el columnista de ABC Ignacio Camacho —Política a portazos–.
A un líder acusado de débil no conviene darle ninguna oportunidad de mostrar su fortaleza, sobre todo cuando se siente reforzado por las expectativas de opinión pública. Este principio tan sencillo no lo ha comprendido Cascos, a quien el hervor de la sangre le nubla la capacidad de análisis.
Y por si fuera poco, ha sido incapaz de darse cuenta del minucioso proceso de liquidación del tardoaznarismo que su antiguo compañero de gabinete está llevando a cabo en las filas del PP. Rajoy no quiere otro superviviente del pasado que él mismo, y en las puertas del triunfo se siente con fuerzas para afirmar su liderazgo liquidando a título preventivo a todo el que ose cuestionarlo.
Muchos han sido los que han intentado ningunear a Rajoy en su posición de liderazgo frente al Partido Popular. El que parecía un títere de José María Aznar en sus inicios se ha revelado como un verdadero cabeza de partido, que ha controlado en todo momento el rumbo del PP.
Con esa excitada sacudida aventurerista, Cascos ha hecho a Rajoy más un favor que una faena. Sin él el PP puede, ciertamente, volver a perder en Asturias, pero con su candidatura el verdadero problema habría sido que ganase.
PEDROJOTA INSISTE CON CUESTIONAR A RAJOY
Desde el periódico El Mundo se insiste en cuestionar el liderazgo de Mariano Rajoy. El 3 de enero de 2011, a través de la pluma de Isabel San Sebastián, el diario de Pedrojota apunta a las «incomprensibles designaciones de Rajoy»:
Paco Cascos (…) ni es mi amigo ni me resulta especialmente simpático pero era, sin lugar a dudas, el mejor candidato que podían presentar los populares en Asturias (…). La persona por la que calman los asturianos hartos de socialismo, que son la mayoría.
[Cascos] se considera víctima de una injusticia y lo es, aunque lo peor no es eso. Lo más grave es que el PP se ha pegado un tiro en el pie precindiendo de la democracia interna, para dar satisfacción a unos cuantos burócratas.