El ex presidente del Gobierno José María Aznar afirmó hoy que el «desencuentro» entre Mariano Rajoy y María San Gil, que llevaron a la dirigente vasca a abandonar la primera fila de la política, está superado porque «las heridas se han curado».
Aznar lanzó este mensaje optimista durante la presentación del libro «En la mitad de mi vida» (Planeta) escrito por la que fuera presidenta del Partido Popular del País Vasco, en el que narra los motivos que le llevaron a enfrentarse con la nueva dirección del PP de Rajoy.
El presidente de la Fundación FAES y presidente de honor del PP se refirió al libro de San Gil como «mucho más que el relato del desencuentro de María con su partido», del que subrayó que «lo sigue siendo» y del que considera que «no se entendería sin la contribución de la autora».
«Aquel fue un episodio que María vivió, sobre todo, con dolor. Oyó algunos ecos maledicientes de espíritus menores que se citan en las turbulencias de la política y actuó de acuerdo con lo que creyó que era un imperativo de coherencia. Fue una prueba personal tanto como lo pudo ser política», dijo.
Aznar añadió que «hoy no hay heridas abiertas, sino tal vez cicatrices que, al fin y al cabo, son el testimonio de que aquellas existieron pero también confirman que se han curado».
El ex presidente del Gobierno se mostró especialmente cauto en sus palabras, con el fin de que los elogios a San Gil no se entendieran como una crítica a Mariano Rajoy.
Así fue como, nada más empezar, puntualizó que sus palabras hacia la autora «no van contra nadie» y, si alguien debía darse por aludido, eran en todo caso «los que representan todo lo contrario», como se refirió a los terroristas de ETA.
Aznar advirtió de que el entorno de la banda terrorista ETA «quiere reinventarse para pervivir» y, por eso, es necesario afrontar ese desafío «desde la historia y la memoria de cada uno de los que han sufrido, de cada una de las auténticas víctimas que son las víctimas del terrorismo de ETA».
El ex presidente del Gobierno aseguró que «no es casualidad que lo primero que quieren los instrumentos de ETA en las instituciones vascas sea borrar esa memoria, confundir a víctimas con victimarios, hablar cínicamente de reconciliación para construir la gran mentira de dos bandos enfrentados en la que los asesinos y sus víctimas se miden por el mismo rasero».
Aznar denunció que el entorno de ETA pretende «reincidir en la crueldad de pedir a las víctimas que reconozcan en sus asesinos un valor equivalente al del sacrificio de sus hijos, de sus maridos o de sus padres».
Para terminar, reivindicó el legado de María San Gil y de todas las personas que han luchado con sus fuerzas contra ETA con el ánimo de que el Estado de Derecho no claudique ante los terroristas «porque si eso llega a producirse no será la paz, será la vergüenza».
SIN REFERENCIAS A RAJOY
Por su parte, San Gil evitó referirse al PP de Rajoy durante su intervención, para centrarse fundamentalmente a todas las personas que se han convertido en un referente durante su vida.
Citó expresamente a José María Aznar, Jaime Mayor Oreja y Gregorio Ordóñez -asesinado por ETA- como las «tres referencias políticas». También agradeció la presencia de los ex ministros Ángel Acebes y Eduardo Zaplana, que abandonaron la dirección del PP y el equipo de Mariano Rajoy casi al mismo tiempo que ella.
No tuvo ninguna referencia para Mariano Rajoy ni para ninguna de las personas que actualmente conforman su equipo de confianza.
En clave política, la que fuera presidenta del PP del País Vasco denunció que los representantes de ETA «nos han ganado» en los últimos meses «porque nos hemos dejado ganar», al permitir que concurrieran a las elecciones municipales del pasado 22 de mayo.
San Gil se quejó de que, a través de la coalición abertzale Bildu, se han convertido de nuevo en «interlocutores» y vuelven a sentarse «en una mesa politica» gracias al «éxito extraordinario» logrado en las urnas, donde consiguieron un millar de concejales.
Su principal protesta fue porque «todo les ha salido gratis», ya que el entorno de ETA vuelve a estar en las instituciones sin que la banda terrorista haya desaparecido y sin que sus representantes políticos hayan condenado la violencia de forma expresa.
