Carmen, periodista con muchos años d profesión a la espalda, es casi la única capaz de susurrar consejos al oído del líder
El, fiel a su imagen y su estilo, no suelta prenda. No sabemos quiénes serán ministros y aunque proliferan las ‘quinielas‘ en periódicos y tertulias radiotelevisivas, cunde la sensación de que casi todos pincharán en hueso.
Y mientras tanto, los que tienen ‘papeletas‘, porque han trabajado de lo lindo y están cerca del líder, no abren la boca, como si estuvieran en capilla.
Lo que si parece claro es quiénes formarán el equipo de Mariano Rajoy en La Moncloa, los que integrarán lo que los norteamericanos denominan ‘kitchen cabinet’.
Tienen distintos papeles y difrrentes importancias, pero todo indica que serán estos: Carmen Martínez Castro, Ketty Satrústegui, Valle Ordóñez, Jorge Moragas y Alfonso de Senillosa.
LOS QUE SUSURRAN AL OÍDO
Junto al equipo político con el que diseña estrategias, leyes y propuestas, Rajoy tiene otro grupo que le sirve de parapeto y conexión con el exterior a partes iguales.
Una suerte de pretorianos que se encargan de que no falte nada en su agenda y que, a su vez, filtran lo que saben que para su jefe de filas es prescindible.
Ketty Satrústegui es su secretaria personal desde hace año y medio; Valle Ordóñez se encarga de que el protocolo no falle; Carmen Martínez Castro intenta mantener firme a la Prensa; Jorge Moragas propaga su imagen entre los líderes internacionales y hace que dentro, en España, vea a quien tiene que ver; y Alfonso de Senillosa, además de colaborar con Moragas, hace que la comunicación con otro mundo, el de las redes sociales, se mantenga viva.
Las mujeres, está visto, son una parte importante del manto que cubre al futuro presidente del Gobierno. De su secretaria poco se sabe. Es muy discreta, dicen en el partido. Joven y atractiva, también.
Pero, sobre todo, habla idiomas. Uno de los argumentos que se esgrimió para sustituir a la anterior, con quien Rajoy llevaba toda una vida. Ketty forma parte de ese «nuevo» equipo que se fue conformando en torno al dirigente gallego una vez que la dirección del partido renovó su cara hace ya cuatro años. Aire fresco en Génova, sin demasiados vicios profesionales.
Fuera de cámaras
Valle, en cambio, es una veterana a su lado, aunque como todos los pretorianos que escudan a Rajoy, no supera los 50. Procura mantenerse al margen, lejos de los flashes, en una segunda línea, pero aunque las cámaras no la enfoquen cuando camina junto al presidente, casi siempre está cerca.
No hay viaje en el que la jefa de protocolo no meta mano para que nada falle: hoteles, desplazamientos, almuerzos. Y para que nadie falte en la foto. En el lugar correcto. Servicial y dispuesta a colaborar siempre, indican compañeros suyos de partido.
No entra en el contenido de los discursos, pero si algo le chirría o cree que en momentos cruciales Rajoy debe dar algún apunte, lo sugiere de buenas formas, destacan.
Quien sí entra, y de lleno, en los mensajes del líder es Carmen, quien también le mantiene informado de todo lo que se publica sobre él, el PP y los asuntos que ocupan al partido.
Lleva cinco años siendo la sombra del presidente y ha hecho que su carácter gallego, que también comparte con él por su origen, impregne la comunicación de Génova.
Defiende a capa y espada a su jefe cuando los periodistas critican que no se exponga de forma habitual a sus preguntas.
Algo que muchos de los que habitualmente siguen a Rajoy no terminan de entender porque nunca se plegó al orden establecido cuando presentaba los informativos en Onda Cero. Pero gana en las distancias cortas y eso la reconcilia con los plumillas.
Entre sus escuderos masculinos, Moragas es el más antiguo. Cumple, igual que ellas, con los requisitos que Rajoy exige a sus más cercanos: discreción, fidelidad y eficacia. Alguien resolutivo que le quite los problemas de encima.
Diplomático de carrera, su vida profesional se ha forjado entre las paredes de Moncloa (donde ya trabajaba como técnico con Felipe González) y los despachos de Génova.
El hombre que empezó a hacerse un hueco en los informativos con el casco de la moto y la mochila al hombro y que hoy se ha ganado la simpatía de quienes no veían claro que el catalán de la moderna Barcelona insistiera en que Rajoy se preocupara más por robar votos en los caladeros nacionalistas.
Es, junto a Carmen aunque con menos cercanía que la periodista, de los pocos que susurra al oído del jefe.
Quien tras la derrota de 2008 le metió en la cabeza la idea de renovar el discurso y, de paso, profesionalizar el gabinete que ya dirigía entonces.
Ese fue el turno de Alfonso de Senillosa, que un año más tarde llegó a Génova dejando atrás su vida como empresario en Workcenter.
Ambos forman un buen tándem y, aunque cada uno se ha forjado su propio espacio, es innegable que van de la mano. Por algo son viejos conocidos de Barcelona.