Análisis / El PSOE en su laberinto

La química entre Tomás Gómez y Carmé Chacón

Chacón tiene tirón para presidente

La química entre Tomás Gómez y Carmé Chacón
Tomás Gómez y Carme Chacón

Si las políticas de Zapatero han generado la desafección de los votantes socialistas, el primero que debería dimitir es su vicepresidente

No es casual la fecha de lanzamiento del manifiesto que pide más democracia interna socialista. Los tiempos y las estrategias están perfectamente marcadas y los apoyos sopesados para elevar a Chacón al liderazgo del PSOE. Por otro lado, Rubalcaba, vicepresidente de Rodríguez Zapatero y ministro en gobiernos de Felipe González, encarna para muchos, lo peor de los fracasos de uno y otro periodo en los que los socialistas gobernaron España.

Este es el pesado karma en el que hincan el diente las generaciones más renovadoras. En este sentido, el Documento avalado por la firma de Carme Chacón, Francisco Caamaño, López Aguilar, Josep Borrel, Cristina Narbona, Torres Mora, Javier Rojo y otros ex ministros y dirigentes socialistas, es una clara apuesta por un cambio, no sólo de ideas, sino de vida interna dentro del partido.

Ninguno de los barones regionales, salvo Tomás Gómez, líder del PSM, y más tímidamente el líder del Partido Socialista Catalán, se han atrevido hasta ahora a escenificar este sentimiento. Pero a nadie se le escapa la química existente entre el líder del PSM y la ex ministra catalana. Por eso, tras estas apariencias subyace una necesidad de ajuste de cuentas, pero mirando hacia delante y no hacia atrás.

A Gómez y Chacón les une un frente común. Fue Rubalcaba quien les pidió dar ese paso atrás, en el caso de Chacón, y en el caso de Gómez fue más allá propiciando una escisión en el socialismo madrileño al alentar a los disidentes de Gómez y premiarles con una mejor situación en la federación socialista nacional. Una confrontación que sólo se puede dirimir y convertir en sumatoria dando voz a todos, dirigentes y militantes.

Un partido que pretende sentirse orgulloso de las esencias socialdemócratas donde son fundamentales la solidaridad, la autocrítica y la asunción colectiva de responsabilidades, no puede ni debe echar todo el lastre de la derrota al saliente Zapatero. Si las políticas de Zapatero han generado la desafección de los votantes socialistas, el primero que debería dimitir es su vicepresidente. Por otro lado, es urgente combatir la idea de que Zapatero haya sido un presidente frívolo, ocurrente, nefasto, autista, y otras muchas barbaridades que se han escuchado y leído en los medios.

La principal autocrítica es reconocer que no se supo actuar con eficacia pinchando a tiempo la burbuja inmobiliaria herada, causante de gran parte de esos más de cuatro millones de parados y sobre todo haber elegido mejor el tipo de reformas y recortes necesarios para afrontar la crisis, haberla anticipado y explicarlo mejor y con más valentía.

Tanto a los miembros del Comité Federal, como a los sociólogos y analistas les convendría hacer un análisis profundo y autocrítico de los errores cometidos y asumirlos colectivamente para, inmediatamente y al lado, plantear soluciones en lo que claramente se ve como un «cambio de ciclo«.

Hay, al menos cuatro años por delante, y eso es tiempo más que suficiente como para no permitirse cerrar ahora, deprisa y corriendo, una herida en falso. Más bien se desearía una gran dosis de humildad, y acto seguido, de valentía, para dejar paso a nuevas ideas, caras y proyectos.

(…)

Carme Chacón podría ser la nueva Dilma Rousseff brasileña, la Cristina Kirchner española, y no hay más que mirar al país austral para admitir cómo esta política ha levantado a un país que hace unos años no era ni país, sino poco más que un saco de angustias.

También llama la atención el nuevo lenguaje que estas mujeres utilizan, en el caso de la líder argentina puso en pié a todos los dirigentes mundiales del G20 en su reciente exposición en Cannes.

Lenguajes directos, valientes, menos previsibles y políticamente correctos, con una mirada de mujer, que se contrapone con los aburridos discursos políticos, más de lo mismo, del resto de sus homónimos. En este sentido, es ilusionante pensar que un nuevo lenguaje más femenino, audaz y renovador, puede venirle muy bien a nuestro país.

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