Hablar de Manuel Fraga Iribarne, es hablar del auténtico patriarca de la derecha política española. Probablemente, la figura más importante desde José María Gil Robles. Fraga Iribarne, estudiante incansable y primero de promoción, destacó pronto como el líder del sector reformista de la dictadura franquista, aunque no lograra su objetivo de pilotar él la Transición española como siempre anheló, puesto que el rey y Torcuato Fernández Miranda se decantaron por Suárez. —Manuel Fraga muere a los 89 años—
Fundador de Alianza Popular en 1976 y padre también de su «refundación» en 1989, «don Manuel», como era conocido en la política, se había convertido en una institución para la derecha de nuestro país. Inicialmente quiso plantear una derecha democrática desde el respeto y la lealtad al régimen franquista, frente a los franquistas que querían reciclarse como «centristas» que encabezaba Adolfo Suárez.
Más tarde, ante los resultados adversos entendió que la derecha debía romper con el pasado si quería ganar. En 1979 creó la Coalición Demócrata, con los grupos de José María de Areilza y Alfonso Osorio, y posteriormente la Coalición Popular con los democristianos de Óscar Alzaga y Álvarez del Manzano y los liberales de José Antonio Segurado y Esperanza Aguirre.
No fue hasta finales de los ochenta cuando apostó por el nuevo Partido Popular (PP) para lograr una alternativa que pudiera derrotar a los socialistas.
EL 23-F: ‘DISPAREN CONTRA MÍ’
Manuel Fraga dio muestras constantes de su fuerte carácter y afamada mala uva. En un mitin en 1977 al ser abucheado no tuvo problemas en quitarse la chaqueta y lanzarse contra los abucheadores al grito de «¡Dejadme sólo!», momento que fue inmortalizado por el periodista y reportero gráfico Alfonso Rojo, siendo portada de Diario16. Raúl del Pozo también relató su encontronazo con Fraga en Londres.
Pero ese genio, también se mostró en momentos célebres de la historia de España, durante el intento de Golpe de Estado del 23-F, cuando los Guardias Civiles alzados contra la democracia comenzaron a sospechar que aquella jugada no iba a salir bien intentaron acercarse a los diputados, uno de los guardias se acercó a Fraga y le dijo: «Usted, tranquilo don Manuel, que yo le he votado», a lo que el presidente de Alianza Popular exclamó: «¡Pues, no vuelva a hacerlo, que es usted un sedicioso!». Posteriormente se levantó y dirigiéndose a Tejero bramó que les dejaran salir a todos y si no que dispararan contra él.
RAJOY Y LA CONSPIRACIÓN CONTRA FRAGA
Fraga tuvo que dejar la presidencia de Alianza Popular en diciembre de 1986 ante presiones internas de propios dirigentes del partido que veían que el «techo electoral» del líder aliancista impediría a la derecha ganar.
Según palabras de uno de los que lideró aquella maniobra contra Fraga, el entonces secretario general Jorge Verstrynge (a quién Fraga defenestró antes de dimitir):
«En esa conspiración te digan lo que te digan, estaba Carlos Ruiz Soto, presidente de AP en Madrid, estaba Gabriel Cañullas, estaba Alfonso Osorio, estaba Fernando Suárez, estaba Rodrigo Rato y estaba… este… ¿Cómo se llama? ¡Ah, sí! Mariano Rajoy».
En el congreso del AP de 1987 ciertamente Rajoy figuró en la candudatura «renovadora» con Antonio Hernández Mancha, mientras que José María Aznar y Miguel Herrero encabezaban la candidatura «continuista».
Al final, la crisis interna de Alianza Popular forzó a Fraga a reasumir el liderazgo en enero de 1989 y encabezar el congreso de la refundación, en la que el partido pasó a llamarse Partido Popular. «Yo creo que Fraga se aburría en Estrasburgo y le entraron ganas de volver», opina sobre su regreso el propio Hernández Mancha.
Otro «manchista», Juan Ramón Calero, entonces portavoz parlamentario daba su versión: «había que cargarse a Hernández Mancha para que viniera Aznar y como contra Mancha no se atrevían los conspiradores, Federico Trillo y muchos otros, tuvieron que ir a Europa a traerse a Fraga y él lo hiciera por ellos».
Su estigma de perdedor cimentado por sus fracasos para ganar unas elecciones generales frente al imparable líder socialista, Felipe González, se vieron contrarrestados por su éxito arrollador como candidato a la Xunta de Galicia en las elecciones de 1989, 1993, 1997 y 2001, cuatro triunfos consecutivos con mayoría absoluta.
Su último servicio al partido fue encabezar la candidatura a Galicia en 2005, cuando ya era evidente que las luchas internas de los populares gallegos por la sucesión le iban a pasar factura. Xosé Cuiña había caído arrastrado por el Prestige y Xosé Luis Baltar había amenazado con una escisión.
Eso sí, fue una digna derrota, «don Manuel» se quedó a un escaño de la mayoría suficiente para Gobernar. En 2009 el PP recuperaba el poder en la antigua Galicia fraguista ahora con el liderazgo de Nuñez Feijó.
REACCIONES
En una ocasión José María García dijo que los funerales evidenciaban «la basura de la condición humana». En la actualidad esa sensibilidad se ha trasladado a internet, y siempre ante la muerte de personales destacados aparecen centenares de comentarios o tuits ofendiendo al muerto. Casos notorios en los últimos años han sido las muertes de Jaime Campmany o Jesús Polanco, ambos víctimas de infames comentarios.
Contra la memoria de Fraga cae todo el odio y el desprecio de los ignorantes que juzgan etapas que no vivieron, otros que sí fueron contemporáneos de «don Manuel», aunque fuera en la otra trinchera de la Guerra Civil, como es el caso de Santiago Carrillo, sí han sabido tener respeto.
Carrillo ha calificado al fundador del PP como un hombre de «talento» que, además, tenía capacidad para adaptarse a los tiempos y ha destacado que a pesar de que fue ministro de Franco, en la última etapa de la dictadura, posteriormente desempeñó «un papel positivo» en la aprobación de la Constitución.
A juicio de Carrillo, la experiencia de Fraga al frente del Gobierno de Galicia le hizo «progresar» porque «le permitió comprender la necesidad del «Estado autonómico al que se había opuesto» e, incluso, le llevó a mantener «relaciones positivas» con personas del Bloque Nacionalista Gallego. Incluso, dentro de su partido «aparecía como una especie de francotirador más liberal», según Carrillo, quien ha insistido en que, pese a que su historia y su vida «son muy contradictorias» Fraga «era, sin duda, un hombre de talento, con cierta capacidad de adaptarse a los tiempos».
Carrillo ha recordado con cariño que el «riesgo» que asumió Fraga en 1978 al presentar el líder del PCE en el Club Siglo XXI cuando este era un hombre «muy mal visto» en esos círculos. «Tuvo el valor de enfrentarse con una serie de personas que, incluso, abandonaron el Club en ese momento», ha explicado Carrillo, que cree que Fraga «en sus últimos años comprendió muchas cosas que antes no había comprendido».
ANIMAL POLÍTICO
Por su parte, Peces-Barba ha asegurado que Fraga «pasará a la historia como un hombre de Estado» y como una persona que llevaba «absolutamente dentro la política». El expresidente del Congreso ha afirmado que consideraba al expresidente gallego un «buen amigo» a pesar de que la distancia que les separaba era «abismal desde el punto de vista ideológico».
El expresidente de la Cámara baja ha reconocido que hasta antes de la aprobación de la Constitución, no compartía sus «comportamientos», pero la democracia le ayudó a rehabilitar su pasado franquista. «Desde entonces, fuimos muy amigos». A su juicio, el hecho de que Fraga fuer una persona «muy institucional» le permitió «controlar sus posiciones radicales o muy partidistas».
Peces-Barba ha echado mano de una frase que empleó el expresidente Felipe González para definir a Fraga: «Tenía todo el Estado en la cabeza. Es algo muy cierto», ha añadido Peces-Barba.
Indiscutiblemente Fraga, como Santiago Carrillo, como Adolfo Suárez o como Felipe González realizó un gran trabajo por España y su futuro ¿Cuántos de los que le insultan hoy pueden decir lo mismo?
EL HOMBRE DE PRISA EN EL PP
En noviembre de 1975, 1 año antes de que el diario El País saliera a la calle, Luis María Anson publicaba en Blanco y Negro lo siguiente:
«Manuel Fraga controla El País y puede montar una vasta operación en pocos días».
Era la primera vez que hablaba de la vinculación entre el periódico que estaba a punto de salir y el político. Fraga era un reformista dentro del franquismo, padre de la primera ley de Libertad de Prensa en España de 1966 pero cuya carrera fue salpicada por episodios oscuros de la dictadura como en el Caso Ruano. —Manuel Fraga Iribarne, el patrón de El País—
El gallego de Villalba fue el gran promotor de la creación del Grupo Prisa con la esperanza de que le ayudara a su mayor deseo: encabezar la Transición española.
Oficialmente Fraga sólo era titular de dos acciones de las 400 iniciales que componían el paquete accionarial de la editora del periódico, era conocido por todos que el grupo de «amigos de Fraga» ocupaba la mayoría del accionariado.
Este grupo estaba encabezado por Manuel Milián Mestre (recientemente reaparecido como tertuliano de Intereconomía) con 60 acciones y, en especial, el fallecido Carlos Mendo con 70. Mendo fue el primer consejero delegado de Prisa, frente al sector que encabezaba Dario Valcárcel. Como presidente José Ortega que, como presidente, asumía el papel de árbitro de la empresa.
Mendo fue la persona que decidió que el periódico se llamara El País, mientras que Fraga propuso que el lema «Diario Independiente de la Mañana» figurara debajo de la cabecera. Jesús Polanco fue fichado por Fraga y José Ortega para que ayudara en «la gestión del periódico».
El presidente del Gobierno franquista Arias Navarro logró bloquear la «operación El País» mandando a Fraga a Gran Bretaña como embajador. El inminente director, Carlos Mendo, optó por irse con él. Eso llevó al otro sector de Dario Valcárcel a intentar seleccionar a otro director que tuviera el consenso de las dos «familias». Primero pensaron en el escritor Miguel Delibes, pero tras su rechazo, optaron por el nombre de Juan Luis Cebrián.
En 1974 Juan Luis Cebrián acudió a Gran Bretaña para reunirse con él ex ministro junto con José Ortega para convencerle de que se nombrara a la joven promesa en lugar de Carlos Mendo. De esa reunión Cebrián salió nombrado director. El propio Cebrián se lo confesó a José Luis Gutiérrez, «acabo de conseguir la dirección de El País». Otro antiguo amigo del periodista, Martín Prieto, lo relata de una manera más ruda: «Cebrián se fue a Londres a babear ante Fraga».
Por aquellas fechas Cebrián, aparte de ser director de informativos en TVE, había publicado varios artículos de elogio al político gallego en el desaparecido diario Informaciones como «El hombre de Londres» o «¿Qué hará Fraga?» en 1974 dónde defendía que sólo si Fraga creaba un partido la gente confiaría en la nueva democracia.
«El hombre de Londres es el más deseado. Parece como que si él se asociara, todo el mundo se asociaría (…) ha conseguido un amplio acuerdo con gestes de talante liberal, casi todas ellas procedentes del régimen, dispuestas a trabajar en común para contribuir a organizar la vida democrática en España»
(Juan Luis Cebrián, «Informaciones», diciembre 1974)
Fue precisamente Fraga como ministro de la Gobernación, a su regreso al Gobierno en 1976, el que autorizó la aparición de El País, poniendo fin a las trabas que mantenía Arias Navarro. Pronto comenzó la primera guerra de accionistas de El País entre partidarios de Fraga (Mendo, Milian Mestre) y de José María de Areilza (Polanco, Dario Valcárcel) que concluyó con la victoria de estos últimos.
Más tarde comenzaría el acercamiento de El País al PSOE. En sus Memorias breves de una vida pública Fraga asegura que Cebrián le prometió que El País nunca sería revolucionario y nunca atacaría a su persona «y no cumplió ninguna de las dos cosas». Su salida del accionariado allá por el año 1979, no obstante, no ha impedido que siga contando con amistades puntuales en el citado grupo.
ANASAGASTI, A LO SUYO
El senador del PNV Iñaki Anasagasti ha señalado que con el fallecimiento de Manuel Fraga Iribarne «se ha muerto un franquista» que fue un «auténtico manipulador de lo vasco». Asimismo, ha destacado que fue «muy a última hora» cuando protestó por el golpe de Estado del 23-F.
En un artículo publicado en su blog, el político jeltzale ha indicado que Fraga se jactaba de su segundo apellido en euskera y decía que era de un pueblo vasco francés, por lo que «reconocía lo vasco en Francia».
Tras mostrar su respeto por «la desaparición de un ser humano y por la del presidente fundador del Partido Popular», lamenta que el finado no tuviera el mismo respeto con «Enrique Ruano, Julián Grimau, y tantos muertos bajo un franquismo brutal del que fue ministro y propagandista».
«Fraga, para los que trabajábamos en la Radio Euzkadi clandestina que funcionaba en Venezuela, era el ministro de Deformación y Cinismo, no de Información y Turismo. Un auténtico manipulador de lo vasco que silenció toda la historia de la Guerra Civil y la posterior represión y jaleó cada una de las acciones de ETA con el cometido de decir que venía el lobo, y los desastres anteriores a los 25 años de paz de Franco. La paz de los cementerios»
Tras recordar que el político gallego votó en contra del capítulo VIII de la Constitución y de todo el Estatuto de Autonomía de Gernika le ha criticado además su actitud la jornada del 23-F. «Tuvo toda una serie de consideraciones y fue muy a última hora que protestó por aquel golpe de Estado. No sabemos qué hubiera pasado de haber triunfado la intentona», indica.
Asimismo, Anasagasti recuerda que en 1976, siendo Fraga ministro, él mismo fue detenido junto a Joseba Goikoetxea (asesinado por ETA ) y Bingen Zubiri por «preparar toda la propaganda para el Aberri Eguna de aquel año».
«Cinco policías de la Brigada Político Social nos detuvieron y llevaron a la comisaría de Gordóniz donde nos tuvieron tres días en el calabozo y a mí casi me expulsan del país ya que tenía nacionalidad venezolana», añade.
Asimismo, el senador vasco recuerda «cómo se negó Fraga a que el gallego se pudiera hablar en los plenos del Senado y cuando nuestro compañero del Bloque (BNG) le recriminó su conducta, pidió la palabra en el pleno y le dijo a Bouza que quién era él para decirle lo que tenía que hacer».
A su juicio, en Fraga destaca la vertiente de «hombre de la derecha española que evoluciona a la democracia sin rendir cuentas de su pasado», así como su actitud ante el nacionalismo vasco y todos los nacionalismos.
«Es bueno recordar que se ha muerto un franquista que en cuanto a lo vasco evolucionó muy poco y que a Ibarretxe le hizo el feo de no recibirle en un acto oficial en Santiago. De todas maneras, que descanse en paz», concluye.