Las protestas se han saldado con 43 detenidos. Ocho de ellos son menores; veinte tienen edades comprendidas entre los 18 y los 23 años; el resto —un total de catorce— tienen entre 24 y 71 años
Los socialistas apenas han esperado dos meses para echarse a la calle contra el Gobierno Rajoy. El secretario general del PSOE valenciano, Jorge Alarte, marchó este 22 de febrero de 2012 a la cabeza de la manifestación de los estudiantes contra la delegada del Gobierno por la carga policial del pasado lunes.
La dirección del partido a nivel nacional se sumó a la convocatoria anunciando que los diputados valencianos del Congreso asistirían a la misma, a excepción de los que tuvieran obligaciones parlamentarias.
Y van tres días consecutivos de protestas en las calles valencianas y lo que que ‘te rondaré morena’, porque esto no ha hecho más que empezar.
Da igual que el instituto tenga calefacción y no sea una ‘nevera‘ como dicen los alborotadores. O que el lema de los insurgentes -«primaveravalenciana»- lo acuñaran y registraran en Internet los izquierdistas catalanistas de Compromís diás antes de la primera algarada. O que muchos arrestados en la bronca, la inmensa mayoría, no sean alumnos del centro.
Atrás queda el compromiso de Rubalcaba, hace sólo una semana, de liderar una «oposición útil» al Gobierno de Rajoy.
Escasa confianza debe tener el PSOE en sus posibilidades de oposición parlamentaria, cuando tan pronto se lanzan a la calle. Experiencia tienen los socialistas en la materia, ya lo hicieron contra el Gobierno que presidía Aznar.
Los socialistas, perdida La Moncloa, reducidos a 105 escaños en el Congreso y sin base donde apoyarse en ayuntamientos y gobiernos autonómicos, van a estirar artificialmente una polémica, con la esperanza de que se extienda por toda España.
Vaticina Arcadi Espada en ‘El Mundo’ que el Gobierno Rajoy tendrá problemas con la calle:
El PSOE va a llorar como un solo hombre en la calle lo que no supo ganar en las urnas, una táctica sentimental recurrente en la izquierda: por eso han sido siempre partidos de lucha y de gobierno.
Arcadi va más lejos y tras disertar sobre la importancia que cobran las redes sociales y el carcater de escenario que asumen las calles, cita entre las razones que van a complicar las cosas para Rajoy a su ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz:
Sólo ha dado pruebas de torpeza: sea sobre el déficit, el futuro de ETA o el exceso policial, todo lo que dice se somete a las pocas horas a su propia, y aún más absurda, rectificación. Es lógico: no hay hombre más descreído que el pastelero.
No son públicas las razones por las que Rajoy eligió a Fernández Díaz, porque como apunta Arcadi, el presidente no está obligado a explicar las razones de sus nombramientos y no lo hace. Y según Arcadi:
La experiencia política fundamental del ministro es la de haber convertido a la sección catalana del PP en un irrelevante apéndice de CiU. Lo que, por cierto, continúa siendo.
No es descartable que Rajoy, que ya otrora se lo llevó de secretario a varios ministerios como el que que viaja con su dieta a cuestas, lo hubiese elegido para dedicarlo a la panificación del posterrorismo. Y puede que sea una de sus funciones, desde luego; pero nunca será la principal.
En primer lugar porque ese tipo de trabajos siempre acaban siendo del presidente; y, sobre todo, porque la calle, y por lo tanto el orden civil, se vislumbra como un grave escenario político.
En estas circunstancias españolas, Interior es, sobre todo, el Ministerio de Comunicación y necesita más que porras eléctricas, electrónicas. Pero necesita, sobre todo, un político que, como su presidente siempre exige y presume, tenga el valor de decir la verdad. De decir, en este caso, que Los sucesos de Valencia han sido un invento de los medios y que ése ha sido el principal exceso.