No estamos para gastos en mega-despliegues de seguridad

El Rey puede prescindir de Mallorca y Rajoy de Sanxenxo: ¡este verano toca quedarse en casa!

La Guardia Civil se prepara para escapadas veraniegas de máximas autoridades

El Rey puede prescindir de Mallorca y Rajoy de Sanxenxo: ¡este verano toca quedarse en casa!
El Rey de vacaciones. EFE

«La Comandancia de la Guardia Civil en La Coruña ha dado orden de reservar una unidad especializada para encargarse de la seguridad de Mariano Rajoy y otras autoridades gubernamentales que se desplazarán a Galicia en agosto. El Presidente tiene planeado pasar un fin de semana largo en Sanxenxo»

Filtraciones de la Benemérita

Así empieza una información que publica  El Confidencial Digital, en la que describe detalles de la movilización de medios materiales y humanos para garantizar la seguridad del Jefe del Gobierno y su familia: coche blindado, dos coches delante, dos detrás y un coche lanzadera, al menos 30 agentes de servicio permanente, unidades caninas rastreando las zonas frecuentadas por el ilustre veraneante de Sanxenxo y una Unidad Móvil «con todo el material médico necesario» que ya ha sido trasladada desde Pontevedra al municipio de veraneo situado en la ría que lleva el mismo nombre que la ciudad del Lérez.

El medio digital alude en su información a un ensayo practicado en una reciente visita de Arsenio Fernández de Mesa, Director General de la Benemérita y publica una filtración textual de fuentes de la Comandancia herculina de la Guardia Civil: «nuestros superiores nos avisaron que, después del Director General, vendrían otras autoridades como el Presidente o la Ministra de Fomento, Ana Pastor, por lo que teníamos que estar preparados»

Hasta ahí la información adelantada por el medio digital. Pero, a partir de ahí, la reflexión sobre la hipótesis que se describe.

¿Puede prescindir el Rey de Mallorca; Rajoy de Sanxenxo?

¿Puede prescindir el Rey de ir a Mallorca, Rajoy a Sanxenxo, Ana Pastor a su país de adopción, Pepe Blanco a Villapsoe en la isla de Arosa, tantos ministros, tantos ex, a tantos rincones de España, éste año que estamos viviendo especialmente peligrosamente en términos económicos, sociales y políticos?

El propio Montoro reconocía  que cada mes está en juego pagar las nóminas a los funcionarios, que dependían de los ingresos de ciudadanos, pymes y empresas que se están quedando sin leche y que, al final, España vive permanentemente a crédito, supeditada al compás que marca la prima de riesgo y los intereses que imponen los prestamistas.

En estas circunstancias, las máximas autoridades nacionales, los «bienes humanos de Estado», a los que no queda más remedio que proteger con la Hacienda y con el riesgo de la vida de agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, podrían quedarse en casa ¿no? Pasarse un agosto en sus palacios o en sus urbanizaciones, que probablemente tengan piscina y cosas, y dejarse de tradiciones propias de mortales, a los que se les cae el mundo encima si un verano, incluso tan convulso como éste, no pueden desembarcar en masa en las playas.

Los despliegues en seguridad cuestan una pasta

Detrás de un estadista, esa especie tan escasa, hay un ser humano, con sus debilidades, su derecho a cambiar de aires, la recomendación de su médico de desconectar unos días. Pero cuando soplan vientos tan poco propicios económicos, con el Estado hipotecado y las calles en llamas ardiendo por los cuatro costados, como la pobre Roma cuando sirvió de inspiración a Nerón, hay que resistir la tentación de hacer las maletas.

No se puede caer en la debilidad de abandonar el Olimpo, hacerse hombre, gente corriente, aunque sólo sea unos días, si se arrastra detrás un despliegue material y humano de nocivos efectos multiplicadores: gasto extra, en un país que no está para alegrías, y la posibilidad nada remota de herir la sensibilidad de los ciudadanos.

A tiempo de deshacer las maletas

Este año no toca, Majestad, señor Presidente del Gobierno, señoras y señores Ministros, autoridades públicas que se han ido relajando en una de las cuestiones más trascendentes para que los gobernantes mantengan autoridad moral ante los gobernados: la ejemplaridad.

Puede ser obsceno, indignante que Pepes Blanco, Zapateros, algunos ex con derecho a guardaespaldas, se vayan a tomar el sol ahí en las playas con un porcentaje de coste al erario público y la indignación contenida de agentes de seguridad, condenados probablemente a horas extras, a estrés gratuito y sin haber digerido siquiera la rebaja salarial y el palo de la irreparable pérdida de la extra de Navidad. Pero serán escenas que probablemente contemplemos este verano de nuestros descontentos.

Pero las que van a doler de fondo, salvo que no tengan la grandeza de cambiar sus planes, serán escenas del Rey en Mallorca, de Rajoy en Galicia, de Ministros por las costas españolas, obligando a despliegues de seguridad por tierra, mar y aire que se van a quedar clavados como espinitas en el corazón en la opinión pública y la opinión publicada.

No se trata de entrar en la polémica de si el Rey, el Presidente y el Gobierno tienen éste año derecho a vacaciones. Se trata de qué tipo de vacaciones, a qué precio en seguridad, con qué imagen proyectada sobre los ciudadanos. Por estética y por ética, éste verano deberían quedarse en casa, en palacio, aplacando los ataques de nostalgia con un álbum de fotos para recordar el sueño de un día o una noche de otros veranos.

Todavía están a tiempo en La Zarzuela, en La Moncloa, en las casas de Ministros y responsables de un gobierno de emergencia nacional, de deshacer las maletas y abortar su «operación salida»

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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