Algo huele a podrido en Dinamarca, decía Marcelo a Hamlet y Horacio en la célebre obra de Shakespeare. Las noticias de corrupción que salpican a diario la vida interna del PP huelen cada vez peor: apestan.
«No es que nos enteremos de pagos inconcebibles a dirigentes, que nuestro ex tesorero esté en prisión, ahora también comprobamos que el partido ha servido para hacerle un millonario patrimonio a ´protegidas´ de tesoreros», señala muy indignado un diputado popular.
Con todo, para muchos lo más desolador es comprobar que no existe reacción por parte de los cargos populares con mando en plaza.
Nadie levantó su voz para quejarse en el Comité Ejecutivo Nacional presidido por Rajoy este lunes.
Solamente la «outsider» Esperanza Aguirre dijo, a las puertas del cónclave, lo abochornada que se sentía. Luego se unió a un silencio que cada vez huele más a justificación de lo que no se debería justificar más.
¿En el Partido Popular no hay político con el valor suficiente para pedir alto y claro explicaciones?
La imagen es tan desalentadora que invoca a pensar –de forma injusta para los que no tienen nada que esconder– que en Génova 13 unos estaban para hacer «otras cosas» y los demás mirando sin rechistar para ver lo que les podía caer: culpables y cómplices.
Muy mal. Porque esa falta de reacción es una losa sobre la militancia y votantes.
¡Fueron tantos los que pusieron esperanzas en la nueva dirección nacional coordinada por Mariano Rajoy y María Dolores de Cospedal para que cortasen con un PP engreído que se olvidó de sus bases…!
No es esto, no es esto.