Y se equivoca la alcaldesa si piensa, como ha ido insinuando por ahí, que es el aguirrismo el que está azuzando el festival de nombres
La pieza es de Antonio Martín Beaumont, cuyo conocimiento de los entresijos del Partido Popular no tiene parangón.
El director de Elsemanal, citando sus buenas fuentes en la sede popular de la madrileña calle Génova, comienza su columna con una frase que lo resume todo: «El derechazo del Madrid Arena se hundió en el mentón de Ana Botella y mantiene a la alcaldesa de Madrid grogui«.
Tanto que muchos en el PP, la mayoría, auguran que es cuestión de tiempo que caiga a la lona y ya no se levante. Por mucho que el pasado jueves ella misma asegurara que «nunca» ha pensado en tirar la toalla.
Tras la última remodelación en su equipo de gobierno, hecha a mata caballo -marca de la casa-, el círculo de confianza de la alcaldesa, cada vez más reducido, se ha esmerado por difundir entre la prensa la teoría de que su boxeadora no está K.O.
Es más, según sus emisarios, Botella confía en que el COI se decante por la candidatura de Madrid 2020 en la votación definitiva del 7 de septiembre para renacer de sus cenizas.
Sin embargo, la suerte de la heredera de Alberto Ruiz-Gallardón parece ya echada. Aunque el oficialismo de Génova 13 se escabulla con el argumento de que aún queda mucho para las elecciones municipales de 2015, entre bambalinas los mandamases populares ya han convenido que para mantener el crucial Ayuntamiento de Madrid Botella debe ser sacrificada.
Si ella misma decide dar un paso atrás será bienvenido. Si no, habrá que empujarla.
Por lo pronto ya ha surgido un buen plantel de candidatos. Y se equivoca la alcaldesa si piensa, como ha ido insinuando por ahí, que es el aguirrismo el que está azuzando el festival de nombres.
De todos los que circulan el más sorprendente es el de Soraya Sáenz de Santamaría. Se especula con que Mariano Rajoy apostará sobre seguro para no jugarse la mayoría absoluta de la capital decantándose por un peso pesado.
Hasta ahí entra dentro de la lógica, pero prescindir de su vicepresidenta suena a remedio peor que la enfermedad en sí.
Por contra no hay que perder de vista a Esperanza Aguirre ni a Cristina Cifuentes, dos candidatas con sobrada notoriedad y galones, y a buen seguro dispuestas a aceptar el reto si su presidente o María Dolores de Cospedal se lo pidieran.
Para el último lugar de la quiniela dejaría a Concha Dancausa, que por más que haya salido fortalecida de la remodelación de la semana pasada y haber demostrado siempre por donde ha pasado competencia y seriedad, no da el perfil que quiere la Dirección del PP para el primer ayuntamiento de España.
El buen ojo de Aguirre
Ahora que sale la lideresa a colación creo que es justicia reconocerle el buen ojo político que tuvo al mantenerse al frente del PP de Madrid cuando decidió dimitir como presidenta de la Comunidad, por más que algunos quisieran borrarla del mapa antes de tiempo pidiendo un Congreso extraordinario. Que los pisos altos de Génova 13, por cierto, tampoco veían con buenos ojos.
¿Se imaginan qué habría pasado si a las turbulencias internas desencadenadas por el Madrid Arena se hubiera sumado la inestabilidad e incertidumbre que precede a todo Congreso sucesorio?
Una mezcla explosiva que habría hecho temblar los cimientos del PP de Madrid, que se han demostrado fornidos a pesar de una bicefalia a la que había quien temía como a un nublado.
No lo ha sido por la perfecta sincronía entre Aguirre e Ignacio González, que sabe bien que de momento su tarea -que no es poca- consiste en deshacerse de la etiqueta de heredero y brillar con luz propia en la Comunidad de Madrid.
Con los riegos que ello conlleva. De momento ya ha dejado destellos con la libre elección de centros educativos, pero para su desgracia le ha tocado suceder a una política que, más que brillar, deslumbra.
Tanto como para abrir portadas e informativos casi cada semana, algo que no está al alcance de ningún otro presidente regional -si excluimos a Artur Mas y por razones muy distintas-, tampoco de González.
Que para luchar contra el handicap del desconocimiento ciudadano de momento ni siquiera puede contar con la baza de Telemadrid, hasta ahora el mejor escaparate de los políticos madrileños.
González, por más que sus rivales se empeñen cada día en colocar en su camino supuestos contrincantes como Lucía Figar, mantiene intactas sus aspiraciones de convertirse en el candidato en las elecciones autonómicas de 2015.
Pero, aunque el presidente regional cuente con el apoyo cerrado del PP de Madrid para conseguirlo, sabe que por el camino no puede permitirse tropiezos serios como los que ha tenido en estos titubeantes comienzos. Aguirre dejó el listón muy alto.