Te digo todo esto atormentado por la situación del socialismo español. Sabes bien que nunca he tenido carné ni disciplina. Nunca trabajé para el estado cuando habéis ocupado el poder; menos aún con el PP en La Moncloa. El mérito, en todo caso, no es solo mío. Creo que acertasteis no ofreciéndome nunca nada porque mis servicios no hubieran sido satisfactorios para los intereses específicos de tu partido tal y como tenéis entendida la obediencia y la sumisión. —SIGA LEYENDO EN EL BLOG DE CARLOS CARNICERO—
Tengo una imposibilidad de naturaleza metafísica para el acatamiento que se contradice con mis convicciones. Yo, en vuestro caso, nunca me hubiera contratado a mi mismo. Un acierto, el vuestro, incluso cuando coincidíamos en muchas cuestiones para tratar de mejorar la sociedad.
El desenlace con la Cadena Ser, mi casa durante diecisiete años, lo sabes tú mejor que nadie. Esa batalla la he ganado y es para mi fuente de enorme satisfacción moral.
Pero no te escribo para hablar de mí; me gustaría enviarte estas modestas reflexiones sobre la crisis de identidad del socialismo (no solo español) y sobre la catastrófica situación del PSOE.
Mis observaciones me dicen que estáis perdiendo masa crítica en la militancia. Intuyo que la falta de mecanismos directos de participación y la pirámide de obediencia que habéis construido en base a que quien no es afín no tiene futuro, está deteriorando gravemente la adhesión de muchos militantes y simpatizantes a un proyecto que hace aguas.
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