A muchos populares les avergüenza profundamente haber tenido a Bárcenas en sus filas y con un sueldo del partido al menos hasta diciembre de 2012
El diario ‘El País‘ subraya que el líder del PP ha salvado su peor momento. ‘ABC‘ titula que que Rajoy desmonta a Rubalcaba. ‘El Mundo‘ va más lejos y usa el verbo «vapulear» para describir lo ocurrido este 20 de febrero de 2013 en la cámara.
Y asi todos, porque inlcuso en la Cadena SER, y casi sin excepciones, sus tertulianos pontifican que el jefe de los populares ha sido claramente mejor, aunque en su encuesta online, los fans socialistas digan precismaente lo contrario.
Era la gran ocasión de Rubalcaba de capitalizar el descontento y la desilusión que ha generado este Gobierno, pero el líder del PSOE fracasó este miércoles en el empeño porque ni fue capaz de contraponer una alternativa clara ni pudo zafarse de la sombra de su pasado.
«Es comprensible que al que estamos rectificando nada le parezca bien», le contestó Rajoy en una réplica.
Acuciado por los problemas y con la sombra del malandrín Luis Bárcenas planeando sobre el Congreso, el líder del PP pareció reanimarse y salir del estado de postración de las últimas semanas, mientras que el portavoz del PSOE efectuó un discurso desordenado, lleno de eslóganes populistas y carente de sustancia y credibilidad.
Rajoy aprovechó su debilidad para vapulearle en las réplicas. El momento culminante fue cuando, tras sugerir falazmente Rubalcaba que Rajoy había pedido que dejara el liderazgo del PSOE, el presidente le espetó al jefe de la oposición:
«No pido su dimisión. No me interesa».
En su largo discurso de la mañana, Rajoy estuvo solvente en sus propuestas sobre economía, aunque luego acabó en un irrelevante catálogo de minifundismo tecnocrático.
Entre las iniciativas más apreciables, cabe destacar la supresión del pago del IVA a los autónomos antes de cobrar las facturas y una nueva línea de concesión de créditos a las pymes.
Nada dijo, en cambio, sobre la eventual bajada del IRPF a la que se comprometió al subirlo.
Al final de su intervención, enumeró una serie de medidas y reformas legales para combatir la corrupción, entre ellas, un cambio del Código Penal, el alargamiento de los plazos de prescripción, el fortalecimiento del Tribunal de Cuentas y la inclusión de los partidos en la ley de Transparencia.
Todas ellas son iniciativas correctas, pero que no hubieran servido para evitar el caso Bárcenas o el fraude de los ERE. Rajoy careció de credibilidad en esta materia, ya que, como subrayó Rubalcaba, no pronunció el nombre de su ex tesorero en el debate.
Y, sobre todo, porque la autoridad moral del presidente estaba muy mermada al tener a pocos metros de su asiento a Ana Mato, a la que ha apoyado prese a las evidencias de que aceptó regalos de la trama de Gürtel.
En cuanto a la intervención de Rubalcaba, cabe apuntar que fue víctima de dos errores estratégicos. El primero, haber malgastado buena parte de su pólvora al pedir la dimisión de Rajoy hace dos semanas.
Y el segundo, tratar de tapar con un ‘¡maldita sea!‘ el no haber hecho nada cuando gobernaba para atajar los desahucios y otros dramas similares. No es con interjecciones como se logra la confianza del electorado.
Pero Rubalcaba se equivocó también cuando aludió a la política territorial y propugnó que la Constitución se adaptara a los Estatutos de autonomía, y, singularmente, a lo que habían decidido los catalanes.
Ello supone invertir el orden de los valores porque son las comunidades las que tienen que respetar las líneas rojas de la Constitución.
Además, el día en que todo el PSOE debía unirse en torno a su líder, Pere Navarro tuvo la inoportuna ocurrencia de pedir la abdicación del Rey y el comienzo de «una segunda Transición«, chafando a Rubalcaba su protagonismo.Rajoy logró, al menos este primer día, un objetivo que se antojaba muy difícil para cualquiera que no tenga el cuajo del que él presume: pasar siete horas y media de debate y no pronunciar en ningún momento el nombre de Luis Bárcenas.
El entorno del presidente le ha dado muchas vueltas al asunto. Muchos dirigentes en el PP ya han admitido abiertamente que les «avergüenza profundamente» haber tenido a Bárcenas en sus filas y con un sueldo del partido al menos hasta diciembre de 2012.
Pero Rajoy no ha dicho ni una mala palabra de su extesorero y muchos crremos que debería haberla dicho. A ver qué hace hoy.