Solo Cospedal y Arenas se mantienen en el partido y los que están dentro de Génova aseguran que su relación sigue siendo conflictiva
El presidente Rajoy ni se atreve a citar su nombre. Y el resto, a la vista del papelón que van haciendo uno tras otro los dirigentes populares que se ven forzados a entrar en el asunto Luis Bárcenas, se escurre como puede y trata desesperadamente de eludir las preguntas de los periodistas.
Y la idea que se ha instalado en la atribulada ciudadanía española es que el extesorero los tiene ‘agarrados por las pelotas’.
Puede que no sea así, pero la gente está convencida de que Bárcenas sabe muchas cosas, algunas inconfesables y esconde papeles para dinamitar a toda la cúpula del PP.
Y eso explica su chulería, sus botellas de champán en Francia, sus vacaciones en Baqueira y hasta su escapada a Canadá para arreglar cuentas bancarias y de paso esquiar desde el helicóptero.
Y ahora Luis Bárcenas quiere sumar otros 894.600 euros a su abultada fortuna.
Esos 894.600 euros es la cantidad -42 mensualidades brutas- que el extesorero malandrín reclama al PP por su despido improcedente después de 31 años en plantilla.
Los populares afirman que se verán las caras con él en los tribunales, pero les tiembla la voz al decirlo y nadie aclara nada.
- Si se llegó a un pacto con él, cuando en 2009 fue imputado en la ‘trama Gürtel’, ¿quién lo autorizó?
- ¿Fueron los servicios jurídicos del partido?
- ¿Medió en el trato el veterano Javier Arenas?
- ¿Se ajustaron los vergonzosos detalles a espaldas de María Dolores de Cospedal?
- ¿Intervino para apaciguar los ánimos la ahora ministra Ana Mato?
- ¿Iba en el paquete Jesús Sepúlveda?
Todo el mundo se lava las manos. Todos en el PP niegan haber tenido algo que ver. Nadie quiere siquiera comentar el confuso comunicado que se distribuyó cuando se hizo público que le pagaban las cuotas a la Seguridad Social o que era de plantilla hasta el 31 de enero de 2013. Nadie concreta, nadie facilita datos contrastables.
Y sin embargo, es imposible que algunos de los altos dirigentes no sepan qué pasó y que está pasando. María Jesús Güemes, en la web de la Cadena SER, enumera los siete nombres -‘los siete magníficos’ – que, en su opinión, tienen o deben tener las claves del embrollo:
Hay una serie de personas que manejan todos los detalles. Además de la secretaria general del PP, por supuesto está el presidente, Mariano Rajoy.
Él fue quien le ascendió a tesorero en el Congreso de Valencia en 2008, todo pasaba ya por él y tendría que haber dado el visto bueno a cualquier decisión que se hubiera adoptado sobre Bárcenas.
Sin olvidar a Javier Arenas, Ana Mato y Federico Trillo, que ocupaban puestos de responsabilidad en el partido cuando estalló el ‘caso Gürtel’ en 2009. Son los actores principales. Los que en estos últimos cuatro años gestionaron todo el asunto.
Rajoy se mostró convencido entonces de que nadie iba a poder probar que Bárcenas no era inocente. Dijo que no quería convertirse en «un inquisidor», como otros. Y frente a algunos cargos implicados en la trama de corrupción de los que se prescindió, a él le mantuvo con un trato privilegiado.
Hubo muchas reuniones a puerta cerrada en la calle Génova. Y varias fundamentales en la séptima planta, en el despacho del líder.
La cúpula estaba dividida. Mientras por un lado, Arenas y Mato defendían su continuidad en el cargo hasta que no se demostrara su culpabilidad, Cospedal pedía que se le echara. Siempre se habló de los enfrentamientos que mantuvo con el extesorero.
Trillo, quien fue el artífice de la anulación del ‘caso Naseiro’, se encargó de la estrategia de defensa, tanto del extesorero como de Francisco Camps.
De él dependían los servicios jurídicos del partido. Hasta el Congreso de Sevilla de 2011, cuando Cospedal decidió que los controlaba ella.
El PP llegó a pagar incluso 70.000 euros al despacho personal de Trillo por «coordinar las defensas» de los imputados en la trama dirigida por Francisco Correa.
Y Cospedal lo defendió diciendo que por culpa del Gobierno socialista, los populares habían estado sometidos a un gran acoso y habían tenido que pleitear muchísimo.
Trillo fue el encargado de desplegar toda la artillería contra Baltasar Garzón y de extender la teoría de conspiración, que hoy se ha vuelto a poner de moda.
De hecho llegó un momento en el que el responsable del área de Justicia y Libertades Públicas del PP en aquel momento, acusó a Alfredo Pérez Rubalcaba de ser el «principal director del montaje político» contra el Partido Popular y pidió dimisiones a mansalva de fiscales y miembros de la UDEF.
Todos los mensajes se repiten. Ahora Arenas, vicesecretario de Política Autonómica y Local del PP, cree que existe «una batalla que en el fondo lo que quiere es la sustitución del actual presidente del Gobierno» y dice que el lenguaje que se emplea para criticar a los conservadores suena al que se usó el 11 de marzo de 2004.
En el PP todos tuvieron buenas palabras sobre Bárcenas. Por ejemplo, las de la entonces vicesecretaria de Organización, Ana Mato, quien habló de su «honradez». Arenas le señaló como «un ejemplo de buen trabajo, profesionalidad y decencia».
Hay que recordar que cuando Bárcenas anunció en 2010 que dejaba definitivamente su cargo, muchos apuntaron a que Arenas, con quien hablaba regularmente por teléfono, había sido determinante para que adoptara esa decisión y salvar así al partido de la crisis que atravesaba.
Cuando se marchó en 2009, de forma temporal, fue el gerente, Cristóbal Páez, quien le sustituyó. Era un personaje misterioso, que no caía bien dentro del partido. Rehuía los focos. Siempre esperó heredar el puesto. Pero Rajoy se decantó finalmente por José Manuel Romay Beccaría. Por esas fechas, se produjeron los acontecimientos.
Para anunciar su marcha, el PP sacó un comunicado alabando su «magnífica gestión» y agradeciéndole «la lealtad que había demostrado». Ahora no ha sacado otro, diciendo que se sienten engañados por él.
Por aquel entonces, también Rajoy, como ahora, pidió a los suyos que confiaran en él. Negó la financiación irregular del partido y aseguró que si se demostraba algo actuaría «en consecuencia».
Pero hoy los roles, en buena parte, han cambiado. Los que saben todo lo que ocurrió realmente están en otros puestos. Rajoy, en La Moncloa, Mato de ministra de Sanidad y Trillo como embajador en Londres.
Páez se fue del partido y Beccaría es presidente del Consejo de Estado. Solo Cospedal y Arenas se mantienen en el partido y los que están dentro de Génova aseguran que su relación sigue siendo conflictiva.