Cospedal no es la culpable de todo el desaguisado. O, en todo caso, lo es en mucho menor grado que el responsable de haber mantenido a sueldo al que fuese tesorero
La nota aparece este 1 de marzo de 2013 en Elsemanaldigital, diario online que dirige su autor.
Y dadas las fuentes de Antonio Martín Beaumont, cuyo conocimiento de lo que ocurre en la sede popular de la madrileña calle Génova y en los entresijos del PP está por encima del de cualquier otro periodista capitalino, hay algunos que no deberían echar en saco roto las reflexiones que hace y algunos de sus consejos.
Nadie podrá describir la trayectoria de María Dolores de Cospedal al frente de la Secretaría General del PP sin tener que echar algún borrón de más.
Sus días han estado marcados por muchas turbulencias. De esas de las que cualquier político desea apartarse a toda costa. Pero hasta ahora nadie había puesto a prueba su autoridad hasta el nivel que lo ha hecho Luis Bárcenas.
El ruido del estropicio de su rueda de prensa del lunes, al término del Comité de Dirección, es complicado aislarlo. La indemnización «en diferido» mediante «una simulación» de retribución dejó con los ojos como platos a los vicesecretarios y portavoces parlamentarios reunidos con ella esa mañana en Génova 13.
En ningún caso se esperaban unas declaraciones así. Ni siquiera fue lo acordado. Y no parece desde luego que su comparecencia vaya a figurar entre las más atinadas de cuantas ha hecho Cospedal.
El hecho añadido de que desde marzo de 2010 hasta el 31 de enero del 2013 Bárcenas percibiese 21.300 euros brutos al mes sólo ha servido para encender los ánimos en el propio cuartel general de los populares.
El enojo prende especialmente entre los fieles trabajadores que, con 30 años a sus espaldas metiendo muchas horas en el partido, llevan a sus casas un salario que no supera en mucho los 1.000 euros mensuales.
Pero es extensible a cargos en las sedes regionales, provinciales y locales del partido.
La crisis ha obligado a todos ellos a ajustes, entre otras cosas, por razones de ejemplaridad. Y no digamos ya entre los ciudadanos en general, a los que se les ha pedido apretarse el cinturón hasta dejarles sin oxígeno.
Dicho lo cual, es imprescindible también poner a cada uno en su sitio.
Cospedal no es la culpable de todo el desaguisado. O, en todo caso, lo es en mucho menor grado que el responsable de haber mantenido a sueldo al que fuese tesorero.
Fuentes populares recuerdan la amistad entre Luis Bárcenas y Javier Arenas. De hecho, el respaldo del vicesecretario de Política Autonómica y Local fue imprescindible para lograr tan beneficioso acuerdo ante la insistente presión de María Dolores de Cospedal para que presentase en su día la renuncia.
Algo, por cierto, que Bárcenas hizo sólo 24 horas antes de ser imputado por el Tribunal Supremo. Es lógico que muchos se pregunten si Arenas oculta o teme algo de quien durante tanto tiempo fue el amo de la Gerencia en el PP.
Es indudable que el Partido Popular no ha dicho toda la verdad sobre su relación con Luis Bárcenas, quien además ha demandado a sus antiguas siglas por despido improcedente. La falta de rumbo en las declaraciones públicas sobre el tema de Cospedal así lo señala.
Ahora, en el trance de esclarecer el origen de sus cuentas en Suiza (¡ése es el quid de la cuestión!), el ex tesorero puede darse de bruces con un giro de 180 grados a su evidente presión.
La número dos del PP espera para contraatacar al informe pericial elaborado por la policía científica sobre sus supuestas anotaciones contables, que pudieron ser elaboradas todas a la vez, en un solo día, y no con el paso de dos décadas.
De confirmarse tal extremo, el PP cree que podría desacreditar definitivamente a Bárcenas ante la opinión pública. La Justicia tendrá sus propios tiempos, ciertamente.
Pero la falsedad de las notas contables permitiría a los populares, con María Dolores de Cospedal al frente, comenzar a separar el grano de la paja.
En definitiva, estaríamos sin lugar a dudas ante un caso de presunta corrupción en el PP, que no del PP. Con todo, la estrategia de la secretaria general es tan expuesta, según destacan incluso mandatarios del Partido Popular, que se la puede llevar a ella por delante.