El PP mantiene fiel a solo un 40% de sus votantes: En los sondeos de 'El País' todos los indicadores del Gobierno, del PP y de su presidente son pésimos, incluso entre sus propios electores
Afirma Carlos E. Cué en ‘El País’ que en agosto de 2003, cuando José María Aznar llamó a Mariano Rajoy a su despacho para designarle como sucesor, nunca imaginó que 10 años después estaría lanzando un órdago contra él.
«Siempre pensó, dicen los que le conocen, que podría controlar a su disciplinado vicepresidente. No fue así. Rajoy aguanta ahora el pulso de su mentor y recoge lo que sembró en estos 10 años, de forma discreta pero imparable: el control del PP, del poder regional, y ahora del Gobierno».
Carlos E. Cué, que sigue muy de cerca y con ojo critico los avatares del Partido Popular para disgusto a menudo de los gerifaltes de Génova 13 y de Moncloa, recuerda que prácticamente todos los dirigentes regionales, diputados, eurodiputados y por supuesto ministros están ahí porque Rajoy, que de eso sabe más que nadie -lleva casi 25 años en la cúpula- quiso que estuvieran.
«Con eso, sin necesidad de hablar, el presidente ha mostrado la enorme soledad de Aznar, analizan varios dirigentes. Y ha exhibido una vez más que poner a prueba su resistencia implica un fracaso casi seguro».
Y eso explica la flema y hasta la guasa con la que se tomó desde Bruselas las preguntas en cadena de los periodistas. Hasta se permitió hacer ‘coñas‘ y recomendar a alguno de los que inquirían hasta la náusea por Aznar y su entrevista en Antena 3, que reformulasen la pregunta.
Rajoy es un hombre de poder. Tiene clarísima la jerarquía. Manda el que tiene el puesto. Y él lo tiene. Antes en el PP, donde eligió poco a poco a toda la cúpula regional –solo Madrid se le resiste-.
Y ahora en La Moncloa, donde controla el Presupuesto y la legislación, lo que implica también influir sobre el poder económico.
«Ministros y exministros, aznaristas y exaznaristas, barones regionales, dirigentes clave… Todos los consultados coinciden en algo: el órdago de Aznar ha caído muy mal en el PP aunque haya gustado mucho a una parte de la derecha en la calle y en los medios».
Muchos creen que en plena crisis económica no es momento para debilitar al presidente. Los empresarios, los presidentes autonómicos, la gente de poder no está ahora como para hacer operaciones contra el Gobierno.
Les guste o no lo que hace Rajoy, nadie está en condiciones de montar una operación de derribo.
Y la conclusión es que Aznar ha cometido un grave error:
«Ha quedado como un desleal, anatema en el PP, pero, además, fuera de sitio. Los expertos dicen que para analizar un debate televisivo lo mejor es quitar el sonido, ver los gestos. Haz la prueba: quita la voz a la entrevista. Da miedo, es un tipo sin temple».
Muchos creen que Aznar está muy molesto porque ni Rajoy ni el PP le han defendido del caso Gürtel. Pero hay más, señalan los aznaristas. Un deseo claro de influir en el PP, una enorme decepción política con Rajoy y la convicción de que hay que hacer reformas mucho más duras.
Aznar trata de montarse así en la ola de presión a Rajoy en la que está Esperanza Aguirre -aunque últimamente sus relaciones con el expresidente no parecen buenas-, medios de comunicación conservadores y una parte del poder económico.
La ofensiva es seria, pero fracasará, como vaticina Fernando Garea en un análisis titulado «La base y la altura» que publica este 26 de mayo de 2013 en ‘El País’:
«Rajoy tiene el poder y el aparato del PP desde que cumplió el requisito freudiano de matar al padre en el congreso del PP de Valencia de 2008 […] Ganará la batalla a Aznar, pero su problema seguirá, porque el 80% de los encuestados valora de forma negativa su gestión. Aznar coincide con una parte importante de esa base del PP, aunque la altura respalde a Rajoy».