Afrma Manuel Ortega en ‘ESD‘ que si Felipe González tuviera palabra, a estas horas estaría arrimando el mechero a su carné del PSOE como las feministas de los sesenta hacían lo propio con los sostenes.
«Si supiera que Rubalcaba apoya a Pedrojota no sólo perdería mi condición de simpatizante, sino que me cuestionaría la de militante», aseguraba el yayo del PSOE, la única referencia -así están- con cierta autoridad dentro de esa jaula de pollos sin cabeza que es el Partido Socialista de Alfredo Pérez Rubalcaba y Elena Valenciano, a la que algunos de sus correligionarios ya presentan, con sarcasmo, como una infiltrada del PP.
¿Qué cuerpo se le habrá quedado al hombre que tuvo en Pedrojota Ramírez, en los años noventa, a su más mortífero adversario al ver que su partido ponía en circulación un video que podría haber sido realizado y producido por el periodista riojano?
Desde hace meses, ‘El Mundo‘ ha presentado el asunto de los sobresueldos y la presunta caja B del PP como un Watergate a la española, castizo como unos callos y con algunos episodios que hubieran hecho las delicias de Luis García Berlanga.
Ahora, el discurso ha sido comprado por el PSOE de Rubalcaba con Mariano Rajoy como heredero de Richard Nixon mientras Ramírez lanza acusaciones de seguimiento gubernamental y desde el Ejecutivo se hace el más completo silencio. ¡Hurra!
Tengo para mí, y está escrito por estas páginas digitales, que todo este asunto, visto con cierto alejamiento, sería digno de una sátira de Miguel Mihura: los socialistas y sus peones mediáticos, siempre tan críticos con ‘El Mundo‘, aplaudiendo sus publicaciones, y los de enfrente, tan elogiosos con las denuncias de corrupción del contrario, denostando al riojano de los tirantes.
Y es que con razón los del periódico de Unidad Editorial pueden argumentar que, ahora, el PP usa los mismos recursos dialécticos que el socialismo del felipismo agonizante.
Y viceversa, se podría añadir. Al final, la banca, o sea, Ramírez, gana. Que más de uno se lo imagina acariciando la pantalla del Ipad con Orbyt como el Blomfed de la saga 007 acariciaba su gato blanco.
De todo este embrollo, sólo hay una cosa clara: que hay lío para rato y algunos -en neutro- ya tienen fijada la vista en 2015.
Aquí, como en Los Inmortales, sólo puede quedar uno. O una. Y hasta ahí se puede leer. Por ahora.