Suenan nuevas alarmas en Génova 13. Si hoy se celebraran elecciones en Cataluña, Ciudadanos robaría unos cuantos diputados al PP de Alicia Sánchez-Camacho y se consagraría en la tercera fuerza política del Parlament, solo por detrás de ERC y CIU.
Pero su presencia en Cataluña no es lo único que atemoriza a los populares. La irrupción de Albert Rivera en los comicios europeos descoloca las estrategias de la formación liderada por Mariano Rajoy.
«Rivera nos come la merienda».
«Y eso -apostilla un destacado miembro del PP «-, que todavía no ha confirmado si se presenta».
Lo cuenta con detalle Carmen Obregón en ‘El Economista’: Año 2006. Rivera aparece desnudo en los carteles de Ciudadanos en las elecciones al Parlamento Catalán. Es la primera vez que acude a una cita electoral.
Toda Barcelona está plagada de una campaña publicitaria que, cuanto menos, no pasó desapercibida para nadie. Entonces logró 3 escaños. En 2010, nueve. Hoy, las estimaciones le dan casi 18. En roman paladino, el doble de escaños.
Con esta progresión geométrica, y con el resultado de encuestas internas, a mediados de septiembre la secretaria general de los populares lanzaba un guiño, un tiento a Albert Rivera (abogado, 34 años de edad).
Una especie de pacto para hacer frente a la deriva secesionista de una parte de la clase política catalana. Pero el reproche de Rivera tras la manifestación del 12-O -echando en falta a algún miembro del Gobierno- apisona las maniobras de aproximación del PP a Ciudadanos.
Las declaraciones provocaron la ira política de Cospedal. La número dos del PP se manifestaba así: «Ya me extrañaba a mí que -Albert Rivera- no se quejara de algo».
A lo que, días más tarde, el líder del C’S responde:
«Desde el PP se nos tolera si nos conformamos con quedarnos en Cataluña… pero si pegamos el salto al resto del país, la cosa cambia. No les hace ninguna gracia porque tienen miedo a que les quitemos muchos votos».
Al parecer, el desencuentro entre Camacho y Rivera también contribuye a ello.
El salto a la escena nacional
Esa es la clave. El salto a la escena nacional «es lo que realmente preocupa» en los laboratorios de los populares. Si Rivera se presentara por Madrid en unas elecciones generales «nos podría quitar entre siete y 10 diputados», reconoce otro dirigente del PP.
La presentación de su Movimiento Ciudadano el pasado sábado en Madrid ha disparado otras alertas. Rodeado por más de 1.500 personas -más allá de todas las previsiones-, el catalán entró en el Teatro Goya de Madrid pisando fuerte.
«O por las buenas, o por las urnas».
Rivera sacudió las antiguas alfombras y los paramentos del escenario madrileño. En apenas una semana, la reforma de la Ley Electoral, un pacto por la Educación o, la reforma real de la Administración Local han concitado 25.000 firmas de apoyo.
«Y eso es preocupante, porque el PP está en estos momentos muy dividido por muchas cosas. Se ha podido ver este domingo en la concentración en apoyo a las Víctimas del Terrorismo, y una irrupción como ésta puede hacer mucho daño».
Así lo ha visto este lunes el escritor Antonio Gala. Desde su Tronera de El Mundo, afirma:
«Estoy, sin embargo, con un catalán generoso de sí mismo y joven. No necesita para vivir la empresa que ha emprendido. Sin embargo, no solo por eso creo en él. Y en su mensaje: Abandonemos la resignación, dejemos de ser súbditos para ser ciudadanos».
Antonio Papell -columnista de El Economista- destaca su perfil «liberal-progresista, su atractivo político indiscutible, un líder sin hipotecas, y que en efecto puede hacer daño al PP, así como ya hace en Cataluña». José María Triper -periodista y columnista parlamentario del mismo diario- defiende que Rivera «ya le ha comido el terreno al Partido Popular».
No en vano, «aparece como la tercera fuerza política en Cataluña, por encima del PSC y del PP, que se hunden».
Otras opiniones como las de Nicolás Salas, escritor, periodista y estudioso de la clase política española son menos entusiastas que las anteriores. El exdirector del ABC de Sevilla manifiesta:
«Mi impresión personal y política de Albert Rivera es muy positiva. Pero veo muy difícil su posición en Cataluña y poco valorada en el resto de España».
En definitiva, solo hay que esperar unas elecciones para comprobar la tirada política de Albert Rivera y la respuesta ciudadana.