Lleva apenas dos meses desde su salto como presidenta de la Junta de Andalucía, un tiempo evidentemente corto, pero ha logrado situarse en el centro de la escena nacional y con su amplia cuota-parte de poder interno ha hecho su voluntad en la Conferencia Política del PSOE. Susana Díaz ha conseguido consolidarse como una de las voces fuertes del partido.
«La más fuerte», avisaban delegados socialistas, hasta ser comparada por algunos con Beyoncé, una estrella capaz de hinchar las venas del cuello de sus entusiastas seguidores.
Tras la exitosa maniobra de control de daños del escándalo de los ERE o ejercicio de amnesia colectiva, todo parece irle sobre ruedas. Por ahora, es de lo más recomendable leer con atención las conclusiones del sarao.
Díaz llevó la Conferencia Política a los términos que la dirección con Alfredo Pérez Rubalcaba a la cabeza quería: El Comité Federal fijará seguramente en enero la fecha de las primarias, que serían después de las elecciones europeas de mayo. En teoría, ello beneficia a la presidenta andaluza que gana tiempo para consolidarse aún más en el PSOE.
La debilidad de Rubalcaba sopla las velas de Díaz. Todos los jugadores conocen sus cartas e intuyen un recorrido más allá de San Telmo. Ese es el quid de la cuestión. Su objetivo, por ahora, no es La Moncloa, pero le basta con andar fina de capa y espada para que sí sea Ferraz. Y ello sin pasar por las urnas en Andalucía. Llegado el caso, carecería de reparos en colocar a un sucesor. Pocos lo ponen en duda en lo que a la gestión de su carrera se refiere. Todo dependerá, para bien o para mal, del puntual cumplimiento de las ensoñaciones de poder de Susana Díaz.
En un país donde José Luis Rodríguez Zapatero llegó a la Presidencia del Gobierno sería injusto, además de imposible, negar a Díaz la posibilidad de alcanzar el liderazgo del PSOE. En las circunstancias actuales, la andaluza ha sabido capitalizar el clamor interno, conectar con un sentir mayoritario de las bases y se ha permitido esquivar la tentación del sectarismo con una mano tendida a diestra y otra siniestra. Susana Díaz defiende incluso un pacto entre Madrid y Andalucía para frenar una disgregación de España. Así lo ha trasladado a Don Juan Carlos.
En efecto, la presidenta de la Junta ha encontrado en el órdago secesionista de Artur Mas una plataforma para meterse hasta las cachas en el fango nacional y desembarcará más pronto que tarde en Cataluña a desmentir los tópicos más queridos de los manejados por los nacionalistas. Rubalcaba puede afrontar el contencioso con juegos florales, coros y danzas alrededor del PSC, pero dicha pretensión casa mal con la determinación susanista. Está claro. Alfredo Pérez Rubalcaba no va tener ni un día de descanso para disfrutar de la Secretaría General.
La profundidad de la crisis que vive el PSOE no le va a dar respiro. Muy al contrario. Díaz mantiene una discreta agenda de contactos mediáticos, entre ellos el mandamás de Planeta, José Manuel Lara; y económicos, entrevista incluida con el presidente de La Caixa, Isidro Fainé; y hasta deja caerse por Madrid más de lo que algunos sospechan. Dependiendo todo, o casi, del juego que puedan darle sus apariciones estelares, Susana Díaz está lanzada a una operación de largo alcance y espera recoger sus frutos en todas las latitudes.