En las elecciones europeas vota menos gente que en las generales. En realidad, sólo el "hueso del jamón" de cada partido se moviliza
Las elecciones europeas del mes de mayo son un test a nivel nacional que va a reflejar el humor de los españoles más comprometidos políticamente. De ahí que tanto los VIP populares como los socialistas las miren con tanta preocupación.
En realidad, los votantes en esos comicios ponen la lupa (sin considerar que se juegan cosas mollares) sobre lo que han hecho en España los máximos dirigentes políticos.
Por eso también pesan tanto los votos «que no se dan» y los que «van a otros» como «castigo» a políticas consideradas erróneas.
En las últimas elecciones europeas en España, las de junio de 2009, prácticamente un año después de que José Luis Rodríguez Zapatero ganase las generales, el PSOE pagó cara la percepción pública de haber mentido a los ciudadanos sobre la crisis.
De hecho, el PP, que navegaba entonces en la zozobra de la segunda derrota electoral de Mariano Rajoy, las ganó por un margen de dos diputados.
Las dudas políticas pasaron de inmediato de Génova 13 a Ferraz 70. Y Zapatero –y con él todo el socialismo– ya no fue capaz de levantar cabeza.
¿Se repetirá la historia el próximo mes de mayo?
En el cuartel general del PP se declaran optimistas. Aseguran que van a seguir siendo la fuerza más respaldada en España.
Son conscientes, claro, de que las medidas «dolorosas» tomadas por el Gobierno «tienen enfadados» a los españoles. Pero creen que a su favor juega todavía «el peso que tiene el recuerdo nefasto de la política socialista, que dejó el país en bancarrota».
Sin embargo, si algo mantiene muy preocupados a los que cada día miran el hígado de las ocas en los despachos de Génova y de La Moncloa, es el desánimo difuminado entre la militancia popular por el malestar de las víctimas del terrorismo con el Gobierno.
Ver a símbolos tan «cardinales» como José Antonio Ortega Lara fundar Vox; escuchar a Consuelo Ordóñez, en el aniversario del asesinato de su hermano Gregorio, decir que «el Gobierno desprecia a las víctimas»; o leer que la viuda de Goyo Ordóñez, Ana Iribar, se «sorprende tanto» de la política de Rajoy «que no piensa votarle más«, es desalentador para los afiliados del PP.
«Éste es -advierten los responsables demoscópicos del centro derecha– el escollo principal al que nos enfrentamos».
Porque, no se olvide, en las elecciones europeas vota menos gente que en las generales. En realidad, sólo el «hueso del jamón» de cada partido se moviliza. Poco más de 6,5 millones de votantes apoyaron al PP ganador en 2009.
Y es precisamente a la llamada «fiel infantería» del partido a la que más insufrible le resulta ver al asesino Bolínaga de chiquitos por su barrio o a criminales etarras excarcelados de comilona en el matadero de Mondragón.