A Miguel de Unamuno le dolía España y al PP le duelen las víctimas del terrorismo etarra

No tomarás el nombre de Goyo Ordóñez en vano

No tomarás el nombre de Goyo Ordóñez en vano
Aratnza Quiroga en la Convención del PP. TAREK

Entre el mural de imágenes y recuerdos que decoraban el pasillo central del Auditorio Miguel Delibes había un cartel electoral de Gregorio Ordóñez. Siempre a tu servicio, rezaba junto a las siglas de Alianza Popular.

No había popular que pasara por allí que no se detuviera junto a él. A hacerse fotos incluso, como el combativo concejal de Elorrio, Carlos García.

Creo sinceramente que a Goyo le entristecería mucho ver que su nombre se está utilizando como ariete contra el partido por el que dio la vida aquel 23 de enero de 1995 que no olvidará -estaba allí, con él- María San Gil, cierto, pero tampoco ninguno de sus excompañeros del PP.

Con todo el respeto del mundo traigo a este artículo al eterno teniente de alcalde de San Sebastián porque de todas las barbaridades que se han dicho contra el PP en los últimos meses la que más ha dolido a sus dirigentes es oír que han traicionado la memoria de Ordóñez y de Miguel Ángel Blanco, presente en la Convención de Valladolid en la persona de su hermana Marimar.

A Miguel de Unamuno le dolía España y al PP le duelen por encima de todo las víctimas del terrorismo etarra. Antes, ahora y siempre, no podría ser de otra manera, como ha quedado demostrado este fin de semana.

Especialmente cuando centenares de cargos y militantes del partido se emocionaron hasta la lágrima escuchando el relato de Manuel Giménez Larraz, testigo del cobarde asesinato de su padre, presidente del PP de Aragón.

Además de ser un embuste es profundamente injusto que el PP haya traicionado la memoria de las víctimas de ETA, entre las cuales se encuentran muchos de los suyos.

Por eso me alegro de que el cónclave popular haya servido para fortalecer a esta nueva generación de políticos vascos que, capitaneados por Arantza Quiroga -y antes por Antonio Basagoiti-, aguanta carros y carretas a diario en el País Vasco por defender las mismas ideas que defendían Ordóñez y Blanco. Incluso de quienes se han autoerigido en defensores únicos de su legado. Una lástima.

Ya lo dijo María Dolores de Cospedal el viernes y Rajoy en parecidos términos el domingo: «Tenéis muchos motivos para estar orgullosos de Arantxa Quiroga y todos los que forman el PP vasco».

Empezando por esa joven concejala en Baracaldo, Zoe Nubla, que dejó al plenario mudo con su relato sobre sus once años de militancia en «el partido de la libertad».

Al margen del espaldarazo del PP a la cúpula del partido en el País Vasco a poco más de un mes de que la formación celebre un Congreso extraordinario, la Convención de Valladolid deja una reconciliación: la de la dirección popular con su militancia, que durante estos dos años se ha sentido ignorada mientras Mariano Rajoy hacía jirones el programa electoral del partido en nombre de la recuperación.

Desde el veterano Carlos Argos al joven alcalde de Ezcaray, Diego Bengoa, todos los que han pasado por el escenario han puesto en valor a las bases del partido, esencia del PP y donde reside su fuerza. «Todos somos el PP», es el mensaje repetido mil y una veces días después de que Jaime Mayor Oreja se apeara del tren en marcha.

Ese partido camino de los 800.000 militantes capaz de sobreponerse a infinidad de «reveses y dificultades», en palabras de Rajoy.

Ese partido que, no conviene olvidarlo, cuenta con el mayor respaldo que la sociedad española ha dado nunca a una formación en las urnas.

Y ese partido que desde este domingo vuelve a tener un presidente preocupado por hacer política, condición sine qua non para ganar las elecciones europeas.

 

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Autor

Antonio Martín Beaumont

Antonio Martín Beaumont, politólogo y periodista, es el actual director de ESDiario.com.

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