No sería descartable que en los planes del presidente esté afrontar a mediados de abril una remodelación profunda de su gabinete
¿Javier Arenas, ministro? Es el runrún de estos días en Génova 13. Claro: ciertos medios han empezado a teclear su nombre.
¿Cómo Mariano Rajoy no va a sentar a su vera a un hombre de tanta confianza y con su experiencia?
¿Alguien de verdad puede pensar que justo ahora, cuando además corren ríos de tinta sobre lo necesarias que son personalidades políticas en el Gobierno, no le va a dar tarea en el Consejo de Ministros?
«Sería impensable que en la primera renovación de su equipo el presidente no tuviera en cuenta a Arenas, con los servicios que ha prestado al PP y al marianismo», contesta reflexivamente un VIP popular consultado.
Si el andaluz no figuró en su día en la lista de Gobierno fue sólo porque entonces estaba enfrascado en la batalla electoral para presidir su tierra.
Luego las cosas fueron como se sabe y «el campeón» (como le llaman cariñosamente muchos compañeros), aun ganando las elecciones andaluzas, no logró alcanzar el sillón de presidente en el sevillano Palacio de San Telmo por el pacto PSOE-IU.
«Pero ya nada impide a Javier Arenas acudir a la llamada de su amigo presidente cuando se produzca», sella la misma fuente.
Máxime cuando el Gobierno manda señales de división y las rencillas entre sus miembros y las críticas por su insensibilidad social han calado de tal forma en la opinión pública.
O sea, cuando Rajoy «necesita hacer un alicatado hasta el techo» de la casa que estrenó hace poco más de dos años y que la crisis ha dejado hecha una ruina.
Por eso, algunos mentideros peperos bien informados (que, como la Bolsa, siempre descuentan por anticipado) apuntan que no sería descartable que en los planes del presidente esté afrontar a mediados de abril una remodelación profunda de su gabinete.
Esas fuentes desvelan que Mariano Rajoy habría llegado a convencerse de que es el momento adecuado, debido al escenario político complejo que vive España, de darle un giro a su decisión inicial -tan lógica cuando se adoptó– de tener solo un vicepresidente.
Así, Soraya Sáenz de Santamaría podría concentrar sus esfuerzos y su capacidad de trabajo en el área económica del Gobierno, la más técnica y donde en estos dos últimos años ha mostrado gran eficacia.
De hecho, en este momento ella es la encargada de presidir la Comisión Delegada de Asuntos Económicos en ausencia del presidente.
La duda que surge entonces es si Rajoy reservaría a Javier Arenas para la otra Vicepresidencia, la política.
Dotes y experiencia para ello desde luego no le faltan a don Javier. Porque la dirección de los ministerios más políticos, así como la comunicación gubernamental, serían tareas que le vendrían como anillo al dedo.
Más todavía en una nueva etapa, como la que se avecina, salpicada de constantes desafíos electorales y con el peliagudo escenario catalán actuando como dificultad diaria.
