ANÁLISIS / ELECCIONES EUROPEAS

Diez razones para votar a un euroescéptico

Los partidos tradicionales (populares, socialistas, liberales, verdes...) recurren al miedo al ‘populismo' para mantener el voto de los ciudadanos europeos.

Las elecciones al Parlamento Europeo se celebrarán entre el 22 y 25 de mayo de 2014. A ellas se presentan los partidos tradicionales, que han gobernado los países europeos desde la posguerra y las instituciones comunitarias desde su fundación: democristianos, socialistas y liberales, con el añadido de nuevos partidos que han entrado en el sistema, como los verdes.

En estas elecciones, la preocupación de los partidos establecidos es la pérdida de votos a favor de nuevos jugadores, como el Frente Nacional francés, el Partido de la Independencia británico, los Partidos de la Libertad austriaco y holandés y la coalición Impulso Social (formada por AES, la Comunión Tradicionalista Carlista y Familia y Vida) en España.

En un acto celebrado en Madrid en febrero pasado y financiado por el magnate Nicolas Berggruen, Felipe González calificó como populismo a todo partido o movimiento que no encaja en las divisiones conocidas y dijo de ellos: que sólo quieren «quemar la casa en la vivimos todos para quedarse con un solar que creen suyo».

En el mismo acto, el ex primer ministro italiano Mario Monti, proveniente de la democracia-cristiana, no dudó un segundo en señalar que «el avance del populismo en muchas partes de Europa es nuestra principal preocupación». Y otro ex primer ministro, el socialista Enrico Letta, fue aún más alarmista: «Por primera vez nos acercamos a unas elecciones europeas en las que la diferencia más importante no será izquierda y derecha, sino pro y antieuropa».

A medida que se acerque la campaña los ciudadanos asistirán a actos de propaganda que incluso apelarán al miedo, como hizo Forges en su viñeta en El País en la jornada de reflexión en España para las anteriores elecciones, en 2009.

Pero no parece que estos gritos y estas advertencias estén haciendo retroceder las expectativas electorales de los partidos llamados populistas. ¿Cuáles son las claves o los incentivos que tienen los europeos para escoger sus papeletas?

CLAVES EUROESCÉPTICAS

1º) Hartazgo: La crisis económica dura ya más de cinco años, pese a todos los sacrificios (desempleo, reducción de salarios, atraso de la edad de jubilación, aumento de impuestos, etc) hechos en este tiempo por parte de los ciudadanos. Además, las promesas hechas por unos y otros se han incumplido. Así en Francia, Sarkozy habló de refundar el capitalismo y Hollande de cerrar la etapa de austeridad y comenzar otra de creación de empleo.

2º) Censurar a los viejos partidos: Desde la posguerra, se han alternado en los gobiernos de los países europeos los democristianos, conservadores, liberales y socialistas. Los partidos que se presentaron en los años 80 como alternativos, como los verdes, se han integrado en la vieja política, como pata del bloque de izquierdas, y así ocurre en Alemania, Francia y Escandinavia.

3º) Renovar las elites: Una consecuencia de lo anterior es el envejecimiento de las elites. No se trata sólo de que muchos de los políticos gobernantes sean los mismos que desde hace 30 años o más (Felipe González, Giorgio Napolitano, Mario Soares, Mariano Rajoy, Laurent Fabius, Silvio Berlusconi, Alfredo Pérez Rubalcaba…), sino que también lo son las ideas y los métodos políticos.

4º) Introducir nuevos asuntos en el debate político: Los partidos establecidos se niegan a tratar determinados asuntos que preocupan a los ciudadanos europeos: la inmigración musulmana, africana y del Este de Europa; la caída de la natalidad; el empobrecimiento de las clases medias; la fiscalidad abusiva; la derogación de las leyes de discriminación de los hombres por la ideología de género… Estos asuntos son precisamente los que abanderan los partidos euroescépticos.

5º) La corrupción: Los casos de corrupción, tráfico de influencias o simple enriquecimiento se suceden uno tras otro y afectan a los partidos y a sus líderes. Al poco de dejar la cancillería alemana, Gerhard Schröeder pasa a trabajar para la empresa rusa Gazprom. Felipe González y José María Aznar se incorporan a los consejos de administración de empresas eléctricas; Nicolás Sarkozy está procesado por obtener fondos para su campaña electoral de una adinerada heredera francesa; Berlusconi ha sido condenado por comprar jueces y parlamentarios, por evasión fiscal y por corrupción de menores; el ex primer ministro de Croacia Ivo Sanader ha sido condenado a nueve años de cárcel por corrupción; la venta de títulos nobiliarios por parte de los primeros ministros británicos a cambio de donaciones para sus partidos. Impulso Social propone un Código Político Moral que incluya auditorías económicas reales sobre el patrimonio de los cargos públicos.

6º) El euro y la unión económica: A la moneda única y sus consecuencias (tipos de interés fijados por el Banco Central Europeo en función de los interese de las grandes economias, la imposibilidad de devaluar las monedas nacionales porque ya no existen) casi todos estos partidos les atribuyen responsabilidad en la crisis económica. Algunos de ellos, como el Frente Nacional francés, proponen la salida del euro. Impulso Social reclama la renegociación de los tratados de adhesión de España y «aboga por la devolución de competencias económicas a los Estados especialmente en materia industrial, agraria y financiera». Y el UKIP se opone a la pérdida de la libra esterlina.

7º) La falta de identificación con las instituciones europeas: Los ciudadanos europeos tienen la sensación de que las instituciones comunitarias no les representan, ni han sido elegidas por ellos, pero deciden sobre infinidad de asuntos y materias que les afecta en sus vidas cotidianas, como las subidas del IVA, la exigencia del certificado energético en las viviendas, la entrada de tomates marroquíes en competencia con los españoles… Los Gobiernos usan a Bruselas como la fuerza irresistible que les impone más austeridad, más recortes… Los nuevos partidos prometen a los ciudadanos librarles de este monstruo sin rostro. ¿Quién sabe para qué sirve el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad? ¿Y quién es el Tribunal Europeo de Derechos Humanos para derogar la Doctrina Parot, aprobada por el Supremo y el Constitucional españoles?

8º) Oposición a la Europa federal: Gran parte de las elites nacionales, como el PSOE español, está convencida de que los problemas internos de los Estados miembros concluirán cuando éstos se diluyan en un nuevo ente gigantesco (y, por supuesto, controlado por ellos) que es la Europa federal. Los ciudadanos no tienen estos sueños mundialistas. Marine Le Pen (El Mundo) marcó así la nueva diferencia entre unos partidos y otros: «El debate ya no está entre la izquierda y la derecha sino entre quienes defienden la nación como estructura ciudadana, económica y social, y aquellos que piensan que es un concepto antiguo y superado, y hay que avanzar hacia un gobierno europeo o mundial».

9º) Establecer nuevas alianzas internacionales: Casi todos los partidos euroescépticos tienen otro enfoque diferente de los establecidos en las relaciones internacionales. Respecto a la adhesión de Turquía, que se negocia desde hace años y que cuenta con el apoyo de Washington, los euroescépticos son contrarios, porque consideran el cristianismo uno de los pilares de Europa, introduciría a la UE en el avispero de Oriente Próximo, un país musulmán se convertiría en el más poblado de la UE y, además, supondría drenar recursos financieros para los turcos. Y en el caso de Rusia se oponen a las sanciones a Rusia por la crisis de Crimea.

10º) Fastidiar a intelectuales y opinadores: La soberbia con la que muchos opinadores tratan a los votantes de partidos que les disgustan a ellos, sean o no euroescépticos, suele provocar en los ciudadanos de países más libres que España reacciones de enfado. Por ejemplo, en vísperas de las elecciones de 2001, The Economista calificó a Berlusconi de hombre inadecuado para gobernar Italia y en esas elecciones Berlusconi obtuvo la mayoría absoluta. Bernard-Henri Lévy es otro de estos opinadores que marcan políticas a los Gobiernos sin haber sido elegidos. Se jactó de haber convencido a Sarkozy para bombardear Libia y ha querido que Europa interviniera en Siria para derrocar a Assad y permitir la toma del poder por los islamistas.

 

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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