La formación ha hecho el ridículo y no sólo con los resultados

La larga noche de Cañete y otros errores de una campaña del PP para olvidar

Cunde el ambiente de que este Partido Popular cada día se parece más al de Antonio Hernández Mancha

La larga noche de Cañete y otros errores de una campaña del PP para olvidar
Mariano Rajoy con Miguel Arias Cañete. TAREK

El batacazo de las europeas quedó mucho mejor reflejado en la frialdad del último Comité Ejecutivo Nacional que en los esfuerzos de María Dolores de Cospedal el 25-M por aparentar que todo había ido bien.

Que los presentes en Génova 13 negasen adrede el aplauso a las intervenciones a puerta cerrada de Miguel Arias y Carlos Floriano fue una manera diplomática de los VIP del PP de mostrar a Mariano Rajoy el desapego y la distancia que existe entre la cúpula nacional del partido y sus regionales, provinciales y locales.

El filme arriba y abajo de la casa de la gaviota desvaída sin ascensor ni escalera que conecten las plantas.

La secretaria general debería haber dado más explicaciones. Sin duda. Aunque su papel sea el de cortafuegos. Claro. Cunde el ambiente de que este PP cada día se parece más al de Antonio Hernández Mancha. Ahora ya hasta en los resultados electorales.

Puede comprenderse -más bien admitirse, por repetido- que los partidos hagan lecturas amables de los votos que reciben, aunque esta vez el interés de los populares debería ser transmitir con claridad a sus votantes disgustados que se han enterado de su mensaje y se ponen manos a la obra para resolver los problemas que les conducen al divorcio.

Pero, que la mayor parte de la familia popular decidiera quedarse en casa el domingo como castigo a sus dirigentes es sólo una verdad a medias. Porque también hubo quienes cambiaron de siglas y apostaron, sobre todo, por Ciudadanos o UPyD, o incluso por Alejo Vidal-Quadras. En fin, aceptaremos «pulpo como animal de compañía» para que no se crea que queremos hacer leña del árbol caído.

El Partido Popular ha ganado las elecciones. Ciertamente. Pero ¿de verdad puede permitirse disfrutar de su «éxito»? No, querida María Dolores, no.

Ha perdido 8 eurodiputados, se ha dejado por el camino 2,6 millones de votos y se ha quedado en un exiguo 26% de los sufragios. Ha hecho el ridículo. Lo que se decía: porcentajes desconocidos desde la agónica etapa de Antoñito Mancha. En eso acaba una potente maquinaria política y electoral cuando no se la lidera.

Curiosa esa campaña teñida de azul, cuyas estrategias incluían en su lema la palabra «futuro» para poner luego toda la carne en el asador al servicio del pasado, recordando machaconamente la herencia de Zapatero.

En fin, para qué hablar del cartel azulón del «probe» Miguel, o del famoso desliz televisivo del candidato, acudiendo a un programa de máxima audiencia después de una noche larga con sus asesores más cercanos.

Y qué decir de esa impagable foto final de Miguel Arias paseando en bicicleta el día de reflexión.

Si alguien se propone acabar con la imagen de una persona en quince días, no consigue tantos réditos negativos como los alcanzados con el antes impecable Miguel Arias Cañete. Pero, con todo, eso es peccata minuta.

Lo peor, lo que tiene verdadera enjundia, es que Rajoy ha gobernado sin alma, en clara contradicción con él mismo, o al menos con el contrato suscrito en las urnas con su credo político: subidas de impuestos, reformas reales insuficientes del aparato burocrático, decisiones incomprensibles de algunos ministros, falta de humildad de una clase política popular que no sabe bajarse del coche oficial, en definitiva, alejada de los ciudadanos…

Todo ello, por no hablar de los efectos desmovilizadores que ha tenido la falta de contundencia ante los escándalos de corrupción de un partido al que han pillado a su tesorero con un fortunón en Suiza, o los «dedazos» irrespetuosos e irresponsables a la hora de elegir a Juanma Moreno en el PP de Andalucía o al propio Miguel Arias Cañete como número uno de la candidatura europea.

¿Les suena a los mandamases del PP eso de que el partido es de sus 800.000 militantes y que la era digital es la de la permanente participación? Si la tendencia no cambia inmediatamente, la cuesta abajo en la rodada -se verá- va a ser imparable.

El principal reto del presidente del Gobierno y del PP en los próximos meses es ganarle la partida al calendario. De lo contrario, el sacrificio que pagarán los de Génova en las municipales y autonómicas va a ser muy doloroso.

Mariano Rajoy juega contra el reloj para que cale la impresión de que el PP vuelve a parecerse al Partido Popular. Ya sé que esto es complicado cuando quien debe hacerlo vive la vida al día y choca de frente con los problemas cuando llegan.

Esperemos que ese nuevo anuncio de «electoralizar» Génova 13, cuando todas las luces de alarma están encendidas, sea algo más que la voz de salida para que cada «notable» del partido corra a su territorio y, de aquí a un año, trate de salvar los muebles como mejor sepa o pueda.

 

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Autor

Antonio Martín Beaumont

Antonio Martín Beaumont, politólogo y periodista, es el actual director de ESDiario.com.

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