Lo sucedido esta semana en el PSOE viene a certificar que, en efecto, uno de los motivos que aceleró el anuncio de la abdicación del Rey fue que Alfredo Pérez Rubalcaba trasladó a Zarzuela su imposibilidad de contener las aguas republicanas en su partido.
Después de que varias federaciones -Baleares, Comunidad Valenciana, Galicia y parte del PSC- se rebelaran contra la decisión del PSOE de votar a pies juntillas la proclamación de Felipe VI en compañía del PP, las cosas no han hecho sino ir a peor.
A pesar de que tres diputados, Odón Elorza, Guillem García y Federico Buyolo, pidieron formalmente a la Dirección del Grupo Parlamentario Socialista que diera libertad en la votación del próximo miércoles, ésta zanjó este jueves el asunto por la vía rápida: la del no rotundo.
Y además su portavoz, Soraya Rodríguez, dejó caer que no se espera que nadie rompa la disciplina de voto, en lo que sonó más a una advertencia a sus filas que a un deseo. «El miércoles no se va a votar monarquía o república, vamos simplemente a votar una ley meramente procedimental vehicular para cumplir con lo que establece la Constitución», añadió.
Pero antes que esa fecha hay otra que se prevé movida para el PSOE: la víspera. El martes la Dirección del partido en la Cámara Baja ha convocado a los diputados socialistas a una reunión para debatir sobre el voto afirmativo a la proclamación del nuevo Rey.
Si bien Rubalcaba no va a moverse un ápice de su postura y el sentido del voto es innegociable, se prevén intervenciones subidas de tono. Aunque las miradas están puestas, especialmente, en Eduardo Madina, secretario general del Grupo Parlamentario Socialista y el gran perjudicado de que la entronización de Felipe VI llegue justo ahora.
Madina, republicano confeso aunque estos días haya andado con pies de plomo, se verá obligado a retratarse en esa reunión a puerta cerrada y, posteriormente, en la votación del miércoles. También Pedro Sánchez, otro de los aspirantes a liderar el PSOE, pero en su caso sus opiniones sobre la Monarquía y la República nunca han sido tan extremas.
En estos días en que está juego la Secretaría General del partido, cualquier gesto puede dar o quitar votos.