Son cada vez más las voces dentro del PP que argumentan como única solución un cambio completo de generación que suponga un cambio de caras, empezando por la del propio Mariano Rajoy
Bajan turbias, muy turbias, las aguas demoscópicas. El próximo lunes, 3 de noviembre de 2014, conoceremos la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) con intención de voto, porcentajes de escaños y valoración de líderes.
Una encuesta cuyo estudio de campo y entrevistas se realizaron en plena vorágine de las tarjetas opacas de Caja Madrid y el comienzo de la crisis del ébola.
Todos los ingredientes para que la sorpresa, que ya ha dejado de serla, se confirme negro sobre blanco. Podemos, la formación del aclamado líder Pablo Iglesias podría convertirse, por primera vez en una encuesta, en primera fuerza en voto directo.
El batacazo electoral para el PP y el PSOE en estos momentos -adelantado en este periódico- es imparable.
Bien es cierto que hablamos de voto directo, con respuestas espontáneas, y que luego esos datos tienen que ser proyectados para su ajuste real. Pero aun así, el porcentaje de Podemos se acerca con descaro al de las dos formaciones mayoritarias.
Algo que confirma la traducción en votos por la indignación y el hastío de los ciudadanos y que sigue alimentando a una formación que sube en intención de voto, no por lo que propone, sino por lo que rechaza.
En cualquier caso, la sorpresa está casi descontada. En la última encuesta del CIS, el barómetro de julio, arrojaba ya un dato que encendió las alarmas en la calle Ferraz: Podemos superó ya en julio al PSOE en intención de voto directa obteniendo un 11,9% frente al 10,6% del PSOE.
Ahora esas alarmas también amenzan con cruzar varias calles y llegar hasta Génova 13.
El PP, en ese último barómetro obtuvo, en porcentaje de voto directo, el 12,8%. Previo paso por la cocina los últimos resultados indicaban que la primera fuerza política continuaba siendo el PP con el 30% de los votos, seguido del PSOE con el 21,2% y Podemos, la tercera fuerza política con el 15,3%.
Por supuesto, ni hablar ya de IU que ya entonces en julio quedaba relegada con el 8,2% y que en el barómetro del próximo lunes queda prácticamente absorbida por la formación de Pablo Iglesias.
Acicate o depresión
Y ante esos datos, el PP y el PSOE tienen pocas opciones. Es algo que vienen manifestando algunos de sus dirigentes en los últimos días ante el imparable ascenso de Podemos.
O bien «reaccionamos» para intentar solucionar un problema que actualmente «tiene difícil solución», o bien nosotros mismos seguimos contribuyendo a «la destrucción del sistema de partidos que viene desde la transición».
En el PSOE, lo más pesimistas hablan de una lenta desaparición. En el PP, que llevan semanas sumidos en una importante depresión, algunos piensan que ya no hay arreglo posible. Pero gran parte de la solución está en sus manos.
Actuar, limpiar, expulsar, explicar y finalmente pactar. Y quedarse a medio camino nunca es la solución.
Por eso son cada vez más las voces dentro del PP que argumentan como única solución un cambio completo de generación que suponga un cambio de caras, empezando por la del propio Mariano Rajoy.
