Hay una respuesta, invariable desde la época de Pericles, aunque a menudo haya sido olvidada. Lo cierto es que cada uno de nosotros somos políticos per se, por nuestra pertenencia al cuerpo social.
Ahora bien ¿Todo el mundo está igual de preparado para dedicarse a la política? No, esto es otra cosa. Una tarea de tanta envergadura, de tanta responsabilidad, cuyas acciones afectan a todo ciudadano, no puede estar en manos de cualquiera.
Y por sorprendente que parezca, los políticos son, según aparece recurrentemente en las encuestas, uno de los principales problemas de nuestra sociedad. Unos políticos que ni siquiera conocemos.
Los excesivos casos de corrupción, el alejamiento entre la política y la ciudadanía, la indignación del pueblo por la desviación de los fines propios de la política, convertida en fin en sí misma y no un medio para el bien común, entre otros sucesos, nos lleva a replantearnos quién puede ejercer la política y en qué condiciones debe hacerlo.
Existe la urgente necesidad de dotar a la sociedad de una nueva educación política ¿Cómo hacerlo? Te ofrecemos tres condiciones.
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