Es un traje a medida prefabricado por un amiguete...

10 sospechas y 7 preguntas para Errejón, uno de los becarios ‘black’ de Podemos

...pagado por otro y diseñado probablemente entre ambos para que un tercero obtuviera el máximo rendimiento con el menor esfuerzo

10 sospechas y 7 preguntas para Errejón, uno de los becarios 'black' de Podemos
Iñigo Errejón.

Quizá sea cierto aquello que decía el psiquiatra austriaco Alfred Adler y resulta ´más sencillo luchar por unos principios que vivir de acuerdo con ellos´

En la Universidad española, que algún día deberá ser sometida a una auditoría económica y ética que me aventuro a presagiar macabra, no existen los contratos por 40 horas semanales sin presencia física del beneficiario.

El de Íñigo Errejón, supuesto Maquiavelo de Podemos en otra de esa filípicas pseudoliterarias que santifica a mortales de carne y hueso con infinita estulticia y que algún día se invertirá con una crueldad igual de improcedente; no puede legalmente consagrar el teletrabajo, tal y como ha argumentado él mismo para intentar en vano explicar por qué cobraba más de 1.800 euros al mes de la Universidad de Málaga sin hacer casi nunca acto de presencia. Es el primero de los errores -por no decir aún mentiras o excusas de mal pagador- que ha cometido al trascender unos hechos que, en su totalidad, son infumables. Veámoslos en secuencia:

  • 1. La Junta de Andalucía financia un convenio a un departamento de la Universidad de Málaga determinado para estudiar políticas sociales de vivienda, con una transferencia de 284.000 euros.
  • 2. Ese departamento está dirigido por un amigo de Errejón tan implicado casi como él en Podemos, desde antes de que existiera la Syriza española.
  • 3. El amigo en cuestión dedica parte del presupuesto a crear una plaza, a través de una convocatoria cuyos requisitos coinciden con las habilidades de Errejón, que es el único candidato.
  • 4. La plaza da por supuesta la presencia física del seleccionado al optar por el máximo de horas de contrato posibles.
  • 5. Consignando las 40 horas semanales se logra, además, la mayor dotación salarial posible para el contratado en esta categoría.
  • 6. Errejón es elegido.
  • 7. Errejón no trabaja físicamente en la facultad.
  • 8. Un periódico revela que Errejón gana 1.850 euros por un trabajo que no atiende, tras ser seleccionado por un amigo y compañero para un puesto financiado por un partido político a través del presupuesto público.
  • 9. Al conocerse, Errejón asegura que, por falta de tiempo, va a renunciar al trabajo ´universitario´. Incluso sugiere que es una decisión tomada y anunciada -a su amigo, claro- antes de la difusión de la noticia.
  • 10. El mismo amigo y compañero de partido que había fabricado la plaza y no había exigido la presencia física del beneficiario, confirma que Errejón le había anunciado su marcha a él.

Esto es, en resumen: el número 3 de Podemos consiguió un trabajo creado por un amigo a su imagen y semejanza e inducido arbitrariamente con dinero público desde un partido; tras una competición inexistente con otros candidatos y, todo ello, sin necesidad de hacer acto de presencia a pesar de que el contrato le obligaba a dedicar 40 horas semanales al asunto.

Como quiera que Errejón ha esgrimido la posibilidad de atender sus obligaciones desde cualquier lugar, por ejemplo su casa, veamos lo que dice al respecto la normativa de la Universidad de Málaga (apartado 9, punto 5; obligaciones del trabajador) para el personal contratado de investigación:

• El trabajador tendrá como centro de trabajo habitual el situado en el que realice su actividad laboral. No obstante, si como consecuencia del desarrollo de la prestación de servicios para el Proyecto de investigación el trabajador tuviera que llevar a cabo su actividad en otro lugar distinto, bien de la propia empresa o bien de otra entidad que pueda poner a disposición medios materiales para realizar el proyecto, vendrá obligado a trasladarse a realizar los trabajos que le son propios en aquel lugar, sin que con ello se desvirtúe la naturaleza del presente contrato, ya que dichos trabajos serán necesarios e imprescindibles para el Proyecto de Investigación.

Esto es, cualquier investigador de ésta -y diría cualquier otra universidad- puede trabajar en el departamento que le ha contratado o en la empresa o institución vinculada al proyecto. Nada dice del teletrabajo a 600 kilómetros, en horarios inciertos, sin compañía alguna y al margen del equipo humano -más o menos numeroso- que participa en la tarea.

Por si hay alguna duda, el reglamento del servicio de investigación de la UMA hace una precisión específica para el tipo de contratos de Errejón, que prevén el máximo de horas semanales de prestación y, por ello, una retribución más alta. Esto dice al respecto el punto 4 del apartado 9:

• La jornada de trabajo será de 40 horas semanales y será realizada habitualmente en horario de lunes a viernes. No obstante, el horario de trabajo podrá sufrir modificaciones que, por exigencias derivadas de los trabajos de investigación en curso que no admitan interrupción que incida gravemente en el desarrollo de los mismos, puedan ser establecidas por el Responsable del Proyecto.

Con objeto de evitar el posible devengo de horas extraordinarias que puedan derivarse de la presentación efectiva de servicios del trabajador, se incluye en el régimen retributivo pactado en el presente contrato un concepto salarial denominado ´Complemento disponibilidad´ que está retribuyendo esta circunstancia, por lo que no habrá lugar a liquidación alguna de horas extraordinarias.

Esto es, Errejón y cualquier investigador contratado tiene una jornada coincidente con la de la mayoría de los trabajadores por cuenta ajena, de lunes a viernes, y en el caso específico de la UMA no sólo no se menciona la posibilidad de organizarla de otra manera remotamente similar a no aparecer en tres meses por la facultad, sino que en todo caso se previene el exceso de horas de servicio y se dan por abonadas con el salario acordado.

La Universidad española está repleta de enchufados, de cátedras prefabricadas, de estudios inútiles, de prebendas y canonjías que se pagan con dinero público y se cobran con ovinas lealtades electorales al rector de turno, lo que en sí mismo explica el drama del sector: demasiadas universidades inútiles sin alumnos suficientes, un coste en estructura que agota el presupuesto teóricamente destinado al usuario y, finalmente, una depreciación de las titulaciones y un hundimiento de la imagen, el prestigio y el rendimiento de la supuesta ´fábrica de conocimiento´ que consagran todos los estudios y auditorías internacionales.

En el caso de Errejón -salvo que presente un contrato, en principio legalmente imposible, que sortee las obligaciones aquí detalladas-, a todos esos males se le añaden algunos que hacen especialmente feo su caso: si ya es deplorable cómo se maquillan demasiadas contrataciones en las universidades españolas, mucho más lo es que ni siquiera se tenga ese cuidado.

Porque aquí lo que hay, se ponga el bueno de Íñigo para arriba o para abajo, es un traje a medida prefabricado por un amiguete, pagado por otro y diseñado probablemente entre ambos para que un tercero obtuviera el máximo rendimiento con el menor esfuerzo. Pero ni siquiera la complacencia y complicidad de quien firmó la subvención desde la Junta de Andalucía, de quién la usó para contratar a un compañero y de quien la aceptó encantado y ahora prolonga la impostura; es suficiente para justificar lo que simplemente no puede ponerse en una convocatoria amañada: es un trabajo presencial, con una jornada de 40 horas de lunes a viernes.

Por más que he mirado en todas las convocatorias de investigación de la UMA y de otras cinco universidades de toda España, en ninguna he encontrado un tipo de contrato que le permita al empleado no dar señales de vida en 48 horas. No digamos en tres meses. Cualquiera de los investigadores de España, en alguna de las múltiples categorías que prevé la legislación universitaria, atestiguará la inexistencia formal de plazas que permitan lo que Errejón, y su padrino en la UMA, presentan como algo normal.

Sólo hay una posibilidad, y no parece estéticamente presentable: que al proceder la financiación de la Junta de Andalucia (lo que en sí mismo ya es propio de trileros; esto a una empresa privada no se le saca), se haya arreglado aún más el convenio con el susodicho departamento y, con ello, legalizado un sistema de trabajo incompatible con la norma universitaria.

Pero si esto fuera así, más que atenuante, sería agravante: descartaría la espontaneidad sobrevenida del apaño -´Oye jefe, que estoy en este lío de salvar España y no puedo pasarme´; ´Tranquilo chaval, y dale duro a la casta´- y conformaría un escenario prefabricado en el que todo es una pantalla para blanquear dinero público con coartadas verosímiles que camuflan un objetivo tan prosaico como llevárselo crudo. En un país con tanto chorizo como para atender nueve factorías propias de la ejemplar Campofrío, ´poner una inmensa lupa en nosotros´, como dramáticamente ha perorado Íñigo Errejón, puede parecer excesivo.

Es un argumento idéntico al esgrimido por el pobre Monago (Por cierto, si tan importante para Canarias son las visitas constantes de un senador extremeño, ¿cómo se llamaba la señoría que le precedió y le sucedió en tan imprescindible tarea? ¿O la indispensable hermandad política duró lo que las relaciones afectivas casualmente y ahora, de repente, Canarias y Extremadura se necesitan menos?) y eso, en sí mismo, denota la pobreza de la defensa y el cinismo de una actitud flageladora con todo y con todos que ahora parece reclamar una indulgencia imposible.

Por dejar un espacio a la duda, prometo revertir las sospechas razonables y razonadas en este artículo si Íñigo Errejón, el Departamento de la UMA y la Junta de Andalucía contestan a estas sencillas preguntas:

  • – ¿Cuál es el expediente exacto de la plaza convocada y cubierta?
  • – ¿En qué punto concreto del contrato se recoge el derecho, inviable en el perfil de los investigadores tipo de la universidad española, de no acudir al puesto de trabajo?
  • – ¿Por qué se eligió la jornada de 40 horas, y no la de 32 o 20; si al crearse la plaza ya era pública y notoria la exigente actividad política de Errejón?
  • – Si es verdad que Errejón había renunciado al puesto antes de que se conociera que no lo atendía, ¿dónde está, con fecha e inscripción en el registro formal de la UMA y/o de la Junta, el escrito de renuncia?
  • – ¿Por qué no renunció en mayo, y lo hace ahora, si entonces en su calidad de jefe de campaña de Podemos en las Europeas, ya debía de ser difícilmente compatible el trabajo político con el universitario?
  • – ¿Hubo alguna empresa privada dispuesta a financiar el proyecto de investigación de Errejón o sólo quiso hacerlo la Consejería de Fomento de Andalucía, ostentada por el mismo partido para el que los tres principales dirigentes de Podemos han trabajado antes de fundar su propio partido?
  • – ¿Hubo algún otro departamento de cualquier otra universidad española dispuesto a financiar ese puesto de investigador o el único fue el que dirigía Alberto Moreno, economista de referencia en Podemos y patrono de la misma fundación que sirvió de germen del partido de Pablo Iglesias?

Son preguntas fáciles de entender con una respuesta sencilla de dar. Errejón, como Podemos, no se merecen ni más ni menos que otras fuerzas políticas convencionales. Es lo que son, por mucho que se sientan distintos y repitan en un mensaje que ya empieza agotarse tanto como el de algunos de su más zafios detractores, sin que ello sea necesariamente malo.

Habrá que juzgarles por lo que propongan, con presupuestos, para distinguir una idea seria de un bonito engañabobos, y no por lo que sean, parezcan o fueron en algún momento poco presentable de sus vidas.

Y eso incluye que se les pida explicaciones y ellos tengan que darlas. Ya está bien de insultarles o de escuchar sus insultos. Todo es más sencillo, y se llama democracia.

Un último apunte. En marzo, comienzo del contrato generado por IU con presupuesto de los andaluces y gestionado por Montero, Errejón ya tenía una intensa actividad política que lo largo de los meses le ha llevado a viajar por Latinoamérica o Inglaterra, entre otros destinos que no parecen muy idóneos para estudiar ´La vivienda en Andalucía. Diagnóstico, análisis y propuestas de políticas públicas para su desmercantilización´.

Ni siquiera la hipotética demostración de la legalidad del contrato inducido por un amigo y subvencionado por otro le dejaría bien parado al autor del épico texto Juventud sin futuro pero con estilo.

Porque, incluso suponiendo que Errejón tuviera concedida una compatibilidad prevista en el artículo 68 de la LOU y germinada al calor del farragoso reglamento de la Oficina de Investigación (OTRI técnicamente) de la UMA que regula los convenios con instituciones o empresas, la conclusión no sería muy edificante y olería aún más a gato encerrado: tal vez el apaño sea hasta legal, pero se suponía que habíamos llegado al mundo para liberarlo de políticos que se conforman una condición imprescindible pero insuficiente.

Irse a Canarias por el morro -o a donde sea: hasta 6.100 diputados y senadores han tenido barra libre a lo largo de las diez legislaturas democráticas- también se aviene a la ley, pero a nadie se le ocurre defenderlo.

Disfrutar de un contrato pagado por todos, firmado por un colega, escondido en una investigación inviable a 500 kilómetros del objeto de análisis y mantenido mientras uno se dedicaba a otra cosa puede ser legal, pero es inaceptable.

Quizá sea cierto aquello que decía el psiquiatra austriaco Alfred Adler y resulta ´más sencillo luchar por unos principios que vivir de acuerdo con ellos´.

Sobre todo cuando se escriben cosas como ésta: ´La virtud política revolucionaria consiste, entonces, en moverse como equilibrista a través de la cuerda, buscando en cada situación un equilibrio siempre inestable. Nadie dijo que fuera fácil´. Pues sí, lo fue.

A la espera de respuestas, aclaraciones y documentos quedamos, pues.

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