POR MAL CAMINO

Dos deslealtades que Rajoy no perdona a Sánchez tensan su relación

Cuando el presidente del Gobierno repite que echa de menos la "sensatez" de Rubalcaba no lo hace sólo para criticar al actual líder del PSOE, sino que realmente lo piensa

Dos deslealtades que Rajoy no perdona a Sánchez tensan su relación
Pedro Sánchez y Mariano Rajoy. PD

Definitivamente el presidente del Gobierno no confía en Pedro Sánchez. Quiso darle un margen de tiempo. Quiso respetar todo el proceso de elección interna antes de afilar sus críticas. Quiso esperar a ver cómo pensaba y actuaba en asuntos de Estado. Le recibió en La Moncloa y han hablado en varias ocasiones telefónicamente.

El desengaño ha sido total en dos cuestiones de Estado que hasta entonces había respetado el PSOE: el consenso en la reforma de la Constitución y el desafío independentista de Cataluña.

Esto último no se lo perdona Rajoy a Sánchez. En varias ocasiones el líder del PSOE, tanto personalmente como en declaraciones públicas al inicio del proceso en Cataluña, garantizó al presidente del Gobierno el apoyo de su partido. Estaba de acuerdo en la estrategia, firme pero no beligerante de Rajoy. Estaba de acuerdo en la interposición de todos los recursos necesarios ante el Tribunal Constitucional. Incluso compartían el interés en hacer pedagogía en Cataluña para convencer a la «mayoría silenciosa».

Pero de la noche a la mañana, y sin ofrecer explicaciones, Pedro Sánchez decidió poner al mismo nivel al presidente de la Generalitat y al presidente del Gobierno. Poner al mismo nivel a quien incumple y desafía continuamente la Ley con quien impide que se vulnere esa Ley y recurre al Tribunal Constitucional.

Han sido continuas sus descalificaciones a Rajoy por el asunto catalán, algo que nunca había hecho su antecesor, Alfredo Pérez Rubalcaba. Desde el Gobierno consideran que «hubo alguien que aconsejó a Sánchez romper cualquier acuerdo con Rajoy y alinearse plenamente, por motivos electorales, con las tesis del PSC».

El problema es que «esa decisión se puede volver en su contra». Una cosa es no ofrecer al adversario ventajas en materia económica o la lucha contra la corrupción o en otros temas donde se puede hacer mucha oposición, y otra bien distinta es equiparar a Mas con Rajoy, y ser tibio en lo del «derecho a decidir».

Entre otras cosas porque muchos militantes y votantes del PSOE en el asunto catalán piensan como el Gobierno y no tanto como el PSC. En cualquier caso, Rajoy no perdona esta deslealtad, sobre todo cuando personalmente Sánchez le aseguró y se comprometió a lo contrario.

Desconfianza para el futuro inmediato

Respecto a la reforma del artículo de la Constitución que garantiza el equilibrio presupuestario, el error no ha sido sólo romper un pacto que pidió en su momento Rodríguez Zapatero. El problema es la desconfianza que ha generado para cualquier acuerdo de futuro. Pedro Sánchez utiliza el comodín de la reforma de la Constitución para cualquier asunto espinoso, y sobre todo para intentar zanjar el debate catalán.

Desde el Gobierno saben que en esa hipotética solución está el problema, porque basta con preguntar a los dirigentes socialistas qué es exactamente lo que quieren reformar de la Constitución o cuál es el modelo de Estado que proponen.

Constitución y Cataluña. Dos asuntos que según Mariano Rajoy marcan un antes y un después en sus relaciones con el secretario general del PSOE. Cuando el presidente del Gobierno repite que echa de menos la «sensatez» de Rubalcaba no lo hace sólo para criticar al actual líder del PSOE, sino que realmente lo piensa.

El feeling político que tenía con Rubalcaba no lo tiene ahora. Y eso es algo «que se tiene o no», ha señalado en más de una ocasión el propio Mariano Rajoy en conversaciones fuera de micrófono: «Cuando me llamó para decirme que se marchaba, yo le animé a que continuara. Le dije que habían sido el PP y el PSOE los que habían ganado las elecciones europeas, y que iba a ser una pérdida importante».

En España «se entierra muy bien» que diría el propio Rubalcaba. Pero en este caso el que mejor lo ha «enterrado» ha sido Mariano Rajoy, que es quien más le echa de menos.

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