No es Podemos quien debe asustar al centro derecha y menos aún un perdido PSOE

El ‘Cacao Maravillao’ de Podemos sirve en bandeja la reválida presidencial a Mariano Rajoy

De lo que tiene que preocuparse el Gobierno popular es de sus propios errores y su incomparecencia, que han hartado a su fiel electorado

La franquicia de Pablo Iglesias no busca saciar afanes consumistas, sino satisfacer las necesidades regeneradoras de nuestra política

Hubo un tiempo en el que unas bailarinas coparon la atención de toda España. A las «cacao» les bastó para calar en el público con dejar mucho cuerpo a la vista y bailar un tema simple y pegadizo, el del «cacao maravillao».

Eran los primeros compases de la televisión privada y el cuarteto brasileño llegó a convertirse en santo y seña de Telecinco compartiendo protagonismo en el espacio VIP Noche con Emilio Aragón, su esmoquin y sus zapatillas de deporte blancas.

El problema estuvo en que las mulatas anunciaban un producto que no existía. Por más que apeteciese una taza de ese cacao, uno se quedaba con las ganas. Era una marca imposible de comprar.

Mucha gente se resistió a creerlo y no sólo la buscó en supermercados, sino que aseguró desayunar a diario tan exquisito como inexistente producto. El fuerte conocimiento del «Cacao Maravillao» bastó para que numerosos españoles asumiesen tenerlo enlatado en sus cocinas.

Lo importante, en estos tiempos de imágenes globales, no es lo que es sino lo que se ve. Ocurrió con aquel tropical «Cacao Maravillao» y pasa hoy en día con Podemos.

La franquicia de Pablo Iglesias no busca saciar afanes consumistas, sino satisfacer las necesidades regeneradoras de nuestra política.

Tanto, que ha llevado a un alto índice de encuestados por el CIS a recordar que votaron a Podemos en las generales de 2011. Y eso que la formación fue creada casi 3 años después, de cara a las europeas de 2014.

La irrupción de Podemos con sus 1,2 millones votos (el 7,9% del total) y su consiguiente entrada en el Europarlamento con 5 escaños resultó ser una nota fundamental de esa convocatoria. La marca supo sacar provecho del carisma televisivo de su líder y del desplome del PSOE, acercándose a la calle y escuchando los mensajes que lanza.

No obstante, es absurdo extrapolar esos resultados a unas generales, como se está haciendo desde entonces, o que hayan cundido tanto escándalo y temor (sorprendentemente también en el centro derecha) ante Iglesias y su particular «Cacao Maravillao».

Quedan cinco meses para las municipales y autonómicas y menos de un año para las generales, cierto, pero en política eso es mucho tiempo, más todavía cuando el periodo es como el actual que vivimos.

A pesar de los pesares (y han sido muchos, empezando por un escenario de hartazgo generalizado por los recortes del Gobierno), el PP ha sabido aguantar la tormenta y es el único representante del espectro ideológico del centro derecha «útil» para frenar a una izquierda que ya ha demostrado con creces dónde lleva España cada vez que gobierna.

El PSOE, en cambio, debe asumir que tiene un futuro incierto. Demasiado. Con su ir de tumbo en tumbo, lleva el camino de Izquierda Unida, el de la rendición definitiva ante una «nueva izquierda» que se aglutina alrededor de Podemos.

Una muestra clara de ello es que Pedro Sánchez le saliese al paso a Mariano Rajoy en la última sesión de control del año llamándole «franquista». Estúpida ocurrencia para tratar de separarse de los populares. En fin…

Años metidos de hoz y coz en su propia crisis envían el mensaje directo de que el PSOE ni está ni se le espera en todo aquello que de verdad importa a los ciudadanos.

La cuestión que se plantea por tanto es si, en el tiempo que le separa de las citas con las urnas, el Gobierno de Rajoy será capaz de sacar partido del panorama árido en el que se mueven sus adversarios.

Consciente de lo que hay en juego, el presidente ya ha dicho que vuelve a la arena. Los claros mensajes que lanzó a su grupo parlamentario la pasada semana, instándoles a dar la batalla, deberían significar el inicio de una nueva actitud.

Con Mariano Rajoy en primera línea, las mismas bases deben percibir que el «jefe» coge el timón.

Si ahora, además, los populares acertasen, aunque sea sólo al final de la Legislatura, con la política del Gobierno…

Y si, lo que no es poco, la cacareada recuperación económica fuese percibida en los hogares…

¿Demasiados condicionales? Puede ser.

De cualquier modo, le ha llegado la hora de hacer política con mayúsculas al PP. Mariano Rajoy está obligado a enriquecer sus posiciones ideológicas; a seguir manteniendo elevado el listón de la salida de la crisis, poniendo el acento en la batalla contra el paro; a actualizar, en definitiva, la agenda social. Sin olvidar, claro, la contundencia contra la corrupción.

O eso, o perderá el partido, más que por el rival que tiene enfrente, por propia incomparecencia.

 

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Autor

Antonio Martín Beaumont

Antonio Martín Beaumont, politólogo y periodista, es el actual director de ESDiario.com.

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